Anier
Octavio García Ortiz: por la puerta grande
Jorge Alfonso
Colaborador Rebelde
24 de Julio de 2008, 3:30 p.m.
La
Habana, Cuba.- Nacido en la ciudad de Santiago
de Cuba, 9 de marzo de 1976, Anier Octavio García
Ortiz llegó a compromiso de Sydney, Australia
(2000), dispuesto a no respetar ni nombres ni
hombres y así lo cumplió.
El 25 de septiembre del 2000
registró 13 segundos exactos en la final
de los 110 metros con vallas dejó bien
atrás a los ranqueados estadounidenses
Terence Trammell (13,16), Mark Crear (13,22)
y Allen Johnson (13,23), además del recordista
mundial de la especialidad, el británico
Colin Jackson, quien debió conformarse
con un discreto quinto lugar (13,28).
La historia de Anier dentro
de la pista comenzó bien temprano en
su provincia natal y de igual manera llegaron
los primeros triunfos en los Juegos Deportivos
Escolares Nacionales (1990).
A manera de interesante detalle
podemos apuntar que los primeros pasos dentro
de la categoría escolar lo vieron crecer
junto a su mamá Bárbara Ortiz,
a la sazón profesora de la disciplina
en la Escuela de Iniciación Deportiva
(EIDE) santiaguera.
Para él aquellos momentos
guardan una especial significación, porque
tal vez sea el único caso en Cuba y tal
vez en el mundo, pero si algo le quedó
pendiente debido a dicha influencia fue que
nunca probó suerte en los 100 metros
planos.
Dotado de excelentes cualidades
físicas, luego de cumplir los requerimientos
de la categoría escolar, como practicante
de eventos múltiples, definitivamente
fue escogido para enfrentar el reto de las 10
vallas en la distancia de 110 metros planos.
A fuerza de voluntad, también
venció las exigencias de los entrenadores
hasta llegar a la preselección nacional.
Los antecedentes más directos provenían
de uno de los grandes, Alejandro Casañas,
doble medallista de plata en Montreal, Canadá
(1976), y Moscú, Unión Soviética
(1980).
Llegado el momento de la verdad
sobre la pista australina, Anier mostró
una completa confianza en la victoria, aunque
era conocía la responsabilidad que debía
enfrentar. Había que aprovecharla y se
concentró en hacerlo bien para ganar,
sin el menor contratiempo.
Horas antes de la prueba, el
entrenador Santiago Antúnez explicó
a los reporteros: "Anier García
pudiera ser la gran sorpresa de Cuba en estos
Juegos Olímpicos, porque él no
sufre ningún tipo de presión.
Muy pocos esperamos un oro de él, por
eso se siente mucho más libre".
El muchacho salió airoso
en las eliminatorias y semifinales, algo que
de inmediato llamó la atención
de los especialistas. Tampoco se inmutó
ante la indicación de una arrancada en
falso, pero al llegar la hora de la verdad ninguno
de los rivales pudo seguirle los pasos.
"Sabía que iba a
ganarles a todos, lo sabía", repetía
sin contener la alegría. Y no era para
menos, porque Anier García realizó
la mejor carrera de su vida al superar en siete
centésimas la marca personal, "Soy
un campeón olímpico desde hace
cinco minutos", concluyó antes de
abandonar la pista para dirigirse hasta el camerino.
Entre las principales cualidades
de Anier, según expresa Antúnez
destacan la fortaleza física, capaz de
conjugarla con casi precisión milimétrica
al enfrentar cada uno de los 10 obstáculos
a lo largo del recorrido.
Nunca reparó en los nombres
de sus adversarios, pues para él cada
carrera resultaba un duelo contra sí
mismo, porque era capaz de trazarse objetivos
propios. En resumen, no le gustaba perder.
La posibilidad de clasificar
para la final en Sydney le permitió codearse
de tú a tú con cuanto valía
y brillaba en el cierre del pasado milenio,
aunque al propio tiempo algunos especialistas
lo consideraron como verdadera sorpresa.
Quienes así lo escribieron desconocían
por completo sus credenciales atléticas,
a partir de alcanzar la segunda posición
en el Mundial de Sevilla, España (1999),
aunque también en certamen universal
bajo techo en París, Francia (1997) entró
primero a la meta.
Entre los presumibles rivales,
uno de ellos, Allen Johnson, lo conocía
muy bien, porque llegaron a enfrentarse cuatro
veces y en tres oportunidades cayó vencido
por el antillano en diferentes escenarios.
No
hubo lugar a las casualidades, porque en Sydney
ganó el mejor en toda la línea…
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