Según la historia de la radio en Cuba, cuando surge la radio (peligroso rival comercial de la prensa escrita teniendo en cuenta los anuncios), este medio no se interesó en divulgar sus actividades.
Al expandirse la etapa comercial, la variada programación de las emisoras demandó una prensa especializada y fue así que surgieron las dos revistas radiales que trataron de llenar esa necesidad del medio en desarrollo. Ellas fueron Radio Guía y Radiomanía.
Lo mismo que las primeras radioemisoras, estas primeras publicaciones surgen modestamente.
Sus editores no tenían mucho dinero y realizaban un gran esfuerzo personal. Ellos mismos redactaban y corregían esas publicaciones: Recorrían las distintas emisoras con el fin de obtener datos y entrevistar a los artistas. También visitan casas comerciales en busca de anuncios, y hasta se encargan de la distribución de las publicaciones llevando los ejemplares a los puestos de venta, en un automóvil de alquiler.
En ocasiones, la salida de esas revistas impresas demoró, porque no había dinero para pagar la imprenta.
Por fin se creó un sistema estable. Existió un vendedor de libros que tenía un punto de venta en la calle O’Reilly, en la Habana Vieja. Se llamaba Madiedo y tuvo a su cargo la distribución de las nuevas publicaciones, las ya mencionadas Radiomanía y Radio Guía.
Para asegurar la salida fija de esas publicaciones, este distribuidor anticipaba el dinero de la edición, que descontaba después de la venta.
A este primitivo y eficiente sistema de comercialización, se añade otra pequeña publicación: se llamó Guión y fue el tercer intento editorial que incluyó notas de cine y radio, con la letra de las canciones que más se escuchaban en ese momento.
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