No nos dejemos confundir

No nos dejemos confundir

Las redes sociales digitales se han convertido en espacio de confluencia de quienes aman y fundan -al decir de José Martí-, frente a quienes odian y deshacen.  Es un terreno “minado” cuando no sabemos descifrar por dónde vienen “los tiros” y a qué parte responden.

Y hablamos de parte, no porque la intención sea dividir. Porque cuando se piensa diferente o los caminos para perfeccionar el país, unirlo, construir el presente y el futuro entre todos, tiene como puntos comunes la defensa de nuestra independencia y la soberanía, frente a pretensiones de enemigos acérrimos e irreconciliables, cualquier diálogo con ética y respeto es posible, porque se convierten en  trincheras de combate comunes frente a la andanada de agresiones en el terreno de la Comunicación a la que se nos somete de forma permanente.

Tenemos todos los argumentos posibles para ir a la ofensiva, que tampoco es ser reactivos siempre: la verdad que nos acompaña, el propósito de impulsar un proyecto social que para materializarlo es complejo cuando se enfrentan  como ninguna otra nación del mundo, medidas de bloqueo reales que se traducen en cierre de cuentas bancarias, no acceso a créditos, la inclusión en una espuria lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo que limita las posibilidades de inversión y de comercio internacionales, y nos cierran los caminos para acceder a ingresos financieros o divisas imprescindibles, entre otros muchos obstáculos.

Los odiadores se han desplegado intentando deslegitimar el ejercicio de Gobierno, nunca hablan de bloqueo, tampoco de las más de 240 medidas desde Trump hasta Biden implementadas contra nuestro país, de cómo el imperialismo apostó por un colapso en Cuba durante la pandemia y después de esta.

Las noticias de nuestros odiadores, que van en todas direcciones, tienen como ingrediente principal la descontextualización de los hechos, presentándolos como ejemplos supuestamente concatenados unos con otros, sin explicación alguna, incluso y es su técnica más usada, falseando la realidad, tomando fotografías de otros lugares fuera de fronteras y exponiéndolas en las redes sociales digitales como si fueran nuestras, con una desfachatez total. Es su método apelar a la información “basura”  sin pizca de ética, sangrando siempre por la herida.

Es una batalla permanente, que recaba de cada revolucionario, la verdad como principal arma, argumentos y solidez ideológica frente a cantos de sirena que confunden, intentan apelar a emociones y no a razones, para dividir.

Justamente, las redes sociales digitales son el escenario más directo de combate ideológico contemporáneo. Nadie puede subestimarlas porque caería en la “trampa”, que a fin de cuentas, tiene como objetivo supeditar a nuestro país a lo que antes fue, utilizando como pretexto nuestras carencias, las dificultades cotidianas sin mencionar que aquellos que ahora nos critican son los mismos que mantienen sus políticas inhumanas, de bloqueo y asfixia como método de combate durante más de seis décadas.

No nos dejemos confundir.

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