El golpe de Estado encabezado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952, impidió la celebración de las elecciones presidenciales en Cuba para las que se preparaban los partidos políticos, por lo que era de esperar que estos rechazaran esa acción anticonstitucional; sin embargo, las reacciones no fueron de enfrentamiento en sentido general.
El reconocimiento de Estados Unidos al gobierno golpista, fue un paso importante para la actitud de los partidos políticos burgueses.
El 15 de marzo de 1952, la dirigencia del Partido Republicano declaró estar en conversaciones con Batista; días después anunció su apoyo a su régimen y dejó de existir como partido.
En la dirección del Partido Liberal hubo división, pero finalmente pactaron con Batista el 3 de mayo de 1953. El Partido Demócrata fue el último en incorporarse al pacto, lo que hizo en agosto del 53. Así las cosas, los partidos tradicionales, aunque con algunas contradicciones internas, se aliaron al régimen golpista.
El Partido Auténtico fue desplazado del poder tras el golpe de Estado de Batista, mientras los ortodoxos habían perdido la oportunidad de un triunfo electoral que se daba por seguro. Estos dos partidos se dividieron tras el golpe.
En la oposición, junto a figuras disidentes de los partidos tradicionales, unos planteaban la demanda de elecciones apelando a organismos internacionales, como la OEA, unos planteaban el retraimiento mientras que algunos promovieron la línea insurreccional, pero los cierto fue que no se articuló ninguna acción efectiva.
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