Sus apreciaciones acerca del recorrido que realizó por la zona norte de Argentina
Victor Pérez-Galdós Ortiz
Periodista de Radio Rebelde

Motivado por el ansia de conocer y con más sueños y voluntad que recursos, el joven Ernesto Guevara emprende el primero de enero de 1950 con una bicicleta a la que le adapta un motor, un recorrido que lo llevaría por distintas provincias de la zona norte de Argentina. En ese momento era estudiante de medicina de la Universidad de Buenos Aires. Tenía tan sólo 21 años.
Cuando comunica a su familia y amigos su intención de realizar ese viaje, no faltó quienes le auguraron un posible fracaso y le vaticinaron que sólo llegaría hasta sitios relativamente cercanos a la capital argentina.
Acerca de ello comentó que al salir de Buenos Aires iba lleno de dudas sobre la potencialidad de la máquina que llevaba y con la sola esperanza de llegar pronto y bien a Pilar, fin de la jornada, según decían algunas bien intencionadas lenguas de su casa, y luego a Pergamino, otro de los puntos finales que se le indicaban como posible meta a alcanzar.
Pero, relativamente pronto, logra vencer lo que fue la primera meta en su trayectoria por su país natal.
Ernesto atraviesa inicialmente la parte norte de la provincia de Buenos Aires y la sur de la de Santa Fe. Llega después a la ciudad de Córdoba y se hospeda en la casa de la familia Granado, con la cual había tenido relaciones desde 1942.
Tras unos días de ocio visita la zona de Tanti, donde contempla el espectáculo de la caída de los Chorrillos en las sierras cordobesas. Allí vive una singular experiencia ya que de acuerdo a lo que contó fue en esa zona, sobre la cascada, donde hizo sus primeros intentos como alpinista.
Continúa posteriormente el viaje hacia San Francisco del Chañar, donde Alberto Granado trabajaba en un leprosorio.
Unos días después visita la provincia de Santiago del Estero y prosigue de inmediato su recorrido en dirección a Tucumán. Disfruta a plenitud del paisaje que contemplan sus ojos y esto se puso de manifiesto en sus apuntes sobre el recorrido ya que afirmó que el camino a la salida de Tucumán es una de las cosas más bonitas del norte argentino.
Seguidamente sigue su transitar hacia la provincia de Salta. Atraviesa las altas montañas que se suceden hasta llegar a los contrafuertes de la cordillera de Los Andes.
De Salta viaja entonces a Jujuy, provincia del noroeste argentino que forma parte de la región de Puna, altiplano andino cerrado por cadenas montañosas que sobrepasan al oeste los cinco mil metros de altura.
Retorna el propio día a Salta y visita también el hospital de esa ciudad. Más adelante atraviesa los territorios de las provincias Catamarca y La Rioja. Llega a la ciudad de San Juan, capital de la provincia de similar nombre y ya de regreso hacia la capital argentina pasa por el sur de la provincia de San Luís y la zona norte de la de Buenos Aires.
En total, el joven Ernesto recorrería alrededor de 4 mil 500 kilómetros. Su foto fue después publicada por la revista “El Fígaro”, a instancia de la firma comercial del motor que utilizó en su bicicleta.
Este gran recorrido que hiciera por la zona norte de su país natal, no fue para él un simple viaje turístico sino que en correspondencia con su sensibilidad, aprecia la realidad existente en los sitios y ciudades que visitó y, por ende, vio más allá de lo que normalmente se refleja en las postales de carácter turístico. Precisamente, en las anotaciones que hiciera de este viaje, expresó que no se nutría con las mismas formas que los turistas y por eso había visitado hospitales y otros lugares para conocer la situación del pueblo.

• Julio Cortázar