Texto y fotos: Carlos Sanabia Marrero
Corresponsal de Radio Rebelde
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El Retablo de los Héroes
20 de Julio del 2009, 10:30 a.m.
Santiago de Cuba.- En este jardín de mármol y granito que es el cementerio de “Santa Ifigenia”, se levanta a un costado del mausoleo erigido al apóstol José Martí, el Retablo de los Héroes donde reposan los restos de 38 valerosos jóvenes caídos en el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.
El sagrado lugar lo preside un mural donde se aprecia al pueblo enfrentado a militares de la tiranía de Fulgencio Batista, al mártir muerto en brazos de la madre, al barbudo representando al Ejercito Rebelde y el obrero que trae la estrella simbolizando el triunfo de la Revolución.
Así describió la museóloga de “Santa Ifigenia”, Gladis Romagoza, la excelente obra dedicada a los mártires del Moncada, nacida del talento y alma del escultor santiaguero Espinosa Ferrer.
El Retablo de los Héroes fue construido en l961 en cumplimiento de indicaciones expresas del Máximo Líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, según la argumentada explicación ofrecida a Radio Rebelde por la también historiadora:
“Cuando Fidel estaba preso en Isla de Pinos por los sucesos del Moncada, el 12 de diciembre de 1953 en su Manifiesto a la Nación escribió: “Espero que un día en la patria libre, se recorran los campos del indómito Oriente, recogiendo los huesos heroicos de nuestros compañeros para juntarlos todos en una gran tumba junto al apóstol, como mártires que son del centenario, cuyo epitafio sea un pensamiento de Martí”:
“Ningún Mártir muere en vano, ni ninguna idea se pierde en el ondular y en el revolverse de los vientos. La alejan o la acercan, pero siempre queda en la memoria de haberla visto pasar”.
Según investigaciones de José Leiva Mestres, tras el asalto a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, en Santa Ifigenia fueron enterrados 33 cadáveres, en El Caney 17, en Bayamo 5, en Veguita 5, y en Maffo 1.
Luego del triunfo se dispuso también la construcción de un mausoleo en Artemisa, para que allí descansaran los mártires de ese pueblo que aportó la mayoría de los combatientes.
En la necrópolis santiaguera los osarios se encuentran colocados a lo largo y ancho en la parte superior del panteón con los nombres en orden alfabético y “se dispuso así, explica Gladis, para que quedara en primer lugar Abel Santamaría, calificado por Fidel como lo más generoso de esa acción”.
En el extremo esta Haydeé Santamaría, “que aunque no murió en el asalto al Moncada, sino años después del triunfo, se decidió que estuviera junto a sus compañeros, porque era como la madre amorosa que siempre estuvo al lado de Abel”.
Junto a los mártires de los sucesos del 26 de julio de 1953, se encuentran también aquí los restos de jóvenes santiagueros que cayeron luchando en la clandestinidad, entre ellos, Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, muertos el 30 de noviembre de 1956 durante el levantamiento armado de Santiago de Cuba para apoyar el desembarco de los expedicionarios del yate “Granma”.
En otra acertada decisión se dispuso también hace varios años, trasladar al sagrado recinto las cenizas de los combatientes caídos el 28 de mayo de 1957 en el combate de Uvero, dirigido personalmente por Fidel y que al decir del Che, marcó la mayoría de edad del naciente Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. |