Las Tunas.- Mixiz García Giraldo es una mujer que no le tiene miedo a la vida. Es ingeniera química, graduada en la Universidad de Camagüey. Mira de frente y trabaja, desde hace mucho, en el Central Colombia, al sur de la provincia de Las Tunas.
Conversando con ella recordé que la lucha de la mujer cubana por sus derechos no es asunto de un día. Y eso, cuando me explicó de la vez en que, recién graduada, le dijeron que no podía trabajar en el sitio donde la ubicaron porque buscaban hombres “para jefes de turno”. Ahí supo en carne propia lo que era la discriminación sexual.
Pero, decidida al fin, se aferró a la oportunidad que le dio la vida y llegó “al Colombia”, allá por 1987. Y sí, no ha tenido una existencia tan dulce como el azúcar, le han tocado muchos sacrificios; por eso asegura que una mujer tiene que pararse mucho más firme entre los hombres rudos de una industria cubana.
“Soy tecnólogo azucarera. Jamás me justifiqué con mis hijos, nunca falté al trabajo por un problema relacionado con ellos o con cualquier cosa que considerara que podía sobrellevar.
“Les enseñé a cocinar con ocho o nueve años, para que me pudieran ayudar y para que no pasaran hambre. Y me vieron dormir dos o tres horas en tiempo de zafra porque llegaba muy tarde a la casa y tenía que hacer los quehaceres en los que todavía no podían ayudarme.
“Hoy son hombres de bien, graduados universitarios, independientes y que no le tienen miedo a nada”.
Mixiz asegura que le queda un año y medio de trabajo, porque sí, se va a jubilar. Y mientras me cuenta, recorre con la vista a los tachos, respira el olor intenso de la melaza y habla muy alto porque el ruido de las máquinas es fuerte y ella precisa ser escuchada.
Una mujer cubana que está ahora mismo, mientras usted repasa estas líneas, dándose toda, como hace desde muy jovencita, desde una labor que ama, profundamente.
Autora: Esther De la Cruz Castillejo
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