Recorriendo la interesante investigación que Oscar Luis López dejara plasmada en su libro de referencia, La Radio en Cuba, sabemos que el son que nace en Oriente y se difunde por toda Cuba con el inmortal Trío Matamoros gracias a la creciente presencia de la radio en los hogares cubanos.
Es la época en la que se afianza en la Habana el famoso Sexteto Habanero y más tarde el Sexteto Nacional de Ignacio Piñeiro, quedando fijada la influencia africana desde los mismos inicios de las trasmisiones radiales.
Al igual que el Sexteto Habanero, otras agrupaciones musicales contribuyeron a difundir a autores, compositores e intérpretes, que gracias a la radio comenzaron a ser conocidos y famosos.
Cuando surge el danzonete se crea el cantante como un elemento más dentro de las orquestas. Esta innovación del músico y compositor matancero Aniceto Díaz ha perdurado hasta nuestros días.
El primer cantante que estrenó la conocida pieza Rompiendo la Rutina, primer danzonete que se dio a conocer, el 8 de junio de 1929, en la Sociedad Casino Español de Matanzas, fue Arturo Aguiló.
Sin embargo, a partir de 1931 el danzonete encuentra su máxima expresión femenina en la voz y el ritmo de Paulina Alvarez, acompañada por la orquesta Elegante, que dirigía el flautista Edelmiro Pérez.
Durante los 10 años que duró el furor del danzonete, la radio contó con sus mejores intérpretes masculinos como lo fueron, entre otros, Fernando Collazo, Abelardo Barroso, Cheo Marquetti, Luisito Valdés, Josetto Núñez, Alberto Aroche, Mario Jiménez, Vicentico Valdés, Miguelito García, y Alfredito Valdés.
Pero la máxima expresión vocal del danzón lo fue sin dudas Barbarito Diez, quien desde la década de los 30 mantuvo su estilo inconfundible ligado a la orquesta de Antonio María Romeu.
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