La Habana, Cuba.- El año 50 de la Revolución ha sido una genuina forja de trabajo y creación, como cualquiera de este cincuentenario que celebramos los cubanos y otros pueblos hermanos. Este último lapso cierra con la acogida extraordinaria a Cuba en el Grupo de Río, en la histórica reunión de Salvador de Bahía, Brasil, de hace pocos días, a la que asistió la casi totalidad de los gobiernos al Sur del Río Bravo, que redimieron la bochornosa separación de la Isla a la OEA, a instigación del Gobierno de Washington de entonces.
Casi medio siglo de bloqueo y agresiones de este poderoso país ha actuado contra Cuba, lo que no tiene otra causa que la rabia vengativa de los batistianos y criminales de guerra desalojados del poder y fueron recibidos por círculos reaccionarios de EE.UU., que en tanto tiempo han hecho lo indecible por destruir la Revolución cubana. Resistir ese feroz asedio depara honra para la pequeña nación del Caribe y vergüenza para los Estados Unidos y para las ideas de la derecha política de ese país.
El año 50 de la Revolución ha sido un gran taller en la recuperación de los cuantiosos daños inflingidos a la nación cubana por tres huracanes tropicales, que se presentaron muy seguidos, devastando campos y ciudades, como nunca antes. La terrible secuencia de la naturaleza no derivó lamentaciones, sino dio paso de inmediato a un gran empeño nacional de recuperación de redes eléctricas, viviendas, escuelas y otras edificaciones sociales, y desató en la agricultura un vasto esfuerzo en las siembras, de las ya han empezado a recogerse sus primeros frutos.
La lucha de Cuba por restañar lo destruido ha sido ejemplar y aleccionadora, y los cubanos nos sentimos orgullosos por ello, y agradecidos también porque no nos ha faltado la fraterna ayuda solidaria del mundo entero, a excepción del poderoso y soberbio Gobierno que, implacable, nos bloquea.
El año 50 de la Revolución, en su última gloriosa etapa, es digna del medio centenar de años anteriores, en los que se generalizaron las medidas revolucionarias, ganadas a sangre y fuego en las montañas, campos y poblaciones, luchando contra una sangrienta dictadura que aún expulsada del poder, sus integrantes trataron de impedirnos el avance, con la ayuda enemiga.
Cuba resistió el embate contrarrevolucionario propugnado desde el exterior, se irguió sobre los principios y se mantuvo firme aún en las circunstancias peores, y salió triunfadora. Al mismo tiempo, quizás solitarios, los cubanos desplegaron las grandes transformaciones revolucionarias y sentaron las bases de su desarrollo, a pesar de la obsesiva y enfermiza vendetta del Gobierno norteamericano de turno.
El año 50 de la Revolución, empero, nos acercó al pueblo norteamericano, que se mostró interesado en Cuba y sus cambios, y empezó a frecuentar con curiosidad a la Isla, hasta que el Gobierno de su país lo impidió con prohibiciones y severas multas. Otras naciones enviaron hasta a sus familias a nuestro turismo sin juegos de azar ni sexo, y en la presente temporada se marcará un buen nivel de esas entradas de paseantes. En este campo, nuestra nación instrumentó su comercio internacional, pero aún con algunos faltantes estratégicos, que están dirigidos a salvar vidas de niños y adultos, también debido al absurdo bloqueo y a la guerra económica, y pesar de la censurable extraterritorialidad de las leyes estadounidenses contra la Cuba rebelde.
La Revolución cuenta hoy con logros científicos de la biotecnología y de un modesto esfuerzo en otras ciencias, y sus exportaciones, de las que muchas se viabilizan al calor de la solidaridad cubana hacia otros pueblos, como lo es la salud, alfabetización y deporte. Cuba, desde hace mucho tiempo en este medio siglo, no ha dejado un niño sin escuelas y ha multiplicado, con su esfuerzo educativo, su capital humano.
En estos años se ha prestado un valiente apoyo a pueblos africanos, que procuró y preservó la independencia de varios de sus Estados y logró el fin del vergonzoso apartheid racista, de lo cual Cuba también se siente orgullosa por sus hijos, que han luchado con valor y tenacidad en todo momento, muy a la altura de la Revolución y del ejemplo de Fidel.