Sin disparar un tiro cogimos la policía marítima
Texto y foto: Carlos Sanabia Marrero
Corresponsal de Radio Rebelde
21 de diciembre del 2008 12:55 p.m
Santiago de Cuba (R.Rebelde).-Las lágrimas son la sangre del alma y esa fue la impresión que me quedó cuando terminé la conversación sostenida con el combatiente Walfrido Ferriol Ruiz.
En los días finales de diciembre tropas del Tercer Frente Rebelde, dirigidas por el Comandante Juan Almeida Bosque, tenían cercado a Santiago de Cuba con la misión de impedir la entrada o salida de fuerzas del ejército batistiano.
Entre los combatientes que estaban listos para el asalto a la segunda ciudad en importancia del país que defendían cinco mil efectivos del ejército, la policía, la marina, chivatos y manferreristas, estaba Walfrido Ferriol Ruiz.
“Nos encontrábamos de la parte atrás de la refinaría frente a la bahía y allí nos enteramos por radio alrededor de las 7 de la mañana el día primero que había huido Batista y de inmediato recibimos la orden de entrar a Santiago y tomar la Policía Marítima…”
Avanzamos y desarmamos a la primera posta de policías y marineros que se entregaron sin decirnos nada y de ahí en adelante se nos dificultó la toma de la Policía Marítima porque el pueblo estaba en la calle, nos abrazaban, las mujeres nos besaban y todos dando gritos de vivas a Fidel, la Revolución y abajo batista, y no nos dejaban prácticamente caminar…”
Entre dos y cuatro de la tarde llegamos a la Estación de la Marítima y nuestro capitán Ocañito, el teniente Laureano Iglesias y Enrique Fuentes, entraron, hablaron con los jefes y sin tirar un tiro cogimos la Policía Marítima…”
El hecho de que la población se tirará a la calle, apoyándonos, eso nos ayudó a que ellos no ofrecieran ninguna resistencia y pudiéramos desarmarlos, apostando luego allí, un jeep con una ametralladora 30 encima… organizamos el resto de las postas y de inmediato un grupo de los restantes compañeros recibieron la orden de trasladarse al parque de Céspedes para esperar a Fidel Castro”.
Todo eso trascurrió en medio de un clamor popular que era más que eso, era delirio lo que había ese primero de enero de 1959 en Santiago”. |