Cuenta el investigador Oscar Luis López en su libro que entrados los años 50, el Circuito CMQ de los hermanos Mestre dominaba CMQ Radio, con una cadena telefónica y ocho plantas retransmisoras en toda la Isla que comprendían: Radio Reloj, Radio CMBF, con programas musicales selectos; CMQ Televisión, Canal 6, CMBF Televisión y el Canal 7.
Posteriormente, CMBF Televisión operó el Canal 4, y el Canal 7 se reservó para una empresa que transmitió solo películas y que controlaba su doblaje en inglés y la importación de películas de largo metraje.
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Se planearon también cortos musicales y los llamados kinescopios, para establecer en toda la América un sistema similar al de las grabaciones de la radio, distribuyendo las películas a los canales de televisión.
En la exhibición de películas se combinó el cine-teatro Radio Centro, que permitía traer estrellas internacionales para presentarlas en CMQ (tanto en radio como en la televisión), en el teatro así como en Tropicana, en el Montmartre y en los grandes casinos de los hoteles de turismo.
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En toda esa cadena de negocios, la más sacrificada fue la radio por ser el eslabón más débil de la cadena.
Locutores, directores y técnicos, enamorados del nuevo medio televisivo, tuvieron que someterse a los métodos de los hermanos Mestre.
La radio se fue quedando sola, como un gigante dormido. Y nadie tuvo en cuenta que seguía siendo un gigante dormido.
Frente a unos miles de televisores en centros urbanos, seguían funcionando, en ciudades y campos, por todos los rincones de Cuba, más de un millón de receptores de radio.
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