Dailyn Ruano Martínez
Periodista de Rebelde
¡Y Fidel lo cumplió!
17
de Julio de 2008, 9:15 a.m.
No era fruto de una vana proyección sino de un pensamiento real, objetivo, basado en las premisas martianas sobre la nacionalidad cubana, concebidas bajo una república con todos y para el bien de todos.
El Programa del Moncada, expuesto por el entonces joven abogado cubano Fidel Castro en un brillante alegato conocido como “La historia me absolverá”, trazaría los lineamientos de una ruta a seguir una vez conquistado el poder.
En el plan de acción de los revolucionarios, la educación era uno de los seis problemas fundamentales a resolver luego del triunfo, junto al de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo y la salud.
El escenario en Cuba necesitaba cambiar. Era necesario dar una vuelta de página a la situación que describía —según fuentes de la época— la tasa de analfabetismo de un 11 por ciento en zonas urbanas, y hasta el 41 por ciento en el área rural.
A las escuelas públicas del campo en la República Neocolonial asistían menos de la mitad de los niños de edad escolar descalzos, semidesnudos y desnutridos; y muchas veces era el maestro quien tenía que adquirir con su propio sueldo el material necesario.
Siendo confiables o no, estas cifras registradas por los gobiernos de la seudorepública, ponían en claro que la mirada debía inclinarse hacia la Educación, inspirados en la máxima de José Martí “Ser culto es el único modo de ser libre”.
Otra realidad aconteció luego de la victoria del 1ro de enero de 1959. Los cuarteles se convirtieron en escuelas, al igual que otras instalaciones. Las posibilidades de acceso gratuito a la educación se ampliaron con la nacionalización de los centros escolares privados.
Los hijos de obreros y campesinos acudían masivamente —por vez primera—a las aulas de los distintos niveles de enseñanza y ascendían hasta el tal lejano y añorado sueño de la universidad, esta vez favorecidos por un extenso plan de becas.
Y es que, como la mejor manera de decir es hacer, el mejor discurso de la Revolución se transformó en el lenguaje de sus actos. Así, la lucha por la eliminación del analfabetismo se convirtió en tarea de todos. La Campaña Nacional de Alfabetización permitió a Cuba, declararse como el primer territorio de América en vencer ese flagelo, el 22 de diciembre de 1961.
Tres años más tarde, una misión enviada a la mayor de las antillas por la UNESCO señaló en su informe: “La Campaña no fue un milagro, sino una difícil conquista, lograda a fuerza de trabajo, de técnica y de organización.”
A partir de entonces se abría paso a una educación de calidad a toda la familia cubana. Los avances progresivos en cada nivel desde el elemental en la primera infancia hasta los estudios universitarios y postuniversitarios, reafirmarían lo que José Martí prometió y Fidel Castro cumplió.
Sin pretender encubrir en discurso triunfalista los intersticios que aún subyacen, es preciso repasar las realidades que hoy caracterizan un proceso educacional, el cual ha transitado inevitablemente por las distintas etapas de un férreo bloqueo y de un período llamado especial dado por el derrumbe del campo socialista.
Aún cuando se reconoce que la educación cubana está lejos de ser perfecta, son innegables sus logros.
Cabe mencionar desde las edades más tempranas el programa “Educa a tu hijo” nacido a partir de 1990 para la orientación a la familia de niños que no asistían a los círculos, a la par que continúa el perfeccionamiento de la Educación Preescolar.
Asimismo, la Educación Especial constituye un paradigma respecto a muchos países del mundo. Distribuidos en 421 escuelas y aulas especiales en todo el país, cubren el 100% de toda la población requerida de esta enseñanza especializada.
El subsistema atiende a los escolares con retraso mental, retardo en el desarrollo psíquico, sordos, hipoacúsicos, ciegos, débiles visuales, estrábicos, ambliopes, sordo ciegos, autistas, trastornos en el lenguaje, limitaciones físico motoras y con trastornos de la conducta, así como a otros con estados cualitativos complejos del desarrollo.
En todos los casos reciben atención educacional esmerada de manera gratuita y el objetivo, además de proporcionarles una formación inicial de acuerdo a sus necesidades educativas especiales, radica en tratar de garantizar una utilidad social futura de esas personas.
Enfrascado en una gigantesca batalla, Cuba acomete acciones que no excluyen al sistema educacional cubano cuyos rasgos especiales son expresadas por el Comandante Fidel Castro cuando con su proyección nos ha definido que: “Batalla de ideas no significa solo principios, teoría, conocimientos, cultura, argumentos, réplica y contrarréplicas, destruir mentiras y sembrar verdades, significa, hechos y realizaciones concretas”.
Y es que la obra de la Revolución en estos momentos, es una evidencia irrefutable del desarrollo y concreción de las aspiraciones de transformación social a que aspiramos. En pocos años se han concretado programas de gran impacto en la educación, entre los que se encuentran, la electrificación de las aulas, la existencia de un televisor por aula, la generalización de la enseñanza de la computación, la formación de maestros emergentes, y la universalización de la enseñanza superior, entre otros.
Con nuestras razones, sin desdeñar las experiencias positivas que le lleguen de otros países, Cuba aplica sus propias ideas, experimenta y consolida.
De esta forma se han introducido en cada nivel de enseñanza diferentes procesos de transformación. Cuestionables o no, las razones tienen un basamento y la intención viene acompañada de la necesidad de adecuar un modelo educativo a las cambiantes características de la sociedad, marcadas siempre por el avance tecnológico y demás.
Hoy los niños cubanos aprenden y desarrollan las habilidades para trabajar en una computadora desde muy pequeños. Incluso aquellos que desde lugares apartados y donde la matrícula es tan reducida que puede sumar apenas uno o dos pequeños, no falta el maestro ni las condiciones que imperan en el resto de los planteles educacionales.
Ya sean hijos de campesinos, obreros o intelectuales, las posibilidades de transitar por los estudios primarios, secundarios, preuniversitarios y superiores son reales. Incluso para los trabajadores se ofrecen opciones de superación siempre acordes a sus condiciones.
Cuando se repasan todas las bondades educacionales de un modelo socialista como el nuestro, no se trata de pensar que es el mejor, sino que ha sido producto del esfuerzo de cada cubano, y de la prioridad del estado por garantizar una de las necesidades básicas del ser humano.
Por eso, la mayor de las antillas no solo atesora estos logros sino que brinda su ayuda solidaria para alfabetizar a unos 28 países entre los cuales se encuentra Bolivia, Nicaragua, y la República Bolivariana de Venezuela que desde el 2005 venció ese terrible flagelo.
Absuelto ya por la historia, el líder histórico de la Revolución no solo ha cumplido su palabra expuesto en su alegato de autodefensa, sino que ha superado las metas trazadas por él un día y que él mismo expresó. Agregarle unas líneas explicando dónde pronunció su alegato.
“Un mundo mejor es posible. Se lo asegura alguien que ha vivido, soñando y más de una vez ha tenido el raro privilegio de ver convertidos en realidades sueños que ni siquiera había soñado". |