Como todo territorio legendario, el estado venezolano de Delta Amacuro nunca decepciona. El sitio donde el Orinoco se hace abanico de islas y humedales sorprende, arrulla y enamora, a pesar de historias que lo pintan lúgubre, solitario y aburrido.
Al menos, así lo ve Claudia Ángela Rovira Leyva, una joven podóloga que cumple su primera misión internacionalista en Tucupita, la capital del Delta Amacuro. Hace poco más de un año, llegó a la Sala de Rehabilitación Integral “Ramón Arístides Lira” para continuar creciendo… como investigadora, como ser humano y como especialista.
Me ha gustado mucho representar a mi país en el Delta. Muchos piensan que es un estado solitario, aburrido, pero no es así. Yo la he pasado muy bien, he aprendido mucho y he conocido mucha gente buena. Me gusta investigar y conocer sobre la historia de este lugar, muy enriquecedora por la población aborigen que aún vive en sitios como Curiapo y Pedernales. Esos, precisamente, son mis pacientes.
Claudia admite que el Delta Amacuro la ha retado desde el primer día. Ella, villaclareña de pura estirpe, ha respondido con ternura, ciencia y corazón a cada obstáculo y a barreras, incluso, culturales, como el cuidado de los pies en un estado de mayoría indígena.
Son pacientes que no tienen cultura del cuidado de los pies, del tratamiento a las uñas, por ejemplo. Anatómicamente, también son propensos a las uñas encarnadas. Hace poco atendí a una niña que, de no resolver una infección por uña encarnada, se arriesgaba a perder el dedo. Su familia entera se atendió conmigo y les enseñé los hábitos que deben seguir para cuidar de sus pies y no tener más dificultades.
La joven Claudia Ángela Rovira Leyva es podóloga de la Misión Médica Cubana en el estado venezolano de Delta Amacuro. Allí, entre los indígenas waraos y una cultura de humedales, se siente no solo necesaria, sino feliz.
Siento que he crecido como profesional. Las expectativas siempre fueron altas, porque es un orgullo representar a mi país, pero estar en el Delta Amacuro es más reconfortante todavía.
En un territorio de leyenda no hay decepción posible y Claudia Ángela Rovira Leyva, la podóloga cubana del Delta Amacuro, no cree en historias que pinten lúgubre el lugar donde cumple su primera misión internacionalista. Por eso se le ve enamorada, arrullada y siempre sorprendida por el sitio donde el Orinoco se hace abanico de islas y humedales.
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