El santiaguero Osmany Jústiz Katt siempre ha sido maestro y nunca ha dejado de ser alumno. Así lo dice, convencido, el hoy doctor en Ciencias Pedagógicas y asesor del convenio integral de colaboración Cuba-Venezuela en el Ministerio del Poder Popular para la Educación.
Como a otros, la vocación por ayudar lo puso en el camino del magisterio, uno que ha recorrido con soltura y paso firme.
Fui profesor, luego director de escuela, estuve al frente del Sectorial de Educación en el municipio de Contramaestre. Más adelante, trabajé como jefe del departamento de Preuniversitario en la provincia, hasta ocupar el cargo de subdirector general de Educación en Santiago de Cuba.
En Venezuela, el profesor Osmany se ha sumado a la búsqueda de una mejor educación, de cara al futuro. En ese afán, como parte de las Misiones Educativas Cubanas, ha contribuido a la formación de profesionales de alta valía científica y ha cumplido tareas que, según comenta, siguen curtiéndolo como maestro.
De acuerdo con el profesor Jústiz, “la misión me aporta mucho, porque cada día aprendemos de nuestros compañeros cubanos y venezolanos. Por mi parte, trato de aportar lo que esté a mi alcance. Es una satisfacción que mis compañeros sepan que pueden contar conmigo.”
Por sus conocimientos y experiencia, Osmany se ha hecho imprescindible consejero y mentor de los que se afanan por una mejor educación en Venezuela. Sin embargo, desde la humildad, el experto mantiene insaciable su sed de aprendizaje.
Siempre se aprende y siempre se enseña, incluso, desde puestos de dirección. Ser maestro es, para mí, una vocación que persigo desde muy joven. Yo digo que es la profesión de profesiones, es un mérito y un privilegio ser maestro, por lo que permite darle a los demás.
Así dice, convencido, Osmany Jústiz Katt, un gran maestro cubano que, ahora en tierras bolivarianas, no deja de enseñar y, mucho menos, de aprender.
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