Cuenta el investigador Oscar Luis López en su libro La Radio en Cuba, que, surgida en forma imprevista, sin planes ni organización, sin haberse estudiado su gradual adaptación al medio cubano, la televisión creó un caos dentro del medio radial complicado ya por los problemas internos que existían.
Y las consecuencias de esta situación no se hicieron esperar; por una parte, muchos artistas jóvenes, por razones fotogénicas, se impusieron rápidamente en la televisión sin tener una preparación profesional.
La fama que rápidamente se adquiría en la televisión, le impuso a la radio figuras que desconocían este medio.
Por idénticas razones de fotogenia, esos jóvenes y bien parecidos artistas de la televisión convirtieron de la noche a la mañana en estrellas de la pantalla, pero mediocres en la radio por lo que elevaron artificialmente su categoría.
Los planos, las luces y los ángulos de cámara con que los productores defendían a muchas figuras, fueron factores solo para la imagen, pero que por los propios códigos de la radio, no favorecieron el triunfo artístico en la radio.
Otro aspecto que no garantizó el triunfo en la radio de los jóvenes galanes de la televisión, fue el hecho de que ante la necesidad de memorizar y ensayar continuamente, los mejores talentos radiales se fueron de este medio para dedicarse solo a la televisión.
Otro aspecto que atentó contra la estabilidad de los jóvenes artistas en la radio fue el hecho de que los nuevos talentos que llegaron a la radio, impresionados por la televisión, vieron en la radio como un trampolín para llegar a la televisión.
Y para colmo de lo peor para la radio, sucedió que al ser los mismos artistas tanto para la radio como para la televisión, fue necesario priorizar los ensayos y montajes de la televisión.