Cuenta nuestra historia que el texto de la Constitución de Guáimaro (la que dio origen al Estado nacional cubano) proclamó la independencia de la patria y fundamentó además que todos los habitantes de Cuba eran libres.
La Constitución de Guáimaro le dio forma al Gobierno y sentó las bases para su organización.
Esto se logró en medio de una fuerte confrontación de criterios, pues Carlos Manuel de Céspedes tenía la idea de un mando centralizado, mientras otros, especialmente los camagüeyanos, planteaban una forma republicana.
Con el poder civil predominando sobre el mando militar, finalmente triunfó esta última concepción, es decir, la forma republicana de gobierno.
La forma de gobierno en Guáimaro ha sido muy criticada por su poca correspondencia con la realidad que imponía la guerra, incluso el mismo José Martí lo vio así cuando dijo que Céspedes tenía un fin rápido y único: la independencia, mientras la Cámara tenía otro punto de vista que consistía en proyectar el país que sería Cuba después de la independencia.
Sin embargo, a pesar de los extravíos o los excesos, Guáimaro fue un momento fundamental en la fundación de la nación cubana.
Sobre la Asamblea de Guáimaro, hecho fundacional del Estado cubano, el propio Martí también dijo que “Era que el Oriente y Las Villas y el Centro, de las almas locales perniciosas componían espontánea el alma nacional, y entraba la revolución en la república”.
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