Alberto Juantorena Danger: Peligro en las pistas
Jorge Alfonso
Colaborador de Rebelde
22 de Julio de 2008, 5:06 p.m.
La Habana, Cuba.-En cierta oportunidad, Yolanda Danger, la mamá de Alberto, relato que su hijo siempre andaba corriendo, incluso para hacer los mandados, tal vez el muchacho, nacido en Santiago de Cuba, 21 de noviembre de 1950, nunca imaginó que el paso del tiempo lo llevaría a convertirse en el primer ser humano capaz de imponerse en las carreras de 400 y 800 metros planos de una edición olímpica.
Por supuesto, la escalada en par de ocasiones a lo más alto del podio en los Juegos de Montreal (1976) en modo alguno resultó fácil, porque la principal aspiración de Alberto consistía en integrar la selección nacional de baloncesto.
Debido a la estatura cercana a 1,90 metros, buena saltabilidad y rapidez en los desplazamientos, a través de dicha disciplina fue matriculado en la Escuela Provincial de Perfeccionamiento Atlético (ESPA), ubicada entonces en el santiaguero reparto Vista Alegre.
Los sueños parecieron transformarse en realidad con el posterior ingreso en la ESPA nacional durante el curso 1970-1971 y ese mismo año participó en torneo de mayores como refuerzo del equipo Oriente, bajo la conducción del experimentado Rafael "Gato" Carbonell.
Aunque vio poca acción, el solo hecho de aparecer en una nómina donde aparecían los conocidos Inocente Cuesta, Alejandro Urgellés, Tomás Herrera y Juan Domecq lo motivaron para expresarle a su padre Efraín: "Tú verás que voy a ser grande, un campeón, y viajaré ... tu verás".
Mientras tanto, el muchacho apenas avanzaba, de acuerdo a las exigencias del técnico Mario Soler. Sin embargo, discretos ojos seguía a diario cada día en las sesiones de entrenamiento la preparación del espigado santiaguero.
El silencioso espía era José "Cheo" Salazar, preparador de corredores juveniles de velocidad y vallistas, quien estaba convencido de tener al alcance de la mano a un innegable talento para las pistas.
Convencer al entrenador "Mayito" Soler costó Dios y ayuda, contaba "Cheo" Salazar. Tampoco Alberto ocultaba las preferencias por el baloncesto, pero, "tanto va el cántaro a la fuente... ".
La tarea de dar el visto bueno definitivo correspondió al especialista polaco Zigmund Zabierzowski, por aquellos días responsabilizado con los corredores de medio-fonde en la preselección nacional.
Ello ocurrió exactamente el 8 de marzo de 1971, cuando en la pista del estadio Pedro Marrero, Alberto Juantorena realizó la primera prueba bajo la observación Zigmund y cronometró 1:07.0 minutos en los 500 metros. Era suficiente…
La constante dedicación de Juantorena, conjugada con las sabias enseñanzas y los acertados consejos de Zabierzowski no tardaron en revelar registros sobresalientes en los 400 metros planos.
Después de intervenir en la tradicional gira atlética en la campaña de 1972 se ganó la confianza del entrenador y fue incluido en el reducido grupo de 16 competidores de campo y pista que asistieron a los Juegos de Munich, Alemania (1972).
Allí la actuación concluyó con el quinto lugar en semifinales (46,07). Sin embargo, Zigmunt miraba al futuro...
El primer triunfo de envergadura en la arena internacional llegó el 18 de agosto de 1973, tras cruzar primero la meta en los 400 metros planos (45,4) de los Juegos Mundiales Universitarios celebrados en Moscú.
Como especial reconocimiento recibió dos preciadas distinciones: Mejor Atleta del Año en Cuba y en Latinoamérica, esta última elección llevada a cabo por la agencia de noticias Prensa Latina.
En la cumbre de Montreal
Los relojes marcaban las 5:14 minutos de la tarde del 25 de julio en el estadio olímpico al momento de producirse el disparo del starter para dar la arrancada en la final de los 800 metros planos.
Alberto Juantorena corría por el carril número cinco y lo flanqueaban, por el cuatro el estadounidense Rick Wohlhuter y en el seis el indio Sri Ram Singh.
Además estaban en otros carriles como virtuales favoritos el belga Ivo van Damme, el alemán Willie Wulbeck y el británico Steve Ovett.
Las atentas miradas de unos 72 mil espectadores siguieron los pormenores y al cumplirse la primera vuelta pasó delante Singh (50,9).
Juantorena asumió el comando antes de los 600 metros (1:17,0) y en el resto del recorrido imprimió mayor velocidad a las piernas para opacar el desesperado ataque de Wohlhuter hasta concluir el sprint con marca mundial y olímpica de 1:43,50.
Con menos de 24 horas de descanso, el flamante titular volvió a la pista con el objetivo de correr en las eliminatorias de los 400 metros planos y su ubicación como el tercero de los clasificados con discreto tiempo de 47,89 en el sexto y último heat de la jornada no fue muy alentador que digamos.
Ese día intervino en los cuartos de finales y la mejoría resultó ostensible al entrar segundo (45,92), inmediatamente detrás del australiano Richard Mitchell (45,76).
El registro de 45,10 en las semifinales del 28 de julio despejó varias incógnitas, pues en la final cualquier cosa podía suceder y ahora los especialistas fijaron sus miradas en él.
En los distintos carriles corrieron también otros siete hombres de reconocido calibre, entre ellos los estadounidenses Fred Newhouse (44,89) y David Jenkins (45,20).
Nuevamente cientos de miles de corazones latieron con mayor fuerza en la querida Isla y no era para menos, uno de sus hijos pretendía escribir el nombre de CUBA con letras doradas en Juegos Olímpicos.
Antes de que pudieran percatarse de lo sucedido, "El peligro", Alberto Juantorena Danger, pasaba triunfador con marca personal de 44,26. La alegría del pueblo cubano inundó todos los rincones del país.
La última actuación olímpica del criollo tuvo lugar en los Juegos de Moscú. Afectado por numerosas lesiones acudió a la cita y después de notables esfuerzos en las eliminatorias y semifinal aceptó resignado la cuarta posición en los 400 metros planos (45,09) frente al soviético Vixtor Markin (44,60), el ya señalado Mitchell (44,84) y el alemán Frank Schaffer (44,87), ganadores de las medallas en este orden.
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