Cuatro jóvenes de la Agrupación Católica Universitaria, fueron asesinados en la horca la madrugada del 28 de diciembre de 1958 en Guajaibón, en la antigua provincia de Pinar del Río, hoy Artemisa. De profunda fe cristiana, sin armas, salieron de La Habana para establecer una red de auxilio con ropas, víveres y medicinas, coordinada con la resistencia cívica.
Esbirros de la policía batistiana los arrestaron en Bahía Honda dos días antes. Remitidos inmediatamente al cuartel de Las Pozas, fueron sometidos a brutales torturas. Recientemente fue inaugurada una sencilla tarja a la memoria de los Mártires de Guajaibón en la esquina de 23 y E, en El Vedado capitalino, donde se erige el cedro cultivado por uno de ellos, Julián Martínez Inclán, plantado a manera de homenaje perpetuo.
Representante de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) en el municipio de Plaza de la Revolución, Julio Jesús Cubría Peregrino, declaró que desde el principio se supieron detalles del crimen, confesados incluso por los propios asesinos, pero que, a pesar de las evidencias, nunca se logró documentar la delación de la que seguramente fueron víctimas.
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Julio Jesús Cubría Peregrino recordó que, en la búsqueda de los cadáveres de los cuatro jóvenes católicos asesinados por los sicarios de la tiranía, aparecieron entonces los restos de numerosos revolucionarios víctimas de la atroz represión de aquella etapa oscura de la historia de Cuba.
Los Mártires de Guajaibón son Ramón Pérez Lima, de 22 años, nacido en La Habana; Julián Martínez Inclán, de 20, también de la capital; José Ignacio Martí Santa Cruz, de 21, oriundo de Santiago de Cuba, y Francisco Javier Calvo Formoso, de 21, procedente de Canaleja, Ferral, España.