Sin inocencias

Aunque su origen se remonta a una historia bíblica de tragedia y asesinato, el Día de los Inocentes cada 28 de diciembre lo asociamos en muchos países principalmente con bromas y travesuras entre las personas.

Y no está mal que lo lúdico y la risa nos movilicen en estos días finales del año, con algunos de esos engaños triviales que puedan resultar hasta divertidos.

Pero quizás debemos prestar mucha atención a no caer en otro tipo de inocentadas que puedan provocar daños mayores u otro tipo de amargas consecuencias, comenta para Haciendo Radio, el periodista Francisco Rodríguez Cruz.

En un contexto como el de Cuba, donde desde el exterior se tejen todo tipo de mentiras, medias verdades y manipulaciones sobre nuestra realidad, a veces también con la complicidad voluntaria o involuntaria de quienes aquí estamos, hay que prestar entonces mucha atención para no pecar por inocentes.

Hay personas que se creen acríticamente cualquier bola, rumor, susto que les llega por las redes sociales y grupos de Internet con una facilidad, que parecería que vivieran en un eterno 28 de diciembre.

Ahora mismo, después del anuncio de las medidas económicas cuya aplicación gradual deben comenzar a partir de enero, ya hay se han inventado plazos, montos, interpretaciones malévolas y hasta cataclismos imaginarios, para intentar enrarecer las celebraciones por el aniversario 65 de la Revolución.

No nos estamos refiriendo, por supuesto, a las preocupaciones legítimas que podamos tener como ciudadanía, porque sabemos lo difícil de la situación económica del país y lo que ello representa para muchas familias y personas que hoy sufren estrecheces y carencias.

Pero de ahí a creernos esas inocentadas para nada inocentes, más bien maledicentes y hasta malvadas, que se tejen mediante esa guerra psicológica virtual con el propósito de acentuar malestares y provocar tristeza y desesperanza, va un buen trecho.

Como vimos o escuchamos en la Mesa Redonda de este miércoles, comenzó también la explicación detallada de las medidas económicas previstas, sus verdaderos alcances y propósitos.

Esos mensajes habrá que hacerlos llegar por diversas vías a nuestra población, en una comunicación que no puede reducirse a los medios de prensa tradicionales.

También es responsabilidad cívica de cada cual buscar esa información en las fuentes que sepamos que no nos van a engañar ni jugar una trastada.

Sabemos bien que los mismos poderes que nos bloquean y persiguen económica y financieramente como país, junto con sus cómplices fuera y dentro de Cuba, son los que tratan de demonizar cualquier idea para superar ese cerco y los que simulan dolerse más por el sufrimiento que ellos mismos provocan.

La historia ha demostrado que a quienes así nos quieren coger de inocentes solo desearían recuperar los privilegios perdidos o las ventajas interesadas a las que aspiran.

Disfrutemos entonces de este día y las jornadas venideras, incluso entre las bromas y travesuras habituales. Pero en lo esencial, en lo que define el futuro de nuestras familias y pueblo, hay que estar siempre a cuatro ojos, sin inocencias de ningún tipo.

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