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Héroes nacionales para todos los tiempos, los ganadores de medallas de los Juegos Olímpicos Modernos atraen el cariño y el  respeto de un pueblo conocedor y devoto del quehacer deportivo.

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Alberto Juantorena: el caballero de las pistas  

Alberto Juantorena Danger: El Caballero de las Pistas

Aunque en una biografía escrita por el colega Enrique Montesinos y publicada en 1980, la mamá de Alberto, Yolanda Danger, relató que su hijo siempre andaba corriendo, incluso para hacer los mandados, ahora me atrevo a decir que el muchacho, nacido en Santiago de Cuba, el 21 de noviembre de 1950, jamás imaginó que el paso del tiempo lo llevaría a convertirse en el primer ser humano capaz de imponerse en las carreras de 400 y 800 metros planos de una edición olímpica.

Por supuesto, la escalada en par de ocasiones a lo más alto del podio en los Juegos de Montreal no resultó en modo alguno fácil, pues la primera aspiración de Alberto consistía en integrar la selección nacional de baloncesto.

Debido a que tenía una estatura cercana a 1,90 metros, buena saltabilidad y rapidez en los desplazamientos fue matriculado en la Escuela Provincial de Perfeccionamiento Atlético (ESPA), ubicada entonces en el santiaguero reparto Vista Alegre.

Los sueños parecieron transformarse en realidad con el posterior ingreso en la ESPA Nacional durante el curso 1970-1971. Ese mismo año participó en torneo de mayores como refuerzo del equipo Oriente, bajo la conducción del experimentado Rafael "Gato" Carbonell.

En realidad, vio poca acción, pero el hecho de aparecer en una nómina donde estaban los conocidos Inocente Cuesta, Alejandro Urgellés, Tomás Herrera y Juan Domecq lo motivaron para expresarle a su padre Efraín: "Tú verás que voy a ser grande, un campeón, y viajaré ... tu verás".

Mientras los avances en el deporte de las canastas no alcanzaban las exigencias del técnico Mario Soler, cada día en las sesiones de entrenamiento, una mirada seguía los movimientos del espigado joven santiaguero.

El silencioso espía era José "Cheo" Salazar, preparador de corredores juveniles de velocidad y vallistas, quien estaba convencido de tener al alcance de la mano a un innegable talento para las pistas.

Convencer al entrenador "Mayito" Soler costó Dios y ayuda contaba "Cheo" Salazar. Tampoco Alberto ocultaba las preferencias por el baloncesto, sin embargo, "tanto va el cántaro a la fuente... ".

La tarea de dar el visto bueno definitivo correspondió al especialista polaco Zigmund Zabierzowski, por aquellos días responsabilizado con los corredores de la preselección nacional.

Ello ocurrió exactamente el 8 de marzo de 1971 en la pista del estadio Pedro Marrero, donde luego de darle la primera vuelta al óvalo, Zigmund detuvo el cronómetro en los 500 metros y el tiempo de 1:07,0 fue suficiente para él.

La constante dedicación de Juantorena, conjugada con las sabias enseñanzas y los acertados consejos de Zabierzowski no tardaron en revelar registros sobresalientes en los 400 metros planos.

  Alberto Juantorena: el caballero de las pistas

Después de intervenir en la tradicional gira atlética en la campaña de 1972 se ganó la confianza del entrenador y fue incluido en el reducido grupo de 16 competidores de campo y pista que asistieron a los Juegos de Munich. Allí la actuación concluyó con el quinto lugar en semifinales (46,07). Sin embargo, Zigmunt miraba al futuro...

El primer triunfo de envergadura en la arena internacional llegó el 18 de agosto de 1973, cuando cruzó primero la meta en los 400 metros planos (45,4) de los Juegos Mundiales Universitarios celebrados en Moscú.

Como especial reconocimiento recibió dos preciadas distinciones: Mejor Atleta del Año en Cuba y en Latinoamérica, esta última elección llevada a cabo por la agencia de noticias Prensa Latina.

En la cumbre de Montreal

Los relojes marcaban las 5:14 minutos de la tarde del 25 de julio en el estadio olímpico al momento de producirse el disparo del starter para dar la arrancada en la final de los 800 metros planos.

Alberto Juantorena corría por el carril número cinco y lo flanqueaban, por el cuatro el estadounidense Rick Wohlhuter y en el seis el indio Sri Ram Singh.

Además aparecían en otros carriles como virtuales favoritos el belga Ivo van Damme, el alemán Willie Wulbeck y el británico Steve Ovett.
Las atentas miradas de unos 72 mil espectadores siguieron los pormenores y al cumplirse la primera vuelta pasó delante Singh (50,9).

Juantorena asumió el comando antes de los 600 metros (1:17,0) y en el resto del recorrido imprimió mayor velocidad a las piernas para opacar el desesperado ataque de Wohlhuter hasta concluir el sprint con marca mundial y olímpica de 1:43,50.

Con menos de 24 horas de descanso, el flamante titular volvió a la pista con el objetivo de correr en las eliminatorias de los 400 metros planos y su ubicación como el tercero de los clasificados con discreto tiempo de 47,89 en el sexto y último heat de la jornada no fue muy alentador que digamos.

Ese día intervino en los cuartos de finales y la mejoría resultó ostensible al entrar segundo (45,92), inmediatamente detrás del australiano Richard Mitchell (45,76).

Resultados en Juegos Olímpicos
Munich (1972)

400 metros planos: 46,07 eliminado en la semifinal.

Montreal (1976)

400 metros planos:        44,26       Oro

800 metros planos:     1:43,50      Oro
Récord mundial y olímpico

Moscú (1980)

400 metros planos: 45,09 cuarto lugar

 

El registro de 45,10 en las semifinales del 28 de julio despejó varias incógnitas, pues en la final cualquier cosa podía suceder.

Y así fue...

En los distintos carriles corrieron también otros siete hombres de reconocido calibre, entre ellos los estadounidenses Fred Newhouse (44,89) y David Jenkins (45,20). Nuevamente cientos de miles de corazones latieron con mayor fuerza en la querida Isla y no era para menos.

Uno de sus hijos buscaba realizar una hazaña sin precedentes. Antes de que pudieran percatarse de lo sucedido, "El peligro", Alberto Juantorena Danger, pasaba triunfador con marca personal de 44,26. La alegría del pueblo cubano inundó todos los rincones del país.

La última actuación olímpica del criollo tuvo lugar en los Juegos de Moscú. Afectado por numerosas lesiones acudió a la cita y después de notables esfuerzos en las eliminatorias y semifinal aceptó resignado la cuarta posición en los 400 metros planos (45,09) frente al soviético Vixtor Markin (44,60), el ya señalado Mitchell (44,84) y el alemán Frank Schaffer (44,87), ganadores de las medallas en este orden.
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  María Caridad Colón Ruenes

María Caridad Colón Ruenes: Ella fue la primera

Esta joven nacida el 25 de marzo de 1958, en la oriental localidad de Baracoa, primera villa fundada por los colonizadores españoles en fecha tan distante como febrero de 1512, protagonizó en los Juegos Olímpicos de Moscú uno de los grandes momentos en la historia del atletismo femenino latinoamericano, luego de lanzar la jabalina hasta la distancia de 68,40 metros para ganar la medalla dorada.

María Caridad, bella mulata con pelo color azabache, a la sazón estudiante de licenciatura en Cultura Física, se convirtió en la primera mujer conquistadora de un título en esta región del continente americano.

"Yo estaba convencida que desde el primer disparo debía jugarme el todo por el todo, pues un buen lanzamiento inicial podría actuar como factor sicológico y afectar el posible rendimiento del resto de las participantes", declaró a los medios periodísticos en conferencia de prensa.

Todos los cubanos, sin excepción, recordamos aquel memorable 25 de julio de 1980, cuando la muchacha con segura carrera atravesó el carril de impulso y el implemento salió disparado, dibujó una especie de semicírculo en el aire y se clavó en el césped del gigantesco estadio Luzhniki.

La marca de 68,40 metros conseguida en la primera de las seis oportunidades no sólo dejó boquiabiertos a las decenas de miles de espectadores, sino también puso en aprietos a las otras 11 competidoras.

En sus intentos correspondientes, la alemana Ruth Fuch, una de las virtuales favoritas no pudo pasar de 63,94 metros, ni tampoco llegó más allá de 65,08 la local Tatiana Biryulina, recordista mundial desde hacía par de semanas con 70,08.
Por otra parte, la soviética Saida Gumba (67,76), junto a las germanas Ute Hommola (66,56) y Ute Richter (66,54) fueron las más cercanas seguidoras de la cubana para ubicarse por ese orden en el resultado final.

Concluida la batalla competitiva, la joven baracoesa pudo descargar toda la tensión contenida y mientras por su mejilla corrían sentidas lágrimas expresó: "Diez millones de cubanos lanzaron la jabalina conmigo hasta los 68,40 metros".

Tales palabras impactaron a los miembros de la delegación criolla presentes en el estadio. María Caridad exhibió el temple y el valor característico de los grandes campeones e hizo resonar bien alto las patrióticas notas del Himno Nacional.

¿Quién era María Caridad Colón? ¿Cómo llegó a la cita moscovita? En realidad, desde niña pocas veces sintió atracción por alguna disciplina específica, ya que lo suyo era estudiar con el objetivo de alcanzar un título universitario.

Sin embargo, como parte de sus estudios primarios recibió clases de Educación Física y llegó a destacarse en una competencia escolar denominada cuatrilón (carrera de 60 metros, salto de altura, 80 metros con vallas y lanzamiento de la jabalina).

En tres ocasiones, debido a sus resultados, la seleccionaron para matricular en la Escuela Provincial de Iniciación Deportiva (EIDE), pero sólo pudieron convencerla al iniciarse el curso 1972-1973.

Las cosas del deporte vinieron a tomar cierta importancia en su vida como alumna del Instituto Preuniversitario Cuqui Bosch, en Santiago de Cuba (1974), donde cumplidas las sesiones docentes en las horas de la mañana, por la tarde entrenaba en la cercana Ciudad Deportiva bajo las orientaciones de Miguel Angel Justiz.

El veterano entrenador santiaguero apreció desde el primer momento determinadas cualidades y en cierta ocasión realizó la observación siguiente: "Esa flaquita saca el brazo rápido".

En 1975 la promovieron a la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA) nacional y en menos de un año de trabajo como atleta juvenil viajó a la Ciudad de México, donde logró medalla de oro en el certamen internacional Santiago Nakazawa con 49,74 metros. Unos meses más tarde la llamaron a la preselección nacional.

En la edición del Memorial Barrientos (1978), exactamente el 20 de mayo, consiguió su primer récord nacional al registrar 60,62 metros y ello le aseguró la participación en los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe en Medellín, Colombia.
Allí triunfó en la prueba con marca de 63,40 nuevo récord del área y nacional (20 de julio) y dos semanas después (2 de agosto) consiguió otro disparo de 63,50 metros, lo cual le permitió ubicarse en el sexto lugar del ranking mundial detrás de las consagradas Fuchs, Hommola, Richter, la británica Thersa Sanderson y la estadounidense Kathryn Schmidt.

Resultados en Juegos Olímpicos
1980: Moscú, Unión Soviética

Lanzamiento de la Jabalina: 68,40 metros

 
Asistió a los Juegos Deportivos Panamericanos, San Juan, Puerto Rico (1979), y el 14 de julio se convirtió en monarca continental con envío de 62,30 metros, pero la victoria no la dejó del todo satisfecha, debido a la ausencia de la Schmidt, quien desde el 11 de septiembre de 1977, en Hamburgo, Alemania, poseía la marca mundial de 69,32 metros.

Antes del compromiso en Moscú, María Caridad Colón había superado el primado nacional en 10 ocasiones y aumentado el rango de 60,62 a 68,04 metros. Por consiguiente, no era una improvisada en estos trajines…
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Javier Sotomayor Sanabria  
Javier Sotomayor Sanabria: Señor de las alturas

En contados minutos la noticia recorrió el mundo, estaba fechada el 8 de septiembre de 1988 y se originó en la provincia española de Salamanca.

El escueto despacho de la agencia EFE señalaba: ¡El cubano Javier Sotomayor se convirtió en el nuevo recordista mundial del salto de altura al sobrepasar el listón colocado a 2,43 metros!

Atrás quedaba la anterior marca en poder del sueco Patrick Sjoberg (2,42), lograda en su natal Estocolmo el 30 de junio de 1987. Por cierto, en la exitosa jornada de Patrick también compitió Sotomayor y ocupó la cuarta posición con discreto salto de 2,24.

"Soto" aún no había cumplido los 21 años de edad -Limonar, 13 de octubre de 1967- y el mejor registro personal era de 2,37 metros, logrado unos días antes en Atenas(20 de junio de 1987).

Cuando pasamos la mirada a las mejores marcas mundiales de todos los tiempos en las competencias de campo y pista, de inmediato saltan a la vista los resultados del joven matancero.

Entre los recordistas más antiguos, su nombre aparece junto al alemán Jurgen Schultz, monarca de los discóbolos (74,08 metros) desde el 6 de junio de 1986 y el ruso Yuri Sedykh, titular de los martillistas (86,74) a partir del 30 de agosto de 1986.

Entonces, el veterano entrenador cubano José Godoy Sánchez, también presente en la histórica competencia, realizó un estremecedor vaticinio: “Soto” tiene para algo más”.

Cuantos lo rodeaban escucharon la sentencia, pero ninguno se atrevió a mencionar una palabra, porque todos sabían que “El Viejo”, como acostumbraba a llamarlo su destacado discípulo, era hombre de pocas palabras y tampoco le gustaba alardear.

Desde 1961, Godoy formó parte del colectivo técnico de la preselección nacional de atletismo y en su hoja de servicios aparecen como discípulos los recordistas nacionales Hilda Fabré, Miguel Durañona, Richard Spencer y Juan Francisco Centelles.

Javier comenzó con el veterano preparador en 1982; entonces tenía una estatura de 1,86 metros y la marca personal era 1,95. Según contaba Godoy, cuando comenzó a trabajar con el muchacho, siempre partió del principio de formar primero al hombre y después al atleta.

A continuación expresó: “En el gimnasio adaptamos los ejercicios generales y especiales a las condiciones de un adolescente con 15 años de edad. Debo añadir que el talento del muchacho era tanto, que en menos de un año ya saltaba 2,17 metros.”

El resultado alcanzado en Salamanca no fue obra de la casualidad, pues antes del inolvidable día presentaba 24 pruebas y en 22 pasó sin problemas sobre 2,30 o más. Aquella sería la última competencia de 1988 y el rango acordado para el año estaba fijado entre 2,39–2,41 metros.

En los primeros intentos venció sin dificultad las alturas de 2,20, 2,25 y 2,30. Falló dos veces 2,36 y tras superarla quedó solitario. La táctica trazada impuso pedir 2,40 y al lograrlo, lo inmediato consistió en romper la marca del mundo.

Poco menos de seis meses después, exactamente el 3 de marzo de 1989, acaparó los titulares de los diarios especializados, luego de ganar la medalla dorada en el II Campeonato Mundial Bajo Techo, celebrado en Budapest, Hungría, con otra marca mundial (2,43).
 
San Juan, Puerto Rico, sirvió de escenario al segundo primado universal del año en ocasión del XII Torneo Centroamericano y del Caribe. El 29 de julio del año mencionado, en tarde de gala, regaló a los aficionados boricuas un salto de 2,44 para hacer vibrar los graderíos del estadio Sixto Escobar.

La  muerte de José Godoy en el mes de enero de 1990 constituyó un fuerte golpe emocional para el alumno. Al valorar la situación, planteó: “Perdí al maestro, al amigo, a mi padre. Me juré a mi mismo, tragándome las lágrimas, que en los Juegos de Barcelona conquistaré el título olímpico que él tanto añoraba.”

Confiesa Sotomayor que le costó trabajo adaptarse a los métodos y exigencias del nuevo técnico Guillermo de la Torre: “Godoy me había acostumbrado a su estilo paternal, pero al fin y al cabo, Guillermo y yo limamos asperezas, encajamos. El Viejome llevó a la gloria, Guillermo consiguió mantenerme en ella.”

Durante la etapa previa al compromiso olimpico de Barcelona realizó 12 competencias en la temporada veraniega con igual número de triunfos y una media de 2,30 metros, por lo que esos resultados le concedieron la etiqueta de favorito.

Efectivamente, la tarde del 2 de agosto de 1992, el público presente en el catalán estadio Montjuic lo aplaudió hasta el delirio al conocerlo vencedor frente a otros cuatro saltadores: Patrick Sjöberg, Hollis Conway (EUA), Timothy Forsyth (AUS) y Arthur Partyka (POL), los cinco empatados con 2,34.

Un año después, de vuelta a los escenarios españoles, con la experiencia acumulada y recién estrenado como monarca olímpico, el público presente en la instalación de Salamanca, ahora nombrada Javier Sotomayor, gracias al mérito de la primera hazaña, recibió al ídolo con inolvidables honores.

Allí, justo a las 14:50 horas del 27 de julio, la varilla colocada a 2,45 metros de altura, esperaba por el único hombre capaz de franquearla.

El análisis de la cronología de los registros mundiales en el salto de altura, a partir de la marca de 2,22 metros implantada por el estadounidense John Thomas, 1 de julio de 1960, revela que cada uno de los plusmarquistas hasta el 2,45 de Sotomayor, otra vez en Salamanca, 27 de julio de 1993, solo pudo adicionar un centímetro en la lucha contra la ley de la gravedad.

Sin embargo, el impresionante registro en los inicios del ciclo olímpico no pudo impedir que en los Juegos de Atlanta (1996) su actuación calificara como la peor en tan exitosa carrera. En las eliminatorias clasificó con 2,28 metros, pero dos días más tarde (28 de julio), de lleno en la prueba final, derribó tres veces la varilla situada a 2,25 y finalizó la competencia en el lugar 11.

El sonado revés lo estremeció de pies a cabeza. Incluso pensó en la posibilidad del retiro. Tal vez el recuerdo del profesor Godoy contribuyó a la positiva reflexión. Otro Javier Sotomayor salió al área de los saltos en la sexta edición mundialista en Atenas (1997). Para muchos especialistas, el primer lugar (2,37) frente a Forsyth (2,35), Partyka (2,35) y el estadounidense Charles Austin (2,25) le devolvió la confianza y su mirada quedó fijada en Sydney.

El compromiso continental de Winnipeg, Canadá (1999), apenas un año antes de la cita olímpica, reservó a Soto otro duro golpe al retirarle la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA) el título ganado en buena lid y, además, decidieron suspenderlo dos años, tras anunciar que los análisis de orina revelaron el consumo de cocaína. Javier rechazó de plano la imputación y todo el pueblo cubano lo respaldó.

Entre reclamaciones y apelaciones transcurrieron varios meses. Sotomayor se mantuvo alejado de los escenarios competitivos, aunque nunca dejó de entrenar, pues estaba convencido que tarde o temprano la razón se impondría. Y así fue. La Comisión Antidoping del Comité Olímpico Internacional (COI) acordó reducir a un año la sanción y ahora el criollo podría presentarse ante los aficionados australianos.

El esperado duelo contra el ruso Viacheslav Voronin, único saltador capaz de sobrepasar el listón colocado en 2,40 metros en los últimos cinco años, solo quedó en eso, porque el europeo fue eliminado al fallar en tres ocasiones 2,29.

Esa altura la renunció Javier, conocedor de que ahí no se decidiría la medalla de oro, y reservó fuerzas para 2,32, la cual venció en el segundo intento.

Resultados en Juegos Olímpicos
Barcelona (1992)

Salto de altura:      2.34 metros    Oro

Sydney (2000)

Salto de altura:      2.32 metros    Plata

 

La varilla subió a 2,35 y parecía vislumbrarse el ganador. Soto marchaba a la cabeza y en lo alto las nubes amenazaban con hacer estragos. Otro ruso, Serguei Kliugin salvó sin dificultad la marca para tomar la delantera.

Par de minutos después llegó la tormenta definidora, ya que ninguno de los restantes competidores pudo sobrepasarla en medio del aguacero.

Javier Sotomayor regresó a casa con una merecida presea de plata..., pero sus registros contra la Ley de la Gravedad al aire libre y bajo techo constituyen retos intocables desde hace casi dos décadas.
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Maritza Marten García  

Maritza Marten García: La Negra tiró con todo

¿Cuántos aspectos al unísono rodearon el momento en que la capitalina realizó el quinto lanzamiento del disco para conquistar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona?

Alrededor de 70 mil personas repletaban los graderíos del estadio Montjuic la tarde del lunes 3 de agosto de 1992. En lo más alto el reloj electrónico indicaba las 2:14 minutos...

Segundos antes, su compatriota Ana Fidelia Quirot, una de las favoritas para imponerse en la prueba de los 800 metros planos, no pudo rematar en los finales y cruzó tercera (1:56,80), antecedida por la holandesa Ellen Van Langen (1:55,54) y la rusa Lilia Nurutdinova (1:55,99).

En Cuba, otra persona muy importante en la carrera de Maritza, su entrenador Hermes Riverí, aguardaba con impaciencia el resultado de la prueba.

A la hora apuntada, Riverí viajaba en ómnibus hacia el domicilio del reparto San Agustín y casi sin darse cuenta repasaba mentalmente las últimas instrucciones impartidas a la pupila al dejarla en Sevilla una semana atrás.

Un vecino lo interceptó a pocos metros de llegar a la casa para darle la grata nueva: "Coño, compadre, Maritza tiró con todo y ganó la medalla de oro".

"Aunque estoy acostumbrado a las emociones competitivas -apunta Riverí-, lo primero que hice fue tomarme un vaso de agua y encender el radio para conocer detalles".

Pasados algunos días, Maritza y el profesor desafían una vez más al caliente sol caribeño en el área de entrenamientos situada al fondo del estadio Panamericano, pues el próximo compromiso será en breve, durante la sexta Copa del Mundo a celebrarse en la capital cubana.

Copiosas gotas de sudor bañan por completo a la bonachona negra, cuya permanente sonrisa parece amortiguar la impresionante fortaleza física traducida en 1,78 metros de estatura y 97 kilogramos de peso.

El diálogo gira ahora alrededor de lo ocurrido antes y durante el certamen olímpico. Hermes Riverí toma la palabra y recuerda: "Nosotros comenzamos la preparación en el mes de octubre de 1991 y el promedio de sesiones semanales de preparación fue de 10. Cada una de las etapas contempló distintos volúmenes e intensidades en los ejercicios. Hasta los días previos a los Juegos ella hizo alrededor de siete mil lanzamientos, además del trabajo con las pesas, los saltos y el kilometraje en las carreras para adquirir la fuerza, la velocidad y la resistencia aplicadas al implemento".

Por su parte, la campeona se encarga de contar qué sucedió después de regresar Riverí a Cuba, luego de imponerse Maritza en el Campeonato Iberoamericano de Sevilla con envío de 70,68 metros: "Yo me encontraba en excelentes condiciones y logré la clasificación para la final de Barcelona con 65,68 metros. El resto dependería de la concentración. Los lanzadores siempre buscamos asegurar el primer intento, pues si alcanzas un buen resultado adquieres mayor confianza y, al mismo tiempo, puedes desestabilizar la estructura técnica en los movimientos de los contrarios. Esta vez cuando hice el segundo envío (65,64) me coloqué detrás de la búlgara Sventanka Khristova (67,78)".

En la quinta ronda el implemento, de madera y placas metálicas, con peso exacto de un kilogramo, cubrió la trayectoria y los jueces establecieron prestos la distancia del recorrido: 70,06 metros.

Ahí mismo asumió la delantera y sólo faltaba completar la sexta y última oportunidad. De manera sucesiva fallaron Khristova, la alemana Ilke Wyludda, la australiana Daniela Costian, la rusa Larisa Mikhalchenko y la china Zhao Yonghua.

Aunque algunos lectores lo pongan en dudas, la hercúlea morena, nacida en el barrio habanero de Párraga, 17 de agosto de 1963, dio los primeros pasos en las distancias cortas -tenía 11 años de edad- bajo la tutela de la otrora estelar gacela oriental Miguelina Cobián en la pista del parque Ciro Frías.

En la etapa de crecimiento presentó tendencia a engordar y el aparente handicap de la frustrada velocista lo supo aprovechar en la propia instalación el fallecido entrenador Victor Suárez.

Par de años más tarde, en la categoría 12-13 años, en los Juegos Nacionales Escolares llegó el primer triunfo con registro de 39 metros exactos.

Disciplinada y voluntariosa a más no poder, Maritza siguió al pie de la letra los consejos de Victor, pero nunca quiso confesarle la atracción especial que sentía por la jabalina.

Resultados en Juegos Olímpicos
Barcelona (1992)

Lanzamiento del Disco:  70.06 metros     ORO

 

Terminados los estudios secundarios en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) Mártires de Barbados (1977) pasó a la ESPA Nacional y ahí llegó el fructífero encuentro en el alto rendimiento con Hermes Riverí. La jabalina pasó al olvido y el interés por el disco se convirtió en pasión.

Sin embargo, de vuelta a la escena en la cita cuatrienal de Atlanta, la cubana no consiguió tan siquiera clasificar entre las finalistas al realizar en las eliminatorias del grupo a un discretísimo envío de 60,08 metros, marca bastante inferior a sus posibilidades reales.

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Anier Octavio García  
Anier Octavio García Ortíz: Por la puerta grande

Nacido en la ciudad de Santiago de Cuba, 9 de marzo de 1976, llegó a compromiso de Sydney dispuesto a no respetar ni nombres ni hombres y así lo cumplió en la jornada del 25 de septiembre, cuando al registrar 13 segundos exactos dejó bien atrás a los ranqueados estadounidenses Terence Trammell (13,16), Mark Crear (13,22) y Allen Johnson (13,23), además del recordista mundial de la especialidad, el británico Colin Jackson, quien debió conformarse con un discreto quinto lugar (13,28).

La historia de Anier dentro de la pista comenzó bien temprano en su provincia natal y de igual manera llegaron los primeros triunfos en los Juegos Deportivos Escolares Nacionales (1990).

A manera de interesante detalle podemos apuntar que los primeros pasos dentro de la categoría escolar lo vieron crecer junto a su mamá Bárbara Ortiz, a la sazón profesora de la disciplina en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) santiaguera.

Para él aquellos momentos guardan una especial significación, porque tal vez sea el único caso en Cuba y pusiera ser muy contado en el mundo, pero si algo le quedó pendiente debido a dicha influencia fue que nunca probó surte en los 100 metros planos.

Dotado de excelentes cualidades físicas, luego de cumplir los requerimientos de la categoría como practicante de eventos múltiples, definitivamente fue escogido para enfrentar el reto de las 10 vallas en la distancia de 110 metros planos.

A fuerza de voluntad, también venció las exigencias de los entrenadores hasta llegar a la preselección nacional. Los antecedentes más directos provenían de uno de los grandes, Alejandro Casañas, doble medallista de plata en Montreal, Canadá (1976), y Moscú, Unión Soviética (1980).

Llegado el momento de la verdad, Anier nunca dejó traslucir la más mínima inseguridad, aunque era conocedor que tenía por delante la principal carrera de su vida. Había que aprovecharla y siempre se concentró en hacerlo bien para ganar sin el menor de los contratiempos.

Horas antes de la carrera, el entrenador Santiago Antunez explicó a los reporteros: "Anier García pudiera ser la gran sorpresa de Cuba en estos Juegos Olímpicos porque él no sufre ningún tipo de presión. En realidad, muy pocos esperan un oro de él, por eso se siente mucho más libre y lo está demostrando".

El muchacho salió airoso en las eliminatorias y semifinales, algo que de inmediato llamó la atención de los especialistas, a quienes apenas tenían referencias de él. Tampoco se inmutó cuando fue indicada una arrancada en falso, pero al llegar la hora de la verdad ninguno de los rivales pudo seguirle el paso.

"Sabía que iba a ganarles a todos, lo sabía", repetía sin contener la alegría. Y no era para menos, porque Anier García realizó la mejor carrera de su vida al superar en siete centésimas la marca personal, "Soy un campeón olímpico desde hace cinco minutos", concluyó antes de abandonar la pista para dirigirse hasta el camerino.

Entre las principales cualidades de Anier, según expresa Antúnez destacan la fortaleza física, capaz de conjugarla con casi precisión milimétrica al enfrentar cada uno de los 10 obstáculos a lo largo del recorrido.

Tampoco es posible pasar por alto, que nunca creyó en los nombres de sus adversarios, pues para él cada carrera resultaba un duelo contra sí mismo, porque era capaz de trazarse objetivos propios. En resumen, nunca la gustaba perder.

La posibilidad de clasificar para la final en Sydney le permitió codearse de tú a tú con cuanto valía y brillaba en el cierre del pasado milenio, aunque al propio tiempo algunos especialistas lo consideraron como verdadera sorpresa.

Resultados en Juegos Olímpicos
SYDNEY (2000) ORO

Anier García   (CUB)

13,00

Terrence Trammell (EUA)

13,16

Mark Crear (EUA) 

13,22
ATENAS (2004)   BRONCE

LIU XIANG   (CHN)

12,91

TERRENCE TRAMMELL (EUA)

13,18

Anier García (CUB)

13,20
 

Quienes así lo escribieron desconocían por completo sus  credenciales atléticas, a partir de alcanzar la segunda posición en el Mundial de Sevilla, España (1999), aunque también en certamen universal bajo techo en París, Francia (1997) entró primero a la meta.

Entre los presumibles rivales, uno de ellos, Allen Johnson, lo conocía muy bien, porque llegaron a enfrentarse cuatro veces y en tres oportunidades cayó vencido por el antillano en diferentes escenarios.

La prueba sobre la pista austriaca reveló una marcada tensión al producirse dos arrancadas en falso, pero fiel a la acostumbrada concentración en el bloque de arrancada, Anier en modo alguno fue afectado y al sonar el disparo del starter tomó la delantera hasta detener los cronómetros en 13 segundos flan, la mejor marca de su vida.

No hubo lugar a las casualidades, porque en Sydney ganó el mejor en toda la línea…

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Iván Pedroso Soler  
Iván Pedroso Soler: en el último salto

A la edad de 27 años (Ciudad de La Habana, 17 de diciembre de 1972) el joven saltador llegó a Sydney precedido de honores, por tratarse del atleta más victorioso en su modalidad (cinco títulos mundiales bajo techo y cuatro al aire libre), sin pasar por alto al legendario estadounidense Carl Lewis, ganador de cuatro medallas de oro olímpicas en las citas de Los Ángeles, Estados Unidos (1984), Seúl, Corea del Sur (1988), Barcelona, España (1992) y Atlanta (1996).

Iván presentó sobresalientes cartas credenciales en el Torneo Iberoamericano de Sevilla, España (1992), donde clavó los pinchos en la distancia de 8,53 metros y después tejió una secuencia de triunfos sucesivos en certámenes importantes a lo largo de los siguientes ochos años, aunque también tuvo momentos de tristeza, como le sucediera semanas antes de la cita en Atlanta, cuando una peligrosa cortadura casi lo pone fuera del deporte activo.

Completamente recuperado, después de una cirugía, retorno a los escenarios competitivos para ganar el tercer título mundial bajo techo en París, Francia (1997).

Los triunfos conseguidos a lo largo de ese ciclo olímpico lo llevaron a Sydney con la etiqueta de virtual favorito frente a los retos de dos peligros oponentes: el jamaicano James Beckford y el español Yago Lamelas, sus más cercanos seguidores en el ranking mundial de la especialidad.

La competencia en el tanque de salto en Sydney marchaba por cauces normales e incluso la ausencia en la final de los dos hombres citados pareció despejar el camino del cubano, pero ahí surgió la inesperada oposición del local Jai Taurima, cuyo aval apenas presentaba un discreto cuarto lugar en la cita mundialista sevillana con registro de 8,35 metros.

Como si se tratara de un deporte de combate, en el cual el contraataque oficia, Taurima puso bueno el ambiente durante poco más de una hora de competencia. La secuencia en los tres saltos iniciales fue la siguiente: Pedroso (Falta – 8,34 – Falta), Taurima (Taujima (Falta – 8,18 – 8,34).

Después Pedroso tomó la delantera con un salto de 8,41 y el australiano marcó 8,40. La batalla cobró visos dramáticos, luego de que el cubano cometiera su tercera falta en el quinto salto y Taurima elevó la marca a 8,49 metros.

Iván Pedroso solicitó palmadas, y acto seguido inició el recorrido con una velocidad inferior a la acostumbrada para no pisar la plastilina delatora por cuarta vez. El despegue fue impecable y la fase de vuelo un verdadero alarde de técnico hasta fijar registro de 8,55 metros.

El estadio pareció caerle encima a Taurima. Ciertamente, el hombre no podía más, pero el hecho de hallarse ante sus parciales lo llevó al esfuerzo supremo, aunque en el salto final no pudo ir más allá de los 8,28. "El Terrible Iván había conquistado el mundo".

Resultados en Juegos Olímpicos
SYDNEY (2000) ORO

IVÁN PEDROSO  (CUB)

8,55

JAI TAURIMA     (AUS)

8,49

ROMAN SCHURENKO (UCR)

8,31
 

La mejor marca del cubano es de 8,71 metros, pero permanece la duda de si debería haber sido plusmarquista mundial, porque en el tradicional certamen de Sestrieres de 1995, el cubano saltó 8,96 metros, lo que suponía un nuevo récord, un centímetro por encima de los 8,95 de Powell.

El anemómetro indicaba un viento a favor de 1.2 (hasta dos se considera homologable). Sin embargo, la marca fue posteriormente invalidada debido a que en una fotografía podía verse a un hombre  delante del anemómetro, lo que pudo afectar a la medición del viento.

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Yumileidis Cumbá Jay  
Yumileidis Cumbá Jay: inesperada medalla de oro

Cuando el estadio Panatenaico de Atenas abrió por primera vez sus puertas a la resurrección de los Juegos Olímpicos en la Era Moderna, 6 de abril de 1896, las mujeres estuvieron ausentes de las competencias, porque sencillamente así lo quiso el renovador francés Pierre de Fredy, cuarto barón de Coubertin.

Pasados 108 años, la capital griega volvió a organizar las citas cuatrienales, esta vez la número 27, y la histórica instalación recibió, a modo de simbólica recordación la competencia de impulsión de la bala.

Dos cubanas Yumileidi Cumbá y Misleydis González aparecían dentro del grupo de 16 atletas inscriptas, acontecimiento de significativa trascendencia, dado el lugar y las circunstancias, pero también por codearse ellas con la élite de dicha especialidad.

Para los especialistas, las favoritas en los respectivos vaticinios, entre las cuales podemos contar a la alemana Astrick Kumbemuss, ganadora del metal bronceado en Sydney, Australia, cuatro años atrás.
En idéntica dimensión fueron valoradas la rusa Irina Korzhanenko y otra alemana, Nadine Kleinert, ocupantes de las dos primeras posiciones en el ranking mundial de 2003.

Las criollas apenas recibieron opciones para subir al podio, a pesar de que la Cumbá era la titular panamericana y una semana antes llevó el implemento hasta la distancia de 19,97 metros, en el torneo Iberoamericano, con sede en Huelva, España. 

De lleno en el área competitiva, el terreno tenía reservada serias sorpresas, porque la germana Kumbemuss quedó fuera de competencia en la primera ronda y las cubanitas consiguieron clasificar.

Tal vez el comportamiento de Misleydis en esa ronda, con 18,59, no satisfizo sus propias aspiraciones para concluir en el octavo lugar, mientras Yumileidi en la última oportunidad marcó 19,59 metros y desplazó de la segunda plaza a la Kleinert (19,55). 

De manera supuesta, las acciones favorecieron a la joven Irina Korzhanenko, capaz de registrar soberbio 21,96, muy superior al de cualquiera de sus adversarias. Sin embargo, par de días después al Comité Olímpico Internacional (COI) decidió retirarle la medalla dorada, tras revelar los correspondientes análisis de orina el consumo de estanozol, esteroide anabólico similar al utilizado por el canadiense Ben Johnson, en los Juegos Olímpicos de Seúl, Corea del Sur (1988). 

Conforme a los reglamentos, Yumileidi Cumbá recibió la presea de oro, la de plata perteneció a Nadine Kleinert y el bronce fue colgado en el cuello de la también rusa Svetlana Krivelyova (19,49 metros.

Resultados en Juegos Olímpicos
ATENAS (2004)

Yumileidis Cumbá (CUB)  ORO

19,59 m

Nadine Kleinert  (ALE) PLATA

19,55 m

Svetlana Krivelyova (RUS) BRONCE

19,49 m
 

Sobre la loza del aeropuerto internacional habanero José Martí, la familia del atletismo cubano recibió con sonadas muestras de satisfacción a la esbelta morena guantanamera, que a la edad de 29 años (11 de febrero de 1975) dio tremendo alegrón a sus compatriotas. 

Por boca del entrenador Justo Navarro conocimos algo que agigante el merecido galardón: "Aunque no llevaba el vaticinio de medallista, nuestro sueño era conquistar una. Si observamos sus actuaciones en los últimos dos años fueron estables.

Ganó en el Mundial bajo Techo este año y cerca ya de la competencia fundamental sus rendimientos mejoraron de manera progresiva, lo cual indicaba que ella estaba en condiciones de obtener alrededor de 20 metros en Atenas y así lo hizo…"

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Osleidys Menéndez  

Osleidys Menéndez: un disparo, nada más

Rebozante de alegría, junto a su entrenador Dioniso Quintana, la muchacha reía a mandíbula batiente, como nunca antes lo hizo, mientras alrededor de 70 mil asistentes al Estadio Olímpico de Atenas aplaudían hasta el delirio a la monarca, ubicada en lo más alto del podio.

Muchas razones tenía para sentirse así, porque, además de cumplir el sueño de su vida, la victoria fue indiscutible al lograrla con el primer lanzamiento de 71,53 metros, apenas un centímetro menos del primado mundial conseguido por ella en el propio territorio griego, (71,54), Rethymnon, 1 de julio de 2001.

La imaginaria repetición de lo sucedido durante la competencia impone al redactor señalar que el implemento tomaba altura y después planeaba, antes de clavarse en el césped.

Al unísono, todos los presentes aquella tarde del viernes 27 de agosto, lanzaron exclamaciones de asombro, pues en décimas de segundo valoraron la envergadura del acontecimiento. Eran testigos de un envío de rango universal y tal privilegio casi siempre resulta irrepetible.

También Osleidys sabía que la jabalina llegaría bien lejos y observaba la trayectoria desde la línea límite indicativa de foul ¿Cuántas cosas pasaron por la mente?, es posible que ni pueda recordarlo, pero si de algo estaba segura era que ese día para ganarle sería necesario implantar marca del orbe.

Atrás quedaba los peores momentos vividos el año anterior, cuando los resultados competitivos en los Juegos Deportivos Panamericano, Santo Domingo, República Dominicana (60,20), la ubicaron en el tercer lugar y, par de semanas más tarde quedó relegada a la quinta posición en el Campeonato Mundial de Atletismo, París, Francia.

La triunfadora conversó ampliamente con los periodistas cubanos y extranjeros: "Llegué con mucha ansiedad al estadio y dispuesta a darlo todo, pero luego conversando con mi entrenador Dionisio Quintana logré controlarme y poner mucha concentración en la prueba.

Acerca de cómo enfrentó el reto de sentirse favorita y hacerlo delante de un público que la admiraba y recordaba lo sucedido tres años atrás en otra localidad griega, señaló:

"Nunca salgo a buscar un récord, aunque siempre trató de buscar una buena marca en el primer lanzamiento. A mi madre dedico esta importante victoria, estoy segura que vio mi actuación por la televisión.

También a Dionisio, quien es como si fuera mi padre, a mi querido pueblo de Cuba y a todas las amistades que me apoyaron en los momentos difíciles.

¿Quién es Osleidys Menéndez Sáez? ¿Cómo llegó a los planos estelares del atletismo mundial?

Aunque responder el par de interrogantes planteadas parezca fácil, sintetizar en breves líneas la hoja de servicios de una recordista mundial y olímpica es mucho más compleja.

Nacida en el municipio Martí, provincia de Matanzas, 14 de noviembre de 1979, casi podríamos decir que llegó a las competiciones deportivas, bien temprano, por su complexión física y excepcionales habilidades para ejecutar los ejercicios desde la escuela primaria.
   
A la edad de 12 años comenzó a lanzar la jabalina por primera vez y cuentan algunos de sus condiscípulos que era capaz de hacerlo con la pelota de béisbol mejor que cualquiera de ellos.

Sin cumplir l7 primaveras asistió al Mundial juvenil de Sydney, Australia (1996) y allí conquistó la medalla de oro, tras registrar 60,96 metros y volvió a repetir el triunfo dos años más tarde en la edición convocada para Annecy, Francia, con 68,17.

Resultados en Juegos Olímpicos
SYDNEY (2000)

Trine Hattestad  (NOR)

68,91

Mirella Manjani-Tzelili  (GRE)

67,51
Osleidys Menéndez  (CUB)
66,18
ATENAS (2004)
Osleidys Menéndez  (CUB)
71,53
Steffi Nerius  (ALE)
65,82

Mirella Manjani-Tzelili  (GRE)

64,29
 

Aunque la atleta matancera debutó muy joven en Sydney (20 años), también presentaba en la hoja de servicios resultados de primer nivel entre las mayores, porque ganó en los XIII Juegos Deportivos Panamericanos, Winnipeg, Canadá (1999), al clavar la jabalina en 65,85 metros y estimulante cuarta posición en el compromiso universal de Sevilla, España.

Su actuación en el territorio australiano le reportó un metal bronceado al disparar 66,18 metros, apenas antecedida por la noruega Trine Hattestad (68,91) y la griega Mirilla Manjani-Tzelili (67,51), por lo que a partir de ese momento comenzaron a respetarla como indiscutible promesa.

A punto de cumplimentar la tercera participación en los escenarios olímpicos, aparece entre las mejores jabalinistas del orbe y aún es dueña absoluta del registro mundial con 71,70 conseguido en la cita mundialista de Helsinki, Finlandia (2005).

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