En diálogo con la historia
Aneysi Rodríguez
Periodista de Radio Rebelde
8 de Enero del 2009 9:00 a.m.
Documental Radial sobre los 50 años del Triunfo de la Revolución cubana (mp3-5.4MB)
La Habana, Cuba.- Hace cincuenta años Cuba echó a andar por los caminos de la historia sin la tutela de potencias extranjeras. Tras varios intentos fallidos a lo largo de los dos últimos siglos, los cubanos lograron el primero de enero de 1959 tomar las riendas del país para consolidar un verdadero proyecto nacional, donde todos tuvieran cabida y participación.
Quienes asumieron la tarea de representar a los demás en los distintos órganos de poder por sus méritos en las luchas previas tenían ante sí un reto enorme: sacar del atraso a un estado varado por la monoproducción, monoexportación, acuerdos comerciales onerosos y sus nefastas consecuencias en el plano social.
De hecho, tropezaron con disímiles obstáculos, poca experiencia administrativa, multiplicidad de ideas sobre cómo fundar un país sobre cimientos de justicia y equidad social, una oposición férrea y activa desde Estados Unidos, poco apoyo latinoamericano, y la no siempre adecuada ayuda de los únicos aliados, los soviéticos y el campo socialista.
Sobre algunos de los principales momentos de estos últimos años, Radio Rebelde conversó con el profesor de la Universidad de La Habana Antonio Pitaluga, quien tuvo a bien desandar los caminos de una historia que, por su cercanía en el tiempo, resulta difícil de contemplar en toda su dimensión.
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- ¿Cuál podríamos valorar como el principal logro de la Revolución Cubana?
- “A partir de enero de 1959 hay verdaderamente una refundación nacional que se expresa en todo, en economía, en política, en sociedad, en vida cotidiana. Cuba, desde la perspectiva de un nacionalismo muy fuerte, va a tratar de llevar a cabo un gobierno verdaderamente popular y lo logra.
En primer lugar, la Revolución te marca la diferencia con los intentos independentistas anteriores, pero también representa la terminación de un modelo social, el desmontaje de un estado burgués y, al unísono, el montaje de un verdadero estado nacional sobre la base de nuevos sectores mayoritarios populares.
Su valor no está en la victoria del primero de enero. No se trata de llegar, cambiar el Ejército, la policía, las viejas instituciones y leyes, sino de crear una mentalidad revolucionaria de la que nunca sales, que lo subvierte todo, en especial los focos productores de cultura, porque ahí están los valores y normas por las que se monta una sociedad.
Y los cubanos lo hicieron y lo lograron, por ello la Revolución fue vista como una herejía por el mundo capitalista y sus centros de poder, e incluso, asimilada como algo sorpresivo por la entonces comunidad socialista, ya que la teoría no contemplaba un proyecto de corte marxista en el tercer mundo”.
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- ¿Cuánto de casual y cuánto de intencional tiene la declaración del carácter socialista de la Revolución a tan poco tiempo del triunfo?
- “Hubo un proceso de radicalización muy fuerte, acelerado por un grupo de acontecimientos, sobre todo de tipo externo. Fidel Castro ha dicho que pensaban en un proceso de construcción o acercamiento a posturas socialistas de manera gradual, incluso se hablaba hasta de una década.
Sin embargo, la torpeza de la política norteamericana disparó un nacionalismo muy intenso, facilitó el acercamiento inteligente de los soviéticos y, en menos de dos años, el país experimentó la transición de una etapa democrática- agraria- antiimperialista, a una de corte socialista”.
- Si tuviera que hacer una síntesis apretada sobre la Revolución, ¿qué momentos considera imposibles de obviar?
- “Por supuesto, el triunfo revolucionario de 1959 abriría esa cronología, luego vendrían la victoria de Playa Girón, la Crisis de Octubre, la Zafra de los 10 Millones, el Primer Congreso del Partido Comunista, la etapa de las misiones internacionalistas, el Período Especial y por último, La Batalla de Ideas.
Girón logró consolidar la fuerza del pueblo, es decir, hasta 1959 combatiente era el rebelde de la montaña o el llano, sin embargo, el proceso revolucionario ensancha ese concepto al miliciano, el policía, el obrero y, lo logra de una manera tal, que cuando se produce la invasión a Playa Girón, ya no va el rebelde de la Sierra o del llano a la defensa, va el pueblo.
Ese concepto se fue robusteciendo, y cuando el país tiene que desarrollar la lucha contra bandidos, ya no va el Ejército Rebelde, van las milicias, pero ¿quién está en las milicias?, el carnicero, el bodeguero, la ama de casa está en la Federación, es decir, hay un pueblo en función de una Revolución.
Luego tenemos la Crisis de Octubre o de los Misiles, resultado directo del Plan Mangosta, según el cual, el gobierno de Estados Unidos pensaba someter a nuestro país a una cuarentena e intervendría de forma directa con la participación de las Fuerzas Armadas, por lo que la dirección del país decide aceptar la instalación de misiles soviéticos.
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Es sumamente interesante cómo una Revolución subvierte la mentalidad para bien, para defenderla y para asumirla. El sentido de la muerte era tan cotidiano como heroico en aquellos días de octubre de 1962, por eso había gente en una trinchera jugando a la pelota y otros cantando, lo cual no significa ligereza o superficialidad, sino una absoluta disposición a darlo todo por el país”.
- ¿Era necesario para la defensa nacional pasar por la Crisis de Octubre?
- “La necesidad de defenderse ha sido una constante de la Revolución desde sus inicios. Nosotros nunca hemos querido la guerra ni una confrontación directa, pero si nos llevaban a esa situación teníamos que llegar hasta las últimas consecuencias y mantener y defender nuestras posturas.
Estados Unidos tenía la intención de aplastarnos a como diera lugar, y aquí no iban a sentarte de rodillas o a esperar tranquilamente a que eso sucediese, tenían que tomar todas las medidas y precauciones. Eso forma parte de una política, acuérdate siempre de que la mejor manera de evitar una guerra es preparándote para ella”.
- ¿Qué trascendencia le ve a la zafra de los 10 millones en el plano político y social, toda vez que desde el punto de vista económico fue un revés para el país?
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“La zafra no tuvo los resultados que se esperaban, y eso generó una mirada crítica a lo que había sido la Revolución. Lo bueno está en que esa revisión partió de la propia dirección del país y partió del propio pueblo, la responsabilidad por los resultados finales fue asumida de una manera colectiva, y hubo un sentido de autocrítica que se llevó a la máxima consecuencia.
Yo te digo que en el sentido popular sí fue un hecho muy importante, sí marcó, porque aunó un pueblo, quizás maduró la conciencia crítica de ese pueblo, y quizás le dio la posibilidad a ese pueblo de medir, de tener una dimensión más exacta de su fuerza y de su capacidad a la hora de plantearse en el futuro cómo encauzar la Revolución”.
- Si se criticaba el monocultivo, la monoproducción, ¿por qué una zafra de 10 millones y un pueblo entero abocado a ella?
- “Porque precisamente se apostó a una gran zafra que diera un excedente financiero para lograr dos cosas, primero sufragar los gastos de la molienda, y segundo, invertir los dividendos provenientes de la exportación en una industria no azucarera, porque se está hablando de la posibilidad de un desarrollo industrial acelerado.
Después la vida demostró que no era posible alcanzar el desarrollo así, pero ese sentido de ver la zafra como la posibilidad de activar nuestra industria y abrir nuevos caminos para salir de la monoproducción azucarera era parte de una perspectiva utópica propia de todas las revoluciones”.
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- ¿Qué aportó el Primer Congreso del Partido en ese contexto?
- “Te cierra una etapa, una etapa que te habla de provisionalidad, y te inicia un proceso de institucionalización dentro del país, habría que recordar la división político- administrativa, la creación del Poder Popular, la nueva Constitución, el país va a replantearse sus modelos de desarrollo y va a enrumbarlo dentro de una perspectiva de mayor planificación.
El Congreso significó una madurez política de la Revolución, que diseñó nuevos órganos de gobierno, nuevos órganos de dirección, de estructura de poder, y yo diría que marcó, no es la única fecha, pero es una de las fechas más importantes que marca una mayoría de edad de la Revolución”.
- En los años 70 y 80 Cuba ayudó a darle la estocada final al colonialismo en África. ¿Por qué podemos decir que fue un acto de solidaridad y no intervención o injerencia en asuntos de otros países?
- “Pienso que en ningún momento hubo injerencia, porque siempre respondimos a un pedido de colaboración sin exigir una compensación a cambio, y nunca fuimos a exportar ideologías, a hacer Comités de Defensa de la Revolución, crear partidos o sistemas socialistas, fuimos a defender procesos de liberación nacional, eso hay que destacarlo.
Algunas personas con un sentido quizás ingenuo te dicen, pero en Angola no hay socialismo, no, pero es que nosotros no fuimos a hacer el socialismo, a nosotros no nos lo pidieron y tampoco nos interesaba, simple y llanamente fuimos a ayudar a un pueblo a que lograra su liberación nacional.
La presencia cubana fue determinante en la historia de África durante la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en el cono sur africano. Hoy por hoy no existe el gobierno del apartheid en Sudáfrica; Angola y Namibia disfrutan su independencia. Esos hechos quizás hubieran ocurrido de todas formas, pero nuestra ayuda aceleró los acontecimientos.
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La colaboración cubana fue de varia naturaleza, esencialmente militar, pero hubo maestros, médicos, constructores, ingenieros, en ese sentido te estoy hablando de un aporte social, lo que clásicamente uno lo ve en el sentido militar y es la parte quizás más comentada, la parte más divulgada”.
- ¿Cómo repercutió esto en la estructura de las FAR?
- “El general de división Ulises Rosales del Toro, en la entrevista que concedió para el libro Secretos de Generales, decía que en las Fuerzas Armadas iba a existir por plantilla una presencia de oficiales con misiones internacionalistas y experiencia directa de guerra hasta 2015.
Eso te garantiza el conocimiento y te nutre, porque no es tan sólo la guerra de guerrillas, es la guerra quizás convencional adaptada a otros terrenos, y sobre todo te actualiza. A mí me parece que la ganancia es neta en esa perspectiva, de actualidad, de información, y sobre todo de ver como el enemigo va modificando sus tácticas, su perspectiva militar en general”.
- ¿Cómo el período especial afectó el decursar del movimiento revolucionario en Cuba?
- “En Cuba creo que de alguna manera pasó como en el resto del mundo revolucionario, hubo un cuestionamiento de lo que había sido el socialismo hasta ese momento, pero hay que ir a las lecturas, al espíritu del Marx original, de lo que se llama comúnmente como el marxismo critico, no el marxismo dogmático.
Si algo legó la caída del campo socialista fue la necesidad de vinculo constante y permanente entre cultura y revolución, eso está en los textos originales de Marx, cuando le da un sentido relacional a la construcción del poder, al desmontaje de la antigua sociedad, una sociedad movida por resortes emocionales, y la asimilación de esos elementos para la nueva sociedad.
Para el pueblo cubano fue un momento de crisis, hubo un replanteo de los valores, y los cubanos encauzaron sus vidas por vías diferentes a partir del derrumbe de un mundo que aparentemente era sólido y tenía un horizonte infinito, y la vida demostró que no, que en perspectiva uno iba a seguir por nuevos derroteros”.
- Cuando comenzamos a salir de la crisis se dan movilizaciones por el retorno de Elián, y estas a su vez dan paso a lo que llamamos La Batalla de Ideas, ¿hasta qué punto ese nuevo período de nuestra historia es necesario?
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- “La Batalla de Ideas tiene muchas explicaciones, responde en primer lugar a nuestra cotidianidad, a nuestros problemas como sociedad, pero si yo lo viera desde el punto de vista marxista, te diría que la Batalla de Idea es la continuidad de una permanente subversión cultural, de una permanente producción de una hegemonía socialista.
Es el hecho del auto reconocimiento de la Revolución de que si quiere sobrevivir, de que si quiere tener una permanencia, tiene que una y otra vez replantearse sus puntos de vista en aras de una perfección, aunque esa perfección tenga imperfecciones, por lo que te das cuenta de que tiene que existir un replanteamiento constante, porque sería fatal cruzarse de brazos.
Nunca he conocido una revolución pasiva, todo lo contrario, las revoluciones son excelentes huracanes, son excelentes experimentos sociales, donde se pone a prueba la dinámica del poder y donde hay una revaluación, es como si tu viraras el reloj de arena de la historia y comenzaras a contar de cero, es un punto inicial en la vida de todas las personas.
En este país se está produciendo ahora una dinámica revolucionaria sobre la base de otras figuras que también tienen un carácter histórico, y me parece que eso te va garantizar continuidad, sobre todo con un pensamiento, y sobre todo con una forma de entender y de asumir la Revolución.
¿Qué le espera a la Revolución Cubana?, te pudiera decir que le esperan muchas cosas, permanencia, una absoluta actividad y dinamismo, y en la propia medida en que quiera sobrevivir y mantenerse, no va estar exenta de retos, eso le va a sobrar, y deberá estar en la capacidad de renovar sus postulados, sus fundamentos, una y otra vez”.
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