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                             Héroes nacionales para todos los tiempos, los ganadores de  medallas de los Juegos Olímpicos Modernos atraen el cariño y el  respeto de un pueblo conocedor y devoto del  quehacer deportivo.  
                            
                                                         
                          
                            
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                          Daniel Nuñez Aguiar: rompió el celofán en Moscú 
                                 
Desde la llegada a la preselección nacional con  apenas 17 años de edad cumplidos, estatura de 1,55 metros y peso  inferior a los 52   kilogramos, el muchacho nacido en Santiago de Cuba, 12  de septiembre de 1958, consiguió ganarse la admiración y las simpatías de sus  compañeros, quienes rápidamente lo bautizaron "El Fiñe", apelativo  dado en Cuba a los niños estudiantes de primaria. 
 
En realidad, los atributos físicos del recién llegado  no eran muy convincentes que digamos, pero el colectivo técnico valoró otras  cualidades, sobre todo la voluntad y los deseos de triunfar en el exigente  medio de las palanquetas y los discos.  
 
Aunque Daniel nunca tuvo a mano antecedentes  familiares de practicantes de esa disciplina, el desarrollo del XXVII  Campeonato Mundial, celebrado en la   Ciudad de La   Habana (1973), constituyó la principal motivación. 
 
Algún tiempo después confesó que dio los primeros  pasos atléticos en los clavados y conoció sobre el certamen mundialista a  través de la pequeña pantalla.  
 
El brusco cambio de actividad se produjo casi de  inmediato observando las colosales actuaciones del iraní Mohammed Nassiri,  monarca en los 52 kgs., el búlgaro Nadelcho Kolev, titular en los 75 kgs. y, en  especial, el esfuerzo realizado por su compatriota Javier González, sorpresivo  conquistador de la medalla plateada en la modalidad de arranque y bronce en el  biatlón en los 110 kgs. 
 
Los procesos alcanzados en un discreto gimnasio del  centro escolar capitalino Ciudad Libertad -por entonces vivía en el municipio  habanero Marianao- aceleraron sus aspiraciones de convertirse en una figura de  nivel mundial. "El Fiñe" recibió las primeras enseñanzas en la  preselección por cuenta del inolvidable Manuel Suárez, el cual en vida reconoció:  "Nuñez nunca perdió un segundo de aprendizaje y en las sesiones de  entrenamiento cada día lo ví más entusiasmado y convencido de llegar bien  lejos" 
Sin embargo, transcurridas algo más de dos décadas  del comienzo, el campeón olímpico recuerda con singular aprecio las palabras  del desaparecido profesor y también agrega: "Mi mayor dificultad la tuve  en el ejercicio de envión debido a defectos técnicos en el momento de ejecutar  el "clean" (halón)". 
 
Cuba triunfó de manera inobjetable en la cita  panamericana, Ciudad de México (1975), y los entrenadores confiaron en las  potencialidades de Daniel Nuñez para incluirlo en los Juegos Olímpicos de  Montreal 1976, como segundo competidor del patio en la división de los 52 kgs.  Por supuesto, el debutante no llevaba un compromiso serio, ya que el hombre de  experiencia y resultados internacionales era el camagüeyano Francisco  Casamayor. 
 
Sobre la tarima del escenario canadiense el soviético  Alexander Voronin salió victorioso al totalizar 242,5 kgs. , mientras los  antillanos Casamayor (227,5) y Nuñez (215,0) finalizaron en la quinta y octava  posiciones, respectivamente.  
 
Aquel encuentro con la élite, incluido su ídolo  Nassiri, ocupante del tercer lugar (235,0), impusieron nuevos retos al  optimista pensamiento del criollo. 
 
Aun dentro de los límites juveniles, Daniel viajó a  Stuttgart (1977) y en el territorio alemán elevó su registro del arranque a  12,5 kgs. en la división de 56 para agenciarse el primer éxito de envergadura.  
 
Un par de semanas después participó en el campeonato  nacional y el total de 252,5 (115,0 - 137,5) lo colocó a la altura de los  mejores del orbe, entre ellos el búlgaro Norair Nurikyan (262,5), el polaco  Grzegorz Cziura (252,5) y el japonés Ando Kenkichi (250,0), en ese orden los  anteriores medallistas en Montreal. 
 
De nuevo en un evento mundialista, esta vez en la  estadounidense ciudad de Gettysburg (1978), logró la ansiada consagración al  imponerse en el arranque 117,5 y el biatlón 260,0 kgs. Las conocidas  limitaciones en el envión lo llevaron al bronce (142,5), superado por Kenkichi  (145,0) y otro polaco, Tadeuz Dembonczyk (142,5). 
 
Cuando "El Fiñe" compitió en el Palacio de  los Deportes Izmailovo, de Moscú, el 21 de julio de 1980, el público  local sabía que el cubano era el adversario a derrotar por su favorito Yuri  Sarkisian.  
 
El soviético concluyó el arranque con discreto 112,5  kgs. y Daniel el tres convincentes demostraciones realizó (117,5, 122,5 y  125,0) esta ultima marca mundial. Aunque el duelo lo decidiría el envión, la  diferencia parecía inalcanzable… 
 
Nuñez aseguró el primer intento del envión con 145,0  y en el segundo levantó 150,0. En apariencia no hacía falta más y dio un salto  sorprendente.  
 
Estaba seguro de que la medalla de oro era suya. Por  otra parte, Sarkesian no se dio por vencido e igualó su propio récord mundial  con 155,0 y lo superó posteriormente con 157,5, pero en el total quedó en 270,0  contra 275,0 del sonriente vencedor.  
                          
                            
                              
                                  
                                    Resultados en Juegos Olímpicos   | 
                                   
                                  
                                    Moscú  (1980)   | 
                                   
                                  
                                    DIVISIÓN DE 56 KILOGRAMOS  | 
                                   
                                  
                                    ARRANQUE: 125,0 Implantó marca mundial  | 
                                   
                                  
                                    ENVIÓN: 150,0  | 
                                   
                                  
                                    TOTAL: 275  | 
                                   
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                          Al comentar los detalles del triunfo Daniel Nuñez  señaló: "Tenía que ser así, porque yo debía sacar ventaja en mi mejor ejercicio.  Luchar en igualdad de condiciones equivalía a dis0minuir mis  posibilidades". 
                                   
                            La retirada de Daniel del deporte activo tuvo lugar  en Las Tunas, mayo 7 de 1987, durante el VII Torneo Internacional Manuel Suárez  In Memoriam. En el momento del adiós dejó vigentes todas las marcas  continentales en las divisiones de 56 y 60 kgs., así como las dos olímpicas  impuestas en el arranque y el total en Moscú. 
                            
                          
                            
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                          Pablo Lara Rodríguez: bien arriba los hierros 
                                 
                            Tras una década exacta de aparecer por primera vez  entre los diez mejores en el ranking mundial de la división de los 75 kilogramos, con  registro total de 325   kilogramos, el villaclareño Pablo Lara Rodríguez acudió  a su segunda incursión olímpica en los Juegos de Atlanta (1996). 
   
                            Cuatro años antes, en la cita de Barcelona, quizá la  inexperiencia lo privó de conquistar la primera medalla dorada, a pesar de concluir  con idéntico resultado de 357,5   kg. que el ganador Fedor Kassapu, representante de la Comunidad de Estados  Independientes (CEI), luego de registrar un peso corporal superior en 25 gramos. 
   
                            Pablo regresó a la casa y aunque en el cuello colgaba  una legítima y brillante presea plateada nunca se sintió satisfecho con aquella  actuación.  
   
                            Cumplido el breve receso vacacional volvió a la carga  en el gimnasio con el entrenador Rolando Leyva y entonces en su mente bullía un  pensamiento: buscar la primera posición mundial entre los halteristas del peso  mediano. 
   
                            A partir del mes de enero de 1993 la Federación Internacional  de Halterofilia (FIH) introdujo cambios sustanciales en los límites mínimo y  máximo de las 10 divisiones y, por consiguiente, comenzó una nueva etapa en la  historia de este deporte.  
   
                            El objetivo principal de la medida consistió en hacer  más realistas las marcas en los dos ejercicios (arranque y envión), aparejada a  la lucha sin cuartel contra el uso de productos anabolizantes. 
   
                            Dada tal circunstancia, en lo adelante, el criollo  compitió en la división de los 76   kg., donde encontró adversarios de la talla del búlgaro  Yoto Yotov (160-200), el coreano del norte Jon Chol Ho (162,5-195), el griego  Viktor Mitrou (162,5-195), chino Lin Shou Feng (157,5-195) y el ruso Serguei  Filimov (160-190). 
   
                            Casi al finalizar el propio año 1993, exactamente el  25 de noviembre, en jornada de gala, Pablo implantó dos marcas mundiales en el  envión (203 y 205 kg.)  y ganó con facilidad tres medallas de oro en los Juegos Centroamericanos y del  Caribe con sede en Ponce, Puerto Rico.  
   
                            Otro de los grandes momentos de su carrera tuvo lugar  delante de sus compatriotas capitalinos, cuando la noche del 27 de marzo de  1994 salió a la tarima para medir fuerzas consigo mismo en el torneo internacional Manuel Suárez In Memoriam. 
   
                            La presencia de Lara en el ejercicio de arranque,  después que el resto de los rivales cumplieron las respectivas actuaciones,  hizo pensar a los especialistas en la posibilidad de un día histórico.  
   
                            El registro parcial de 160,5 kg. (0,5 mejor a la  marca personal conseguida meses atrás en Ponce) apenas fue el preámbulo. En la  sala de calentamientos la pizarra indicaba que iniciaría el envión con 195 kg., pero al concluir el  resto de los participantes, por los altavoces anunciaron la colocación de 200 kg. en la palanqueta. 
   
                            Sobre el escenario, el monarca cubano exhibió  seguridad y confianza. Limpiamente elevó el peso y el locutor transmitió a los  presentes un segundo intento con 205,5, hecho de incuestionable repercusión.  
                            El asombro y la curiosidad trajeron a la sala un  silencio casi sepulcral. Los relojes marcaban las nueve con 18 minutos y a cada  lado de sus manos cuatro discos gigantescos marcaron la sentencia.  
   
                            Las tres luces blancas impuestas por los árbitros  señalaron la limpieza y cerrados aplausos premiaron el mejor comportamiento de  un pesista cubano en casa propia, aunque el resultado no sería homologado, pues  la FIH exige la  realización de pruebas antidoping... 
   
                            Nacido el 30 de mayo de 1968 en la barriada del Condado,  municipio Santa Clara, el muchacho siempre recuerda que su llegada a las pesas  se produjo de manera incidental, influenciado por un tío nombrado Lucio Lorda,  atleta juvenil al comenzar la década de 1980. En realidad, los deportes  preferidos por Pablo eran el béisbol y la lucha libre.  
   
                            Sin embargo, cuando le cogió el gusto a los hierros  fue tanta la dedicación que en 1983 ganó tres medallas de oro en la división de  60 kg.  de los Juegos Escolares Nacionales, celebrados en Guantánamo.  
                            En las siguientes dos ediciones repitió con triunfos  en 67,5 bajo la tutela del entrenador Javier Pérez y en 1986 pasó a la  preselección nacional. 
   
                            En Atlanta -24 de julio-, mientras ejecutaba el  segundo intento en el ejercicio de arranque (162,5 kg.), sufrió un  peligroso roce al borde de una callosidad en la palma de la mano derecha y  comenzó a sangrar abundantemente.  
   
                            Los desplazamientos y las acciones del cubano fueron  seguidos por el público y las cámaras de TV. Todos sabían que en la plataforma  competía el virtual vencedor e incluso muchos comentaban las declaraciones del  entrenador Rolando Leyva: "Pablo está preparado para llegar en el envión  hasta los 215 kg".  
                          
                            
                              
                                  
                                    Resultados en Juegos Olímpicos   | 
                                   
                                  
                                    BARCELONA (1992)  | 
                                   
                                  
                                    DIVISIÓN 75 KG. 155.0 – 202.5 –    357.5 (PLATA)  | 
                                   
                                  
                                    ATLANTA    (1996)  | 
                                   
                                  
                                    DIVISIÓN 76 KG. 162.5 – 205.0 –    367.5 (ORO)  | 
                                   
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                          Después de ejecutar el primer envión (205) ya Pablo  tenía en las manos el título olímpico con total de 367,5. Sus más cercanos  oponentes, Yoto Yotov (360) y Jon Chol Ho (357,5) no pudieron salir airosos ni  siquiera con 200 en ese movimiento y quedaron ubicados en la segunda y tercera  posiciones, respectivamente. 
                                 
                            Así logró sacar la espina clavada desde Barcelona... 
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