Camagüey, Cuba.-  En Honduras compartí varios meses con los médicos cubanos, la vida del pueblo en las comunidades más apartadas y pobres del mundo.

Ante las noticias que en las últimas horas estremecen a todos los hombres y mujeres progresistas, no puedo menos que recordar a los indígenas que conocí en Puerto Lempira, a los de la etnia Tawahka, allá  en las selvas del Río Patuca, a los niños y a los jóvenes garífunas, quienes por primera vez recibían atención médica y que tampoco sabían leer y escribir; a los hombres y mujeres que nunca habían visto un automóvil, porque en sus comunidades coexisten carreteras ni caminos, sólo los ríos Patuca y Coco como vías de comunicación para enlazar esos olvidados asentamientos y una destartalada avioneta, en la que daba miedo volar.

Recuerdo ahora también a los combativos trabajadores de Stibys, en san Pedro Sula; y a los amigos solidarios de Copán, El Progreso, o Santa Bárbara…

En aquellos meses vividos en Honduras, fui testigo de la violencia que imperaba en las calles, como imágenes sacadas de viejas películas del Oeste;  conocí a las víctimas de las ‘Maras’, en La Ceiba; viajé en los ‘bus’ por todo el país, y padecí la consecuencia de las huelgas de los maestros, los paramédicos y enfermeros, de los transportistas, exigiendo respeto y salario decoroso; y en las calles de Choluteca pude recoger casquillos de balas…

Y con el corazón apretado, porque en Cuba  nunca lo he visto, encontraba a cada paso, en las calles de San Pedro Sula o de Tegucigalpa, a los niños tirados en las aceras, drogados con sólo inhalar un pegamento de venta común en cualquier tienda; y cientos de ellos pidiendo un ‘lempira’ para comer, y otros, sobreviviendo con unas frutillas que crecen silvestres…

Allá en Honduras, viajé hasta el Departamento Gracias a Dios, nombre muy lejos de cualquier agradecimiento, si se tienen en cuenta las condiciones de miseria y abandono en que vivía ese pueblo.  Allá visité las comunidades Tawahka, en Krautara y Krausirpe, a donde llegaba la solidaridad de los médicos cubanos….  Hizo falta un huracán como el Mitch, y una vocación humanista como la de la  Revolución Cubana, para romper la barrera que aislaba a esas poblaciones, desde la época del coloniaje español.

Y ahora, ante la situación de violencia y abuso de poder que padece el pueblo hondureño puedo preguntar: ¿qué futuro ofrecen los golpistas  a esos tawahkas, garífunas, niños y jóvenes, mujeres y ancianos pobres de esa nación?

¿El golpe pretende regresar a aquel estado de insalubridad, analfabetismo y miseria que conocí antes del gobierno del Presidente Zelaya?

¿Eso es lo que pretende imponer el ilegal y fascista seudo-presidente, puesto por la fuerza de los militares en Honduras?

¿Es que acaso les duele que el pueblo recobre sus verdaderos derechos, que el pueblo tenga acceso a una vida plena, que los hondureños vivan con dignidad, y no, marginados en su propia tierra?

Por eso, no puedo menos que alzar mi voz para demandar justicia en Honduras, y desenmascarar a los medios de prensa que desde esa nación Centroamericana, la más pobre de la región, quieren hacer  creer al mundo que el pueblo vive en la normalidad. ¿Es esa la prensa que defiende al pueblo?

Los periodistas cubanos cerramos filas al lado del pueblo de Honduras y de su Presidente Constitucional Manuel Zelaya.