Uno de los detalles interesantes que tuvo la Guerra de los Diez Años, fue la participación femenina.
En la Guerra Grande o Guerra de los Diez Años, muchas familias completas fueron para la “manigua”, es decir, para las zonas rurales donde se libraba la guerra.
Ha quedado en nuestra historia el recuerdo de muchas mujeres que acompañaron a sus esposos e hijos en la guerra y que los impulsaron en la toma de firmes decisiones.
En los tiempos de la Guerra de los Diez Años, la mujer no era vista como una persona con capacidad para dirigir o tener una vida activa por sí misma, sino que su papel estaba en función de los familiares, especialmente del esposo.
Por lo general, las mujeres que se incorporaban a la guerra lo hacían en los llamados “hospitales de sangre” como enfermeras, y en otras labores de apoyo que se consideraban más apropiadas para su sexo.
Las concepciones que existían en aquellos tiempos sobre la mujer no permitían su participación en el combate con las armas en la mano.
Sin embargo, muchas mujeres tuvieron actitudes heroicas y compartieron con sus esposos penurias y sacrificios en aras de la independencia de la Patria.
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