Precisamente ayer miércoles leí una información cablegráfica fechada en Tokio, Japón, y la misma menciona la presencia del jinete Hiroshi Hoketsu, quien a la edad de 67 años lidera al grupo de competidores de la tercera edad inscriptos para competir en la cita olímpica de Beijing.
También la nota refiere que Hiroshi regresa a los escenarios cuatrienales, luego de 44 años de ausencia, porque participó en los Juegos organizados por su país en 1964, donde ocupó la posición 40 en la modalidad de saltos.
El tema me pareció muy sugestivo y salí a la búsqueda de antecedentes capaces de posibilitar las comparaciones entre el pasado y el presente, sobre todo en el período comprendido desde 1896 hasta 1988, cuando la defensa a ultranza de la regla 26, contemplada en la Carta Olímpica, limitaba la calidad en la mayoría de las disciplinas programadas.
Dentro de esa etapa y hasta el presente, la marca de longevidad para un medallista olímpico pertenece al tirador sueco Oscar Shawn (72 años y 280 días), ocupante de la segunda posición en Amberes, Bélgica (1920). Shawn debutó en Londres, Inglaterra 1908, con 60 años de edad. Además compitió en los de su país (Estocolmo, Suecia 1912) y concluyó en la capital belga.
A manera de interesante detalle cabe destacar que en las tres participaciones siempre lo acompañó su hijo Alfred, ganador de dos preseas doradas, una plateada y otra de bronce en la propia disciplina.
Con anterioridad a los Juegos previstos a desarrollarse en Barcelona, España (1992), el entonces presidente en ejercicio de la máxima entidad realizó unas declaraciones que cambiaron por completo el curso de los acontecimientos: “En los Juegos Olímpicos deben participar los mejores atletas”.
Atrás quedó el controvertido tema del amateurismo, piedra angular en el documento redactada por el barón Pierre de Coubertin, fundador del Comité Olímpico Internacional (COI).
A juicio de los estudiosos de la materia, tal decisión posibilitó ampliar la vida activa de los atletas en la totalidad de los países, porque, salvo en el caso del boxeo, única disciplina en la que no pueden participar profesionales, en las restantes los reglamentos solo exigen la calidad.
Antes de las confrontaciones en los escenarios catalanes, el competidor promedio participaba a lo sumo en par de Olimpiadas y después firmaba contratos en contadas disciplinas de equipos o ganarse el pan en otras actividades.
Las experiencias en los sucesivos Juegos Olímpicos, celebrados entre 1992 y 2004, dieron la razón a Samaranch, tras los excelentes resultados en numerosas especialidades de tiempos y marcas.
Otro ejemplo, de cara a Beijing, tiene como protagonista principal a la estadounidense Dara Torres, veterana nadadora que asistirá su quinta Olimpiada, luego de imponerse en las pruebas clasificatorias de 50 y 100 metros estilo libre.
Dara asegurar que vive una segunda juventud, después de una ausencia de ocho años, a partir de la presencia en Sydney, Australia (2000), donde conquistó sendos metales bronceados en 100 y 200 libre.
Mientras tanto, Hiroshi Hoketsu, autoapodado "la esperanza de los ancianos", está dispuesto a demostrar que mejoró con la edad como el buen vino y al responder sobre sus aspiraciones señaló: “Pienso finalizar en una posición respetable y para lograrlo entreno a diario casi 10 hora”.
Antes de Hoketsu, el japonés olímpico de mayor edad era Kikuko Inoue, que compitió también en la especialidad de doma, Seúl, Corea del Sur 1988, con 63 años y nueve meses.
Esperemos…