Cuenta el historiador de la radio, Oscar Luis López, que el éxito que tuvo la actriz cubana Enriqueta Sierra tras concluir su gira con la compañía teatral de don Luis Roncoroni por países de Europa, recibió propuestas para debutar en Madrid. Sin embargo, la joven rechazó lo que era entonces una consagración: actuar en España.
Enriqueta Sierra prefirió quedarse en Cuba para impulsar el teatro nacional de la primera década del siglo XX.
Por aquellos años se inició un movimiento literario que buscó dar expresión propia a la escena habanera, dentro de los moldes tradicionales del drama.
Impulsada por el catedrático Salvador Salazar, con el aporte de José Antonio Ramos y Gustavo Sánchez Galarraga, la Sociedad Pro-Teatro Cubano reunió a un grupo de intelectuales y universitarios, en el intento de crear una expresión teatral distinta al género bufo que impulsaron en el Teatro Alhambra, Federico Villoch, los hermanos Robreño y otros autores, respaldados por la música criollísima de Anckermann y Marín Varona, entre otros.
Entonces, Enriqueta Sierra se unió a ese movimiento y aportó el prestigio y la popularidad de su nombre teatral, para estrenar piezas de jóvenes autores criollos a los cuales no se les abrían los escenarios, acaparados por las obras europeas de más atracción en la taquilla.
Surgió luego la famosa temporada teatral que comenzó en el Politeama Chico (en lo que fue la azotea de la conocida Manzana de Gómez en la Habana), y continuó en el teatro Principal de la Comedia, donde por varios años los habaneros conocieron todo el teatro que se escribía en esa época, en estrenos en los que alternaron las primeras actrices: Enriqueta Sierra, Pilar Bermúdez, notable figura española radicada en Cuba; y Celia Adams.
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