Cuando se escriba la historia de estos últimos años de resistencia creativa, el nombre de la mujer cubana no puede faltar.
Madre, esposa, abuela, trabajadora… su capacidad para desdoblarse en una, dos o más responsabilidades a la vez forma parte de las páginas de heroísmo cotidiano que no siempre quedan como constancia pero se viven y agradecen.
El heroísmo se hace mayor por la complejidad de los tiempos que corren, donde nuestras mujeres-madres son realmente innovadoras de la vida. Inventan, crean, buscan soluciones en todos los ámbitos, son la sostenibilidad de las familias.
Ellas, nuestras madres, tienen su día de agradecimiento mayor. Será mañana domingo, pero en realidad el reconocimiento debía extenderse durante todo el año.
Se les ve extendiendo sus manos para tributar apoyo cuando la adversidad asecha, o brindando el hombro para consolar u ofrecer cariño, en la enfermedad o en las alegrías, o cuando requerimos de un buen consejo que siempre transita por la transparencia del alma y el corazón.
Las madres son como un sol que ilumina nuestras noches más tristes o nuestros pensamientos más complejos; tienen siempre un sexto sentido y pueden identificar el peligro mucho antes de que nos demos cuenta; tienen la capacidad aprehender cada situación negativa de sus hijos o familia y asumirlas como propias; nuestras madres son sacrificadas porque llevan en la sangre ese gen de la pertenencia, protección y ternura.
Mañana será el segundo domingo de mayo y las madres cubanas estarán en el pináculo del homenaje: unas, madres biológicas; otras madres de la vida. Para todas el reconocimiento es similar.
Madres cubanas, herederas de Mariana, en su combate cotidiano de hoy, duras de derrotar, vencedoras siempre y ejemplos de que sí se puede. Para ellas nuestra reverencia más sincera.