Si no recuerdo mal años atrás los pregones eran recibidos con agrado por los vecinos en las cuadras ya que eran una forma de enterarse sin salir de las casas de un grupo de mercancías necesarias, entre otras, verduras, frutas y viandas.
Los vendedores pasaban anunciando sus productos en una carretilla con cierta frecuencia o llevándolos sobre sus hombros, pero la cuestión se ha ido de las manos y al menos en La Habana esas ventas se volvieron un martirio entre otras razones al descontrol que existe sobre los vendedores y los horarios de venta.
Proliferan los vendedores de pan caro, 20, en una bolsa de nylon a un precio de 200 pesos a cualquier hora del día que se extiende a veces hasta altas horas de la noche.
Existe actualmente una modalidad nueva como es el vendedor que pasa popularizando su mercancía en una bicicleta de forma grabada la anuncia hasta el cansancio: la flauta de pan duro a 150 pesos, y a 150 la barra de mantequilla; la unidad de guayaba a 300.
También grabado está el que vende pay de coco y de guayaba, y a continuación tras una pausa agrega: “no te oigo y así lo repite mientras avanza por las cuadras.
A los mencionados anteriormente se agregan como una abalancha el que vende bocaditos de helado, galletas, condimetos, yogurt y leche de vaca y a la inversa el que compra cualquier pedacito de oro a buen precio .
Así transcurren los días y las noches en cualquier barriada de la capital del país sin dejarle tiempo a quienes disfrutan oyendo música o, leyendo un libro sin la interrupción de un pregón.
Se debe de mencionar también aquellas ocasiones que llega uno a los oídos mientras miramos concentrados un nuevo capítulo de la novela preferida.que por cierto no se salvó y grabó uno como parte del medio ambiente sin poder evitarlo..
En ese momento nos preguntamos sin sentir la mínima culpa:¿pregones o castigo?