Nadie olvida el sacrificio de aquellos jóvenes que murieron en la plenitud de sus vidas; por ello el agradecimiento eterno de todo el pueblo llega hasta nuestros días; todos admiran a quienes materializaron una de las frases del himno nacional que los inmortalizó: morir por la patria es vivir.
A comienzos de 1957, el Directorio Revolucionario planeó un golpe contra Batista en el propio Palacio Presidencial, y se consideró que la acción debía completarse con otra, que era tener una planta radial para comunicar al pueblo los sucesos y exhortarlo a cooperar con los revolucionarios.
Los sucesos del 13 de marzo que lideró el estudiante de Arquitectura de la Universidad de la Habana José Antonio Echeverría, conmovieron al pueblo, sobre todo, cuando se escuchó su voz exaltada frente al micrófono en la emisora Radio Reloj que anunciaba al país que el dictador Fulgencio Batista había sido ajusticiado.
Fue una acción revolucionaria que los llenó de gloria. Aquellos intrépidos jóvenes avanzaron sin dudas hacia el peligro, tomaron el cielo por asalto y estremecieron la conciencia de la sociedad cubana, para entrar así en la historia de su amada Patria el 13 de marzo de 1957.
Aquel día José Antonio estuvo al frente de la acción del asalto a la emisora Radio Reloj. Al regresar a la Universidad después de realizar la operación, cayó en heroico combate contra las fuerzas represivas, a un costado de la escalinata con sólo 24 años de edad, siendo presidente de la Federación estudiantil Universitaria: FEU.
Con la decisión de derrocar el régimen oprobioso, un comando de 50 combatientes asaltó el antiguo palacio presidencial para ajusticiar en su propia madriguera al dictador Fulgencio Batista.
Participantes en la acción cuentan que el grupo al llegar al antiguo Palacio Presidencial se dividió en tres; uno subió hacia la parte superior y, los otros dos a la izquierda y derecha, respectivamente, en la planta baja; combatieron con fiereza hasta la última bala la fuerte resistencia de los guardias de Palacio que los superaban en número de efectivos y armamento.
Eran jóvenes como tantos otros, alegres, risueños, y llenos de sueños, además, de comprometidos con su tiempo; aguerridos y valientes entregaron sus vidas para derrotar al dictador más sanguinario que conoció el país: Fulgencio Batista que se rodeo de los más viles sicarios que utilizaban los métodos de torturas más horrendos para tratar de someter, sin lograrlo, a quienes representaban lo mejor de la juventud cubana de aquellos tiempos.
En reiteradas ocasiones Fidel habló en los actos efectuados en La Habana el 13 de marzo y recordó la significación histórica de las acciones llevadas a cabo en la capital cubana y el papel desempeñado por el líder estudiantil universitario y dirigente del Directorio Revolucionario José Antonio Echeverría.
Por ejemplo ese día de 1997, Fidel destacó que ese hecho demostraba las muy especiales características del pueblo de nuestro país y aseguró:
Nuestro pueblo no creía en ejército represivo, ni en soldados bien armados con todas las armas que le habían suministrado desde Estados Unidos para emprender la lucha; lo mismo se atacaba un cuartel, que una guarnición, que un palacio presidencial bien reforzado, que a cualquier fuerza enemiga sin medir el número, sin medir las armas de que disponían ellos o las armas que podíamos disponer nosotros.
Y añadió que fue un ataque bien organizado y que resultó notable que pudieran llegar hasta allí sin ser descubiertos, y transportar y portar las armas que llevaban.
“Esos son acontecimientos históricos que nunca se olvidan ni se olvidarán, y que siempre se leen con toda la pasión con que los revolucionarios somos capaces.”-aseguraba Fidel-.