El 29 de diciembre
de 1951 junto a su amigo Alberto Granado, el joven
Ernesto Guevara de la Serna inicia un viaje por
varios países de América Latina, que
mucho habría de contribuir en su formación
política y en poder tener una visión
acerca de la realidad de los pueblos de este continente.
Parten de la ciudad de Córdoba con una moto
a la que identifican como Poderosa II.
Ya desde varios
meses antes Ernesto y Alberto se habían puesto
de acuerdo para emprender ese recorrido.
Después
de transitar por varias provincias argentinas, en
el territorio chileno la moto sufre una seria avería,
por lo que tuvieron que dejarla en la capital de
ese país y continuar realizando el viaje
utilizando distintos medios de transporte, incluso
hasta una balsa.
Durante dicho
viaje que abarcó zonas de Argentina, Chile,
Perú, Colombia y Venezuela, en un recorrido
por más de nueve mil kilómetros, Ernesto
tiene singulares vivencias al visitar, por ejemplo,
leprosorios y también al compartir con mineros.
Específicamente
el 14 de junio, aniversario de su natalicio, él
departe con los enfermos y el personal médico
del leprosorio de San Pablo, en Perú y al
hacer un brindis en la fiesta que se organizó
con motivo de su cumpleaños destacó
cómo concebía que debía ser
la relación de los pueblos de América
Latina, al expresar: “Quiero recalcar algo
más, un poco al margen del tema de este brindis,
aunque lo exiguo de nuestras personalidades nos
impide ser voceros de su causa; creemos, y después
de este viaje más firmemente que antes, que
la división de América en nacionalidades
inciertas e ilusorias es completamente ficticia.
“Constituimos
una sola raza mestiza que desde México hasta
el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes
etnográficas. Por eso, tratando de quitarme
toda carga de provincionalismo exiguo, brindo por
Perú y por toda América unida”.
Ya con antelación
en un encuentro con los mineros de Chuquicamata,
Chile, Ernesto había experimentado otra singular
emoción y en sus notas de viaje señalaría
acerca de la impresión que le causó
apreciar la situación de una pareja de jóvenes
mineros y evidencia sus criterios con respecto a
la discriminación y explotación que
sufrían esos obreros, así como patentiza
el sentido que tenía acerca de la solidaridad
entre los seres humanos: “A la luz de una
vela con que nos alumbrábamos para cebar
el mate, y comer un pedazo de pan y queso, las facciones
contraídas del obrero ponían una nota
misteriosa y trágica, en su idioma sencillo
y expresivo contaba de sus tres meses de cárcel,
de su mujer hambrienta, que lo seguía con
ejemplar lealtad, de sus hijos, dejados en la casa
de un piadoso vecino, de su infructuoso peregrinar
en busca de trabajo, de los compañeros misteriosamente
desaparecidos, de los que se cuenta que fueron fondeados
en el mar. El matrimonio aterido en la noche del
desierto, acurrucado uno contra el otro, era una
viva representación del proletariado de cualquier
parte del mundo… no tenían ni una mísera
manta con qué taparse, de modo que les dimos
una de las nuestras. Fue una de las veces que he
pasado más frío, pero también
en la que me sentí un poco más hermanado
con esta para mí extraña especie humana.”
El viaje de
Ernesto Guevara y Alberto Granado concluye en julio
en Venezuela. El 26 de ese mes, desde Caracas, mientras
Alberto se queda en la capital venezolana, Ernesto
parte en un avión con destino a su país
natal, vía Estados Unidos, con el objetivo
de concluir sus estudios de medicina.
Tras permanecer
durante más de un mes en territorio estadounidense
debido a la rotura del avión en que viajaba,
regresa a Buenos Aires el 31 de agosto.
En Argentina
reconstruye sus notas de viaje en las que detalla:
“El personaje que escribió estas notas
murió al pisar de nuevo tierra argentina,
el que las ordena y pule, “yo”, no soy
yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Ese
vagar sin rumbo por nuestra “Mayúscula
América” me ha cambiado más
de lo que creí”.
Ocho años
después, ya convertido en un prestigioso
dirigente de la Revolución Cubana, al impartir
una conferencia ante los trabajadores de la Salud
Pública y recordar ese viaje realizado por
distintos países de América Latina,
Ernesto Guevara, expresó que en aquellos
instantes él soñaba con ser un médico
y un investigador famoso, quería triunfar,
pero que el viaje le permitió entrar en contacto
con la miseria, con el hambre, con las enfermedades
y con otros terribles males.
Y seguidamente
agregó: “Y empecé a ver que
había cosas que, en aquel momento, me parecieron
casi tan importantes como ser un investigador famoso
o como hacer algún aporte substancial a la
ciencia médica; y era ayudar a esa gente”. |