Como dice el refrán, las adversidades no están escritas. Una nueva desconexión del sistema electroenergético sorprendió durante las últimas horas, sin embargo, la experticia que han logrado los trabajadores del sector eléctrico permite que se acorten los tiempos de restablecimiento del sistema para avanzar en las llamados micro islas e ir dándoles vitalidad a los circuitos gradualmente.
En medio de la adversidad, no solo se enfrentó el desafío, sino que en comparación con otros eventos similares ocurridos recientemente, las soluciones han llegado en menor tiempo.
No es algo de lo que quisiéramos vanagloriarnos ni mucho menos, por supuesto que no. Porque las causas que provocan la desconexión del sistema electroenergético nacional están tan latentes como el propio bloqueo mantenido por los sucesivos gobiernos estadounidenses que se enseñan sobre nuestra economía, infraestructura y por ende, en el pueblo, para crear muros de odio que se traducen en cortar cualquier fuente de ingreso o disponibilidad de divisas, impedir a toda costa la compra de piezas de repuesto para nuestras vetustas centrales térmicas con vistas a asegurar los mantenimientos y la llegada en tiempo del combustible imprescindible para sostenerlas trabajando. Desde antes de la pandemia de la COVID-19 e incluso durante, estas acciones, lejos de aminorarse, fueron a más.
En ese escenario hostil, adverso, los trabajadores del sector eléctrico han gestionado soluciones con lo que tienen, manejando innovaciones tecnológicas y organizacionales, moviendo un recurso de un lado para el otro con rapidez, precisión y valentía, identificando prioridades, con inigualable sentido de pertenencia.
Es cierto que los apagones son extremadamente molestos, exasperan, pero nadie los desea, comenzando por la dirección del Gobierno, que hace esfuerzos inimaginables para disminuirlos y jamás ha estado ni está cruzada de brazos, todo lo contrario.
Con pensamiento, estrategias consensuadas, ya no solo está en el ADN la filosofía de la resistencia creativa, sino además está la convicción de avanzar con calidad, eficiencia y la mayor sostenibilidad posible, para caminar hacia metas donde se atisban luces al final de un túnel, que deben comenzar a llegarnos con más cercanía durante el primer semestre del próximo año, cuando se incremente el nivel de generación eléctrica a través de fuentes renovables de energía, en este caso de la solar fotovoltaica.
Los mismos compatriotas que denodadamente buscan una solución en cada central termoeléctrica, sometidos a altísimas temperaturas durante un tiempo prolongado dentro de instalaciones donde apenas pueden moverse porque es la única manera de llegar al problema y darle la solución que requiere, son también hombres de carne y hueso cuyas familias sufren igualmente los efectos de la política de bloqueo con los molestos apagones, sin embargo, están pensando en el bien común, sin rendirse ante dificultades que pudieran parecer insuperables.
Esa es la grandeza de este sector, el de los eléctricos cubanos, su sentido humanista y consagrado al deber, a sabiendas que deben luchar diariamente contra “demonios” externos, con la incertidumbre de lo que pueda pasar mañana, pero también con las certezas de que no hay imposibles cuando entre el pecho y la espalda, hay un corazón aún más grande que late fuerte a favor de todos.