Dailyn Ruano Martínez
Periodista de Radio Rebelde
De Brasil a La Habana
15 de Diciembre de 2008, 11:40 a.m.
La Habana, Cuba.- Rebasar el siglo de existencia es un privilegio al que pocos tenemos acceso, pues se requiere de la interacción de múltiples factores. Así que cuando el afamado arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, arribe este 15 de diciembre a los 101 años de vida tendrá sobrados motivos para celebrar.
Pero los cubanos también debemos agasajarlo, como persona, como incansable luchador comunista y sobre todo por su eterna amistad para con Cuba, la Revolución y en especial su máximo líder, Fidel Castro.
El Río de Janeiro, que le abrió las puertas a la vida aquel 15 de diciembre de 1907. No imaginaba la magia que brotaría años después de aquel niño.
Sus primeros pasos los dio al graduarse, en 1934, en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río. Y se catapultó a la fama en 1956, cuando ganó —junto con el urbanista Lucio Costa—, un concurso de proyectos para diseñar una ciudad en el centro del país, la cual sería la capital (Brasilia). Esta era una idea auspiciada por el presidente Kubitschek.
La ciudad fue inaugurada el 21 de abril de 1960. Y dentro de las obras más sobresalientes diseñadas por Niemeyer destacan: el Palacio Alvorada, residencia oficial del Presidente de la República; el Palacio Itamaraty, sede de la cancillería; el Congreso Nacional; el Palacio del Planalto, sede del Ejecutivo; y la sede del Supremo Tribunal Federal.
Después de que los militares tomaran el poder en su país, pasó a vivir en París (1967) y, en esa época, se dedicó a elaborar diversos proyectos en Argelia —entre ellos el de la Universidad de Constantine— y en Italia la Editorial Mondadori.
En 1985, con la democratización de Brasil, volvió a realizar proyectos en Brasilia y en São Paulo —Memorial de América Latina. En 1989 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
Niemeyer, íntimo amigo de Fidel, ha afirmado en varias ocasiones que es este, el que lo abastece de puros cubanos. En cambio si se habla del actual presidente de Estados Unidos, George W. Bush, le sobran “los cumplidos”.
Este hombre sencillo y de destreza en los trazos, es el tronco de una familia numerosa que le ayuda a disfrutar sus 100 años de vida. Y sin que sea una sorpresa, va a su oficina todos los días. Así es Oscar Niemeyer, alguien al que la vida le dio un don y lo ha sabido aprovechar.
Niemeyer en La Habana
En enero del 2006 Oscar le regaló a Fidel —por su 80 cumpleaños—, el diseño de una escultura que representa la resistencia del pueblo cubano a más de 40 años de agresiones norteamericanas. No tenía ni la más mínima idea de lo que pasaría con su boceto.
El Comandante en Jefe decidió ubicar esa obra en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), pero no existía el lugar adecuado, por lo cual le pidió al arquitecto que diseñara una plaza donde colocarla.
Es a partir de este momento se decide realizar una gigantesca construcción de 20 mil metros cuadrados, que cuenta con un espejo de agua en el centro del cual está colocada la escultura. Esta última es un hombre con una bandera cubana en la mano, en representación del pueblo cubano, enfrentándose a un monstruo, símbolo del imperialismo y su incansable afán de devorarnos.
Pero la historia no termina ahí. Oscar Niemeyer tiene planificado diseñar todos los edificios que circunden la plaza, lo que de concretarse, junto al diseño de la embajada de su país en Cuba, convertirán a La Habana, en la segunda ciudad con mayor cantidad de obras suyas, después de Brasilia.
Y es que para este centenario y laborioso hombre el descanso no existe. Su objetivo es seguir regalando sus curvas a admiradores y detractores, para que a través de él, la vida nos sea más placentera y bella. |