Los seres humanos somos animales sociales, y nos organizamos, vivimos y nos desarrollamos como personas en medio de grupos mejor o peor constituidos.
Por tal motivo resultan muy importantes las dinámicas internas que se establecen en colectivos de cualquier tipo, sean estos de más o menos cantidad de integrantes, o con mayor o menor estructuración formal. Esto es tan válido para un centro de trabajo o un aula de estudiantes, como para un equipo deportivo, una compañía artística, un ejército o una comunidad o barrio.
Porque un grupo es, en definitiva, un conjunto de personas que tienen un propósito o intereses comunes. Y en las condiciones actuales de una sociedad como la nuestra, entender las claves de su funcionamiento y propiciar una interrelación mejor entre sus miembros, es esencial para obtener resultados positivos, ya sea en la economía o en otras esferas del desarrollo social, comenta para Haciendo Radio, el periodista Francisco Rodríguez Cruz.
Entonces, hay regularidades en la manera en que funcionan los grupos que hay que dominar para lograr avances en cualquier materia. La importancia, por ejemplo, de reconocer y saber manejar los liderazgos, que pueden ser positivos o negativos, es crucial para lograr la efectividad de cualquier acción grupal.
El clima de las relaciones humanas dentro de los grupos es otro aspecto al cual hay que prestarle siempre especial interés. Dentro de un colectivo siempre hay quienes hacen resistencia a los cambios, quienes los respaldan y quienes los emprenden.
Están las personas que aglutinan, a quienes hay que apoyar y reconocer, y las que tienden a separar, intrigar, disolver.
A estos últimos, los rompe grupos, no es posible dejarles resquicios para su labor, ya sea por la falta de información oportuna o con el empleo de métodos de dirección poco participativos que no propicien el diálogo y la transparencia, caldo de cultivo para que proliferen las pugnas, desavenencias y rumores malsanos de todo tipo.
Y dentro del grupo, hay que saber también aprovechar lo mejor de cada uno de sus integrantes, sin desconocer las diferencias, las singularidades de cada quien, pero también buscando siempre a partir de ese respeto a la diversidad, lo que puede unir a los miembros de un colectivo en la búsqueda de un beneficio común.
Solo con esa perspectiva de saber combinar cada vez más el interés individual con el colectivo, la voluntad y el deseo de cada uno de nosotros se verán premiados con el triunfo, siempre deseable, del grupo.