Milexis Miranda Barbón siempre supo que su vida tomaría los rumbos de la cultura. La hoy asesora de la Misión Cultura Corazón Adentro en el Distrito Capital Caracas, en Venezuela, vuelve la vista atrás y recuerda su años de estudiante en su natal San Cristóbal, provincia de Artemisa. Aún es muy joven, pero guarda nítidos los recuerdos de sus comienzos como instructora de arte hace 16 años.
Fue una decisión que siempre estuvo dentro de mí, desde niña siempre quise estar vinculada a la cultura, en mi escuela hicieron la captación para instructores de arte y entré a ese mundo del arte y la cultura. En el centro donde yo cursaba 9no grado había un profesor de práctica profesional, que era instructor de arte, él nos impartía talleres y empecé a comprender el encanto de hacer teatro y de llevar cultura a las comunidades, hacer guerrillas, crear grupos artísticos.
Más adelante recuerda: “Inicié mis estudios en el 2004, en la Escuela “Federico Engels”, de Pinar del Río, cursé cuatro años, luego me gradué en el 2021 como Licenciada, fueron los primeros pasos en la carrera, era la primera vez que estaba becada, lejos de mis padres, de la casa, allí encontré nuevos amigos y empecé a valerme por mí misma”.
Para ella, adentrarse en este mundo fue muy complejo, pero deslumbrante.
Fue difícil dominar el arte de las tablas, había que unir la especialidad cultural con lo pedagógico para enseñar a otras personas, sin embargo, a medida que uno va creciendo, alcanza otros niveles, va comprendiendo la formación y la vocación del instructor de arte.
El Día del Instructor de Arte fue instituido en Cuba el 18 de febrero en homenaje a Olga Alonso, una de las primeras muchachas en responder al llamado de Fidel Castro para que los jóvenes se incorporaran a estudiar arte, y llegaran a los lugares más intrincados del país a enseñar a sus pobladores. Olguita, como le decían, se graduó como instructora de arte en la especialidad de teatro y falleció el 18 de febrero de 1989 a la edad de 19 años, a causa de un accidente cuando se dirigía a cumplir su labor en la zona montañosa del Escambray. Para Milexis esta historia es inspiradora, sobre todo, porque ella también se decidió por el mundo de las tablas.
El teatro es vocación, el teatro es la vida –dice emocionada-, es dejar de ser yo para convertirme en otra persona, a través de esta manifestación puedo enseñar valores, trabajar con la identidad y patrimonio de los cubanos y ahora de los venezolanos, ¿cómo lo logro? el juego es fundamental para que los niños comiencen a hacer teatro.
Precisamente, trabajar con los infantes es lo más hermoso que le ha sucedido en su vida, asegura.
Cambió mi forma de ser, me convierto en otra persona, los niños te llenan, te sacan de los problemas cotidianos; en esas jornadas apasionantes te conviertes en una pedagoga, en una profesora de teatro. Los niños siempre me enseñan algo diferente, a veces les hago una pregunta y me sorprenden con sus respuestas, son mágicos.
Milexis labora en la Escuela Secundaria Básica “José Reyes Trujillo”, además de ser aficionada de la Casa de Cultura “Celestino García”, en San Cristóbal.
Desde hace dos años permanece en Venezuela, llegó a esta nación en el 2022, trabajó primero en el Estado de Yaracuy, y ahora en Caracas. Un tiempo que la ha convertido, confiesa, en otra persona.
Es una experiencia difícil y nueva, las tradiciones de Venezuela son diferentes, trabajamos con niños y comunidades de otras características a las que tenemos en nuestro país, pero con el apoyo de cultores, animadores y facilitadores, uno hace que el trabajo sea más fácil y dinámico.
Hoy narra historias que la conmueven, como aquel niño que provenía de una familia disfuncional “y era mal visto en la comunidad, pero cuando se incorporó al teatro y lo vieron actuar, la comunidad lo acogió, ¿qué decirte? Fue enaltecedor, logré transformar a un niño, le formé valores, se sentía único, lo hice mejor persona”.
Hacer las Colmenitas Bolivarianas, llegar a sitios intrincados y comunidades vulnerables, ver la sonrisa de un niño o una niña y de los familiares, de esa gente llana y sencilla que aplaude un espectáculo ha sido para Milexis su mayor fortuna. Por eso el día que regrese quiere dejar una huella.
Quiero que me recuerden como una profesora que los ayudó, que jugó con ellos, que creó con ellos un mundo imaginario, y que me recuerden así es la gloria, deseo que no olviden a la persona que les sembró valores para adentrarse en la cultura venezolana.
Milexis regresará a Cuba, donde también continuará fundando sueños, porque “seguiré haciendo teatro, jugando con niños y ¿por qué no?, quizás como Directora de una Casa de Cultura Municipal aportando a mi tierra”.
En el Día del Instructor de Arte, vaya con este testimonio de Milexis, el homenaje a todos esos educadores que siguen sembrando amor y cultura en cualquier parte del mundo.
Escuche otros detalles en la versión sonora de esta entrevista…