El triunfo revolucionario de 1 de Enero de 1959 posibilitó dar los primeros pasos en una vasta escalada. Las nuevas autoridades de la Dirección General de Deportes (DGD) dispusieron de inmediato las construcciones de innumerables campos e instalaciones deportivas en todo el país, para sustituir la utilización de terrenos yermos e incrementar la práctica masiva. El 23 de febrero de 1961, mediante la Ley 936, el Gobierno Revolucionario creó el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER). Unos días antes concluyeron las actividades del béisbol profesional y alentadoras perspectivas saltaron a la luz. Otro paso importante fue la firma de la Resolución 83-A (19 de marzo de 1962), documento que puntualizaba en sus diversos acápites la abolición del profesionalismo en todas las manifestaciones deportivas.
Provechosa experiencia en Roma (1960)
Apenas consumado el triunfo revolucionario del 1 de Enero de 1959, el país acometió un intenso programa de construcción y remodelación de instalaciones deportivas con el objetivo de llevar la práctica del deporte hasta los más apartados rincones. Por supuesto, la proximidad de la cita en el territorio italiano en buena medida limitó la participación a12 atletas (nueve hombres y tres mujeres) en atletismo (2-1), boxeo (1), esgrima (1), gimnasia artística (2), levantamiento de pesas, lucha libre (1), natación (1) y yatismo (2).
Sin embargo, aquella presencia podemos considerarla como un interesante punto de partida, ya que en lo adelante, las nuevas autoridades abrieron un extenso abanico de posibilidades en numerosas actividades competitivas para que en el menor período de tiempo posible el nombre de Cuba figurara en la tabla final de posiciones. Y así fue...
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Figuerola el verdadero gigante de Tokio (1964)
La plomiza tarde en la capital nipona no impidió que alrededor de 80 mil personas repletaran los graderíos del Estadio Nacional para presenciar el formidable duelo entre el estadounidense Robert Bob Hayes y el cubano Enrique Figuerola.
En las piernas del joven santiaguero estaban cifradas las esperanzas de la delegación por alcanzar una medalla de cualquier color, luego de que el nombre del país durante los últimos 16 años sólo fuera uno más en la extensa lista de las delegaciones que regresaron con las bolsas vacías.
El desarrollo de la prueba tuvo ribetes de sensacionalismo. Bob Hayes sacó el máximo de sus cualidades - estatura de 1,87 metros - y con fantásticas zancadas implantó marca olímpica de 10 segundos exactos con cronometraje electrónico para anexarse el título.
Mientras tanto, Figuerola y el canadiense Harry Jerome lucharon palmo a palmo por la medalla de plata. En final de fotografía cruzaron la meta con idéntico registro de 10,2 segundos y el bólido caribeño escribió el primer capítulo olímpico después del triunfo revolucionario en 1959.
De menos a más en la altura de la Ciudad México (1968)
Enrique Regüeiferos aun con la derecha lesionada puso fuera de combate al rumano Vasili en la Olimpiada de México 1968.
El traslado del escenario olímpico hacia una capital latinoamericana permitió aumentar el número de atletas cubanos a 138 (122 y 16) para competir en 14 deportes y esta vez la cosecha reportó cuatro medallas plateadas correspondientes a los relevos 4 x 100 metros en los dos sexos (Marlene Elejalde, Fulgencia Romay, Violeta Quesada y Miguelina Cobián) y (Hermes Ramírez, Juan Morales, Pablo Montes y Enrique Figuerola). Además conquistaron preseas del mismo metal los pugilistas Enrique Regüeiferos (división de 63,5 kilogramos) y Rolando Garbey (71).
La cuarteta femenina inscribió la primera medalla cubana con tal etiqueta, pues todas las anteriores pertenecieron a los hombres. Para lograrlo, ellas no creyeron en el favoritismo concedido en los vaticinios preliminares a las soviéticas, holandesas, australianas y alemanas, todas relegadas del tercero al sexto lugares en ese mismo orden. Solo las estadounidenses (42,88 segundos, récord mundial) pudieron batirlas (43,36).
Algo similar ocurrió entre los varones (38,40), quienes también fueron aventajados por los norteños (38,24, otra primacía mundial). En esa trascendental carrera quedaron atrás los franceses, jamaicanos y los representantes alemanes.
La juventud de los santiagueros Enrique Regüeiferos y Rolando Garbey, de lleno en los pleitos finales de sus respectivas divisiones, encontraron seria oposición de dos monarca olímpicos en la capital mexicana que buscaban revalidar los títulos conquistados. El polaco Jerzy Kulej se llevó cerrada decisión 3-2 ante Regüeiferos, mientras el soviético Boris Lagutin venció 5-0 a Garbey.
Orlandito Martínez llegó primero en Munich (1972)
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Durante largos años, exactamente 68, el deporte cubano esperó por la conquista de una medalla de oro en los Juegos Olímpicos, luego de que los esgrimistas Manuel Díaz y Ramón Fonst lo hicieron en la cita de San Luís, Estados Unidos (1904).
Orlando Martínez Romero, boxeador zurdo, nacido en el habanero barrio del Juanelo, septiembre 2 de 1946, fue el primero de los pugilistas vencedores, cuando en el combate final de la división de los 54 kilogramos derrotó por decisión 5-0 al mexicano Alfonso Zamora. Los otros dos fueron Emilio Correa en la división de 67 kgs. y Teófilo Stevenson en más de 81 kgs.
La primera actuación de Orlandito en estas lides cuatrienales ocurrió en la Ciudad de México, donde perdió decisión 4-1 frente al húngaro Tibor Badari. Sin embargo, los resultados fueron bien distintos en el cuadrilátero alemán al conseguir cuatro victorias consecutivas: 4-1 a Wing Maung (BIR); 3-2 a Michael Dowling (IRL); 5-0 a Ferry Moniaga (IND); 3-2 a George Turpin (GBR) en la división de 54 kilogramos.
Concluido el combate decisivo frente al mexicano Zamora, el criollo declaró en conferencia de prensa: "Ese muchacho me dio una pelea tremenda. Yo estaba convencido de que era muy bueno y en ningún momento me confié. Pude boxearle bien a la riposta y lo cruzaba con izquierdas rectas al rostro. Asimiló mucho y por eso terminó en pie. El va a llegar lejos...".
La última actuación de Orlando Martínez en rines olímpicos se produjo en Montreal, Canadá (1976), y perdió decisión 3-2 con el coreano Chul Son Hwang.
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Juantorena con marca mundial en Montreal (1976)
Después de cosechar tres títulos olímpicos en la cita de Munich, los atletas cubanos le tomaron el gusto a la escalada al podio y en la canadiense Montreal duplicaron la cifra con seis. Nuevamente los boxeadores pegaron fuerte y conquistaron triunfos Jorge Hernández (48 kilogramos), Ángel Herrera (57) y el supercompleto Teófilo Stevenson por segunda vez. A ellos debemos agregar el sorpresivo metal dorado del judoca Héctor Rodríguez (63) y el doble triunfo de Alberto Juantorena en las carreras de 400 y 800 metros planos.
Los relojes marcaban las 5:14 minutos de la tarde del 25 de julio en el estadio olímpico al momento de producirse el disparo del starter para dar la arrancada en la final de los 800 metros planos. Alberto Juantorena corría por el carril número cinco y lo flanqueaban, por el cuatro el estadounidense Rick Wohlhuter y en el seis el indio Sri Ram Singh. Además aparecían en otros carriles como virtuales favoritos el belga Ivo van Damme, el alemán Willie Wulbeck y el británico Steve Ovett.
Las atentas miradas de unos 72 mil espectadores siguieron los pormenores y al cumplirse la primera vuelta pasó delante Singh (50,9). Juantorena asumió el comando antes de los 600 metros (1:17,0) y en el resto del recorrido imprimió mayor velocidad a las piernas para opacar el desesperado ataque de Wohlhuter hasta concluir el sprint con marca mundial y olímpica de 1:43,50.
Con menos de 24 horas de descanso, el flamante titular volvió a la pista con el objetivo de correr en las eliminatorias de los 400 metros planos y su ubicación como el tercero de los clasificados con discreto tiempo de 47,89 en el sexto y último heat de la jornada no fue muy alentador que digamos. El mismo día intervino en los cuartos de finales y la mejoría resultó ostensible al entrar segundo (45,92), inmediatamente detrás del australiano Richard Mitchell (45,76). El registro de 45,10 en las semifinales del 28 de julio despejó varias incógnitas, pues en la final cualquier cosa podía suceder.
Y así fue... En los distintos carriles corrieron también otros siete hombres de reconocido calibre, entre ellos los estadounidenses Fred Newhouse (44,89) y David Jenkins (45,20). Nuevamente cientos de miles de corazones latieron con mayor fuerza en la querida Isla y no era para menos. Uno de sus hijos buscaba realizar una hazaña sin precedentes. Antes de que pudieran percatarse de lo sucedido, "El peligro", Alberto Juantorena Danger, pasaba triunfador con marca personal de 44,26. La alegría del pueblo cubano inundó todos los rincones del país.
La última actuación olímpica del criollo tuvo lugar en los Juegos de Moscú. Afectado por numerosas lesiones acudió a la cita y después de notables esfuerzos en las eliminatorias y semifinal aceptó resignado la cuarta posición en los 400 metros planos (45,09) frente al soviético Vixtor Markin (44,60), el ya señalado Mitchell (44,84) y el alemán Frank Schaffer (44,87), ganadores de las medallas en este orden.
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Teófilo con el tercer triunfo consecutivo en Moscú (1980)
Las actuaciones de la delegación cubana llamaron poderosamente la atención del público moscovita al sumar nada menos que 20 medallas (ocho de oro, siete de plata y cinco de bronce) y una vez más los pugilistas criollos dejaron sentada la calidad sobre el cuadrilátero con seís títulos a las respectivas cuentas de Bautista Hernández (54), Ángel Herrera (60), Andrés Aldama (67), Armando Martínez (71), José Gómez y Teófilo Stevenson (más de 81 kilogramos). Además contribuyeron a la sensacional escalada la jabalinista María Caridad Colón, primera atleta latinoamericana en lo más alto del podio y el pesista Daniel Núñez (56).
Cuando Stevenson recibió el veredicto 4-1 frente al peleador local Piort Zaev, quien todo el tiempo se dedicó a rehuir el combate para escuchar el campanazo final de pie, igualó una difícil marca en poder del húngaro Lazslo Papp, capaz de hacerlo en las divisiones de 71 y 75 kilogramos de los Juegos Olímpicos de Londres, Helsinki y Melbourne.
A lo largo del desempeño en los rines olímpicos, Teófilo acumuló en total 12 triunfos, de los cuales nueve fueron antes del límite de los tres asaltos, dos por el veredicto de los oficiales y uno por no presentación.
Los Ángeles 1984-Seul 1988: solidaridad ante todo
Por diferentes razones, Cuba estuvo ausente de los compromisos en Los Ángeles, 1984 y Seúl 1988, y no faltaron los que vaticinaron el rotundo fracaso al regresar a los Juegos Olímpicos en Barcelona, España (1992).
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Lo máximo llegó en la cita de Barcelona (1992)
Por diversas razones Cuba estuvo ausente en las controvertidas ediciones olímpicas de Los Ángeles, Estados Unidos (1984) y Seúl, Corea del Sur (1988). Sin embargo, el retorno a estos escenarios en la ciudad catalana fue por todo lo alto, hasta el punto de alcanzar sus atletas 31 medallas (14 de oro, seis de plata y 11 de bronce). De nuevo los discípulos del profesor Alcides Sagarra llevaron la voz cantante con sobresaliente balance de siete preseas doradas y dos plateadas, o sea que nueve atletas de 12 posibles discutieron en finales.
Los triunfadores absolutos fueron: Rogelio Marcelo (48), Joel Casamayor (54), Héctor Vinent (63,5), Juan Carlos Lemus (71), Ariel Hernández (75), Félix Savón (91) y Roberto Balado (más de 91 kilogramos). Mientras que Raúl González (51) y Juan Hernández Sierra capturaron las de plata.
También aparecen registrados en la nómina de los selectos vencedores Javier Sotomayor en el salto de altura, Maritza Martén en el lanzamiento del disco, la judoca Odalys Revé (66), los luchadores Héctor Milián (greco, 100) y Alejandro Puerto (libre, 57), así como los equipos de béisbol y las muchachas del voleibol, posteriormente bautizadas Las Morenas del Caribe.
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Los cubanos también celebraron el centenario en Atlanta (1996)
La cita olímpica en la ciudad estadounidense reunió a 10 744 atletas en representación de 197 países, quienes en medio de un mar de dificultades rindieron sincero homenaje de respeto al precursor Pierre de Fredy, cuarto barón de Coubertin, y a todos los participantes en las ediciones anteriores.
En esta oportunidad, la delegación cubana integrada por 170 competidores conquistó en total 25 medallas (nueve de oro, ocho de plata e igual número de bronce) para ubicarse en la octava posición.
Sobre el cuadrilátero del Coliseo Alexander, los pugilistas volvieron a exhibir calidad y cuatro de ellos, Maikro Romero (51 kilogramos), Héctor Vinent (63,5), Ariel Hernández (75) y Félix Savón (91), estos tres últimos por segunda vez consecutiva, lograron salir airosos en el último día de actividades competitivas.
Otros triunfadores en disciplinas individuales resultaron la judoca Driulis González (56), el levantador de pesas Pablo Lara (76) y el gladiador grecorromano Filiberto Azcuy (74), mientras que los peloteros y las muchachas del voleibol consiguieron revalidar los títulos conseguidos cuatro años antes en Barcelona.
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Despedida por todo lo alto del siglo XX en Sydney (2000)
Sobradas razones tuvo Juan Antonio Samaranch, presidente en ejercicio del Comité Olímpico Internacional al calificar la fiesta deportiva en las instalaciones australianas "Como la mejor de la historia". Hasta el lejano territorio llegaron 200 delegaciones y en medio del tradicional jolgorio, los cubanos dejaron sentadas disciplina y combatividad.
La cifra de 29 preseas (11 de oro, 11 de plata y siete de bronce) no dejaron ningún lugar a las dudas en cuanto a la fuerza de los representantes antillanos en el concierto mundial, pues solo los precedieron en el medallero final Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, Francia, Italia y Holanda.
Los peleadores criollos lograron la misma cantidad de títulos que en Sydney (4), con especial destaque para Félix Savón (91), quien al derrotar en las finales al ruso Soultanakhmed Ibraguinov por fácil veredicto 21-13 sumó la tercera conquista consecutiva en Juegos Olímpicos e igualó al húngaro Lazslo Papp y a su compatriota Teófilo Stevenson en tamaña hazaña pugilística.
El cuarteto de vencedores en el deporte de los puños lo completaron Guillermo Rigondeaux (54), Mario Kindelán (60) y Jorge Gutiérrez (75). Con las victorias señaladas los peleadores de casa acumularon 27 títulos en las últimas seis ediciones de estas citas cuatrienales a partir de Munich.
Anier García en los 110 metros con vallas e Iván Pedroso en el salto de longitud sobresalieron con registros de primera línea y otro tanto hicieron las judocas Legna Verdecia (52) y Sibelis Veranes (70), el luchador Filiberto Azcuy (segunda consecutiva) y en el taekwondo Ángel Volodia Matos.
Párrafo aparte merecen Las Morenas del Caribe al imponerse por tercera vez en línea recta en el deporte de la malla alta, hazaña sin precedentes en Juegos Olímpicos. Debido a tan sobresaliente resultado, la Federación Internacional de Voleibol concedió dos galardones de la mayor jerarquía: Regla Torres, integrante del seleccionado nacional en las tres ediciones, Mejor Jugadora y Eugenio George, Mejor Director Técnico en el siglo XX.
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Atenas, una prueba de fuego (2004)
Durante el primer compromiso olímpico en el Tercer Milenio, Atenas (2004), una vez más el boxeo mantuvo la hegemonía al conquistar cinco medallas doradas por intermedio de Yan Barthelemi (48 kilogramos), Yuriorqui Gamboa (51), Guillermo Rigondeaux (54), Mario Kindelán (60) y Odlanier Solís (más de 91), mientras el seleccionado nacional de béisbol recuperó el cetro perdido en Sydney y de esa forma sumó el tercer título en cuatro presentaciones, a partir del debut de dicha disciplina en Barcelona (1992).
Los restantes metales dorados pertenecieron al luchador de estilo greco Yandro Quintana (60 kilogramos), Yumileidi Cumbá en impulsión de la bala y la jabalinista Osleidys Menéndez.
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