Las antiguas comparsas negras en el Carnaval
Fernando Dávalos
Colaborador de Rebelde
6 de agosto de 2008, 11:00 a.m.
La Habana, Cuba.- Cuando ahora cada noche se anuncie el paso de las “comparsas tradicionales” por grandes segmentos del Malecón de La Habana, la multitud concurrente sabrá que ha comenzado y se encuentra en pleno Carnaval, que hoy se parece poco a las fiestas de la epifanía que le dieron origen aquí, en tiempos de la colonia hispana, cuando los terratenientes y demás dueños de esclavos autorizaban a sus cautivos, agrupados en cabildos, a arrollar al paso de algún toque afro. Entonces se paseaba con velas y antorchas, farolas y el tam-tam del cuero estirao, y disfraces, y por tiempos se formaban casi espontáneamente agrupaciones de danzantes que iban andando con pegajosa frecuencia, a la que luego se sumaron los cubanos blancos.
Surgían así las “comparsas tradicionales”, como hoy se les llaman más que nada por los años en que estas se daban cita por el cristiano Día de Reyes, que es la santa epifanía, que fue coincidiendo con las fiestas populares del carnaval, en los meses invernales. Su origen puede contarse por siglos y en las típicas formaciones ahora ya de negros y de blancos, era común hallar una viejecita esclava fumadora de un grueso tabaco torcido, caminando a su ritmo lento y constante. En la actualidad, estas mujeres libres aparecen con su breva humeante en las hileras congueantes.
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Tanto es el respeto por las tradiciones, que en el presente carnaval habanero se quiere celebrar otro centenario de las más viejas comparsas negras, surgidas en la colonia, como las muy famosas de El Alacrán, Los Componedores de Batea, y hasta de La Jardinera, esta fundada en la primera mitad de la vigésima centuria, en los barrios populares habaneros. Las tradicionales, que son grupos danzarios con una coreografía sui generis, se integran con las existentes desde la colonia y las organizadas, con su estilo, poco después. Hoy se reconoce como tales a Las Bolleras, La Sultana y El Cabildo de La Habana, pero además se añaden las comparsas contemporáneas, juveniles y de alta popularidad, como la de Los Guaracheros de Regla, la Giraldilla, Los Jóvenes del Este y la de la FEU, estructurada bajo los auspicios de la Federación de Estudiantes Universitarios.
El conocido Carnaval de La Habana, con esta inyección de sangre nueva, que baila a los ritmos más enervantes e incorpora a la antigua celebración el sentido de la música cubana más actual, la alegría contemporánea y el deslumbrante colorido que, tiempo atrás, se apagaba a la luz titilante de las velas de cera y de las reales angustias de los esclavos, que escapaban de la opresión con sus primitivas congas callejeras y con la pequeña libertad de las negras que se fumaban un trabuco, mientras danzaban pasito a pasito en tiempos de la epifanía. Hoy es no es imposible disfrutar de ese antiquísimo espectáculo. |