Cuando el velocista indómito Enrique Figuerola Camué conquistó para Cuba la primera medalla para Cuba, después del triunfo revolucionario del 1 de Enero de 1959, amanecía en la Ciudad Héroe.

En Tokio, Japón (15 de octubre de 1964), alrededor de 80 mil personas repletaron los graderíos del Estadio Olímpico, ansiosos por presenciar el anunciado duelo entre el criollo y el estadounidense Robert Bob Hayes, en la final de los 100 metros planos

De acuerdo con las informaciones de la época, solo un hombre de la calidad del gigante norteño podía derrotar al cubano, que cuatro años atrás exhibió cualidades excepcionales en la cita cuatrienal de Roma, Italia (1960).

Desde entonces y hasta la fecha, un buen total de 15 atletas santiagueros en varias disciplinas, fundamentalmente el atletismo y el boxeo escalaron a los tres niveles de los respectivos podios olímpicos.

Incluso tres de ellos Alberto Juantorena, doble triunfador en los 400 y 800 metros planos de Montreal, Canadá (1976); Héctor Vinent, titular en la división de 63.5 kilogramos en Barcelona, España (1992), y Atlanta, Estados Unidos (1996); así como Guillermo Rigondeaux, par de veces monarca de los 54 en Sydney, Australia (2000), y Atenas, Grecia (2004), pudieron acumular seis medallas doradas.

En el caso específico de Enrique Regüeiferos (63.5 kilogramos) y Rolando Garbey (71), tras ganar sendas preseas plateadas en la Ciudad de México (1968), se convirtieron en los indiscutibles pioneros de la impresionante cosecha de los pugilistas de casa (32 de oro, 15 de plata y ocho de bronce).

Entre las damas, el mejor exponente resulta Ana Fidelia Quirot, extraordinaria competidora en los 800 metros planos de Barcelona y Atlanta, donde alcanzó metales bronceados y plateados, respectivamente.

La línea perteneciente a los deportes colectivos presenta a los estelarísimos Antonio Pacheco y Orestes Kindelán, quienes bates en mano consiguieron actuaciones relevantes en los triunfos del seleccionado nacional en la capital catalana y la sureña urbe estadounidense, además del metal plateado en el lejano territorio australiano.

Sobre el tatami, la mejor exponente es Sibelis Veranes, vencedora en la división de 70 kilogramos, en Sydney, mientras que Juan Luís Marén, en la lucha grecorromana, merece repetidos elogios por las dos medallas de plata y una de bronce en confrontaciones sucesivas entre 1992-2000.

Avalados por tan respetables credenciales, una nueva generación de  santiagueros asistirá al compromiso de Beijing (2008) y llevan la misión de aumentar el codiciado botín de la delegación cubana.