Según nos dice la doctora en ciencias históricas, Francisca López Civeira en su libro, con la Revolución de Céspedes en 1868, el ascenso a los más altos grados militares de hombres de procedencia humilde, de grupos históricamente marginados, como los negros y mulatos, permitió que estos accedieran a los planos de dirección en el orden militar, con lo que le daban al proceso revolucionario y sus proyecciones un contenido popular.
De esta manera, en el transcurso de los diez años, la Revolución tuvo un proceso de desarrollo que mostró esa radicalización.
La muestra mayor del carácter radical de la revolución del 68, fue la Protesta de Baraguá, cuando Maceo se convirtió en la representación genuina del espíritu independentista y emergió como un símbolo de intransigencia revolucionaria.
Pero, ¿cuáles fueron los dos objetivos esenciales que no se alcanzaron al finalizar la guerra de los Diez Años por los que Maceo no aceptó el Pacto del Zanjón?
En la entrevista que sostuvieron Antonio Maceo y el capitán general español, Arsenio Martínez Campos, el Titán de Bronce y sus compañeros plantearon que si no se reconocía la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud, no se aceptaba la paz.
Estos fueron los objetivos fundamentales de la revolución, planteados desde el 10 de octubre de 1868, que no se alcanzaron en esa primera guerra.
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