La rusa Yelena Isinbayeva logró la décima medalla de oro en grandes campeonatos al revalidar, con su récord mundial número 24 (5,05) el título olímpico de pértiga conquistado en Atenas, Grecia (2004).
La ventaja de la vencedora fue bastante amplia para dejar atrás a la estadounidenses Jennifer Stuczynski (4,80) y de su compatriota Svetlana Feofanova (4,75) en la final del salto con pértiga de los XXIX Juegos Olímpicos.
En una jornada triste para China, que perdió por lesión al gran ídolo Liu Xiang, Isinbayeva regaló su sonrisa a los 97 mil espectadores que tuvieron el privilegio de presenciar su magnífico salto sobre el listón situado a 5,05 del suelo, ya sola en competición, con el resto del programa del día agotado.
Después de dos años sin elevar un solo centímetro, Isinbayeva acumula tres récords en la temporada (5,03 en Roma, Italia; 5,04 en Montecarlo, Mónaco; y ahora 5,05).
Isinbayeva quedó sin rivales a medida que se elevaba el listón y a partir de 4,80 nadie le discutió la victoria. Stuczynski había arrebatado por cinco centímetros la plata a Feofanova con 4,80 y ambas se dispusieron a contemplar el remate de Isinbayeva, que pidió 4,95.
Necesitó tres saltos para batir el récord olímpico, y el récord mundial también le exigió tres intentos.
A partir de los Mundiales de París 2003, en los que sólo obtuvo la medalla de bronce, Isinbayeva ganó toda competencia donde se presentó: los Juegos de Atenas, tres mundiales en pista cubierta, dos al aire libre, un europeo en sala y otro al aire libre.
Es la única mujer que ha roto la barrera de los cinco metros y ha sido dos veces atleta mundial del año.
El abanderado panameño Irving Saladino refrendó su hegemonía mundial en el salto de longitud y dio a su país el primer oro olímpico con una marca de 8,34, discreta para él, pero inaccesible para sus adversarios.
La plata fue para el sudafricano Khotso Mokoena, campeón mundial bajo techo en Valencia, con 8,24, y el bronce para el cubano Ibrahim Camejo, con 8,20, en una final con cuatro atletas de habla española.
El campeón mundial Brimin Kipruto regaló a Kenia la séptima medalla de oro olímpica consecutiva en 3.000 metros obstáculos, en una carrera que se resolvió en el corto tramo comprendido entre el último obstáculo y la meta.
Kipruto paró el crono en 8:10.34, anticipándose en la meta al francés de origen argelino Mahiedine Mekhissi y a otro keniano, Richard Kipkemboi Mateelong, mientras que el defensor del título, Ezekiel Kemboi, sólo pudo ser séptimo.
Kenia, potencia hegemónica de la especialidad, consiguió hasta hoy ocho medallas de oro (incluidas las seis últimas), siete de plata y dos de bronce, y desde Seúl, Corea del Sur (1988) ocupó al menos los dos primeros puestos del podio. En Barcelona'92, los tres.
Fue una jornada propicia para Kenia. Pamela Jelimo, una atleta de 18 años con solo cuatro meses de experiencia en 800 metros, dio la primera medalla de oro olímpica femenina en pista con un golpe de autoridad en la última vuelta que la condujo victoriosa a la meta en 1:54.87 (récord mundial júnior), delante de su compatriota Janeth Jepkosgei y de la marroquí Hasna Benhassi.
Las atletas kenianos nunca habían ganado una medalla de oro en la pista y, de hecho, hasta este año nunca habían estado en una final femenina de 800, una prueba que entró en el programa olímpico en Amsterdam'28.
La mozambiqueña María Mutola, en el año de su despedida, soñaba con estar cerca del podio a sus 35 años y en su quinta final olímpica consecutiva, pero sólo obtuvo un digno quinto puesto.
China perdió a su ídolo, Liu Xiang, que tuvo que abandonar, aquejado de fuertes dolores en el tendón de aquiles derecho, cuando se disponía a correr la sexta serie de 110 metros vallas, víctima de una viejo lesión en la pierna derecha que se le reprodujo el sábado, cuando estaba curado de las molestias que sufrió al comienzo de la temporada veraniega.
Xiang, llamado a disputar al cubano Dayron Robles uno de los grandes duelos de los Juegos de Pekín, salió cojeando a la pista y entre gestos de dolor se apostó en los tacos de salida, pero tras una salida nula, renunció a competir con lágrimas en los ojos.
La cara amable del atletismo volvió a ofrecerla Usain Bolt. Dos días después de dar a Jamaica el primer oro olímpico de su historia en 100 metros con un nuevo récord del mundo (9.69), volvió al trabajo en el Estadio Nacional para pasar, con el menor gasto posible, la primera ronda de 200, su distancia predilecta.
En el regreso a la pista el nuevo prodigio de la velocidad dejó un puñado de anécdotas. La primera, que a diferencia de las cuatro carreras de 100, no ganó.
Generoso con los adversarios, dejó que el trinitense Rondell Sorrillo le adelantara en los últimos metros y ahora podrá contar algún día a sus nietos que llegó a la meta seis centésimas antes que el ser humano más rápido del planeta.
Por la tarde, Bolt se impuso en la primera carrera de la segunda ronda en 20.29, cuarto mejor tiempo. Desde el triunfo en la final de 100, no ha hecho más que dormir mucho y relajarse, según dijo.
En la primera selección de 400 sólo cinco atletas rompieron la barrera de los 45 segundos y, curiosamente, cuatro de ellos en la misma serie, la segunda, ganada por el bahamés Chris Brown con un tiempo de 44.79.
Los favoritos estadounidenses, Jeremy Wariner -defensor del título- y LaShawn Merrit se taparon. Especialmente el primero, que se impuso en la séptima y última serie con 45.23, vigilando descaradamente a sus rivales para no desperdiciar energías. Merrit, que le ha vencido dos veces este año, fue el quinto hombre por debajo de 45. Ganó la quinta serie con 44.96.
Stephanie Brown Trafton se convirtió en la primera estadounidense que gana el título olímpico de disco desde los Juegos de Los Ángeles'32, cuando ganó Lillian Copeland. Su primer lanzamiento, de 64,74 metros, le bastó para llevarse el título.
La cubana Yarelis Barrios, bronce en los Mundiales de Osaka y campeona panamericana y de la Universiada en 2007, logró la medalla de plata con un tiro de 63,64, y completó el podio la ucraniana Olena Antonova con 62,59.