La Guerra y la familia fueron dos elementos claves que marcaron la vida del Mayor General Antonio Maceo Grajales.
No obstante las exigencias de la lucha revolucionaria, se mantuvo todo el tiempo en contacto con su esposa María Cabrales demostrando su profundo amor y compromiso con su familia. Ella tenía 23 años cuando se unió al Titán de Bronce como también se le conoce a Maceo. Desde entonces no lo abandonó jamás sintiendo como propia cada una de las 26 heridas de bala que tenía en su cuerpo el Lugarteniente General.
Compartió con Maceo las tentativas rebeldes, las persecuciones, las guerras, los montes y el destierro. Vivió con Maceo la gesta heroica del 68, la intentona revolucionaria de la Guerra Chiquita y también la etapa sublime del 95.
En 1888 Antonio Maceo informa a José Martí de su disposición a contribuir a la “guerra necesaria” que empezaría en 1895. En una carta enviada a Máximo Gómez el 19 de diciembre de 1884, lanza un llamado a la unión de todas las fuerzas patrióticas:
(…) hoy como ayer pienso que debemos los cubanos todos, sin distinciones sociales de ningún género, deponer ante el altar de la patria esclava y cada día más infortunada, nuestras disensiones todas y cuantos gérmenes de discordia hayan podido malévolamente sembrar en nuestros corazones los enemigos de nuestra noble causa.
A partir de este pensamiento de Maceo, Martí resulta impresionado por su inteligencia y expresa un criterio sobre él que ha trascendido los tiempos:
Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. […] Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante, y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste con la idea cauta y sobria. […] No deja frase rota, ni usa voz impura,…Con el pensamiento la servirá, más aún que con el valor. Le son naturales el vigor y la grandeza.
Las palabras de Martí, según afirman estudiosos del tema, no fueron solamente una referencia merecida al Titán de Bronce, respondían a la más profunda convicción del Apóstol, quien consideró que la dignidad e intransigencia del ideal independentista fue salvado por Maceo en el triste final de la Guerra de 1868 cuando ante la rendición ante España que significó el Pacto del Zanjón, alzó su Protesta de Baraguá, considerada “entre lo más glorioso de nuestra historia”.
En el ideal de Maceo el antimperialismo estuvo muy claro, tal como lo demostró cuando en su entorno alguien se mostró favorable a la anexión y contestó:
Creo, joven, aunque me parece imposible, que éste sería el único caso en el que tal vez estaría yo al lado de los españoles.
También escribió a un amigo: “Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso”.
A pesar de estar lejos de lograr la independencia de su Patria, reveló su sentimiento internacionalista el 6 de junio de 1884 en carta al patriota cubano Anselmo Valdés:
Cuando Cuba sea independiente solicitaré permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América.
El siete de diciembre de 1896 el Mayor General del Ejército Libertador, Antonio Maceo Grajales junto a su ayudante el capitán Panchito Gómez Toro caen en combate librando la batalla que lo inmortalizó en la historia independentista de la Isla ,y en el corazón de los cubanos.