Según nuestra historia, José Martí denominó al período que siguió al Pacto del Zanjón como “tregua fecunda”.
En enero de 1880 estando en Nueva York, Martí hizo un análisis de la Guerra de los Diez Años y se refirió al período que le siguió como “tregua fecunda” y explicó las razones. Posteriormente también llamó a este período interguerras como “reposo turbulento”.
En primer lugar, hay que destacar la importancia de esta apreciación de Martí, pues se trata no del fin de la guerra con el Zanjón y, por tanto, el fracaso, sino de una tregua, un período de reposo y preparación, que es fecundo porque permite crear, organizar, fundar para la nueva etapa de la revolución que sobrevendría.
Por otra parte, fue un período turbulento porque no cesaron las conspiraciones e intentos por reanudar la guerra para el logro de la independencia.
Muestra de esta permanencia del ideal independentista lo fueron, entre otros hechos la Guerra Chiquita entre 1879 y 1880, y las expediciones de Carlos Agüero, la de Ramón Leocadio Bonachea, en 1884; la de Ángel Maestre en el mismo año 1884 y en ese mismo año el Plan Gómez-Maceo.
Sin embargo, sería la labor organizativa de Martí la que le daría la mayor fecundidad a esta etapa, pues implicaba un cambio en la concepción, preparación y organización de la nueva revolución.
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