Las penas saben nadar

Por Brenda Orol

Una actriz alcohólica irrumpe en el escenario del Festival del Monólogo para representar La voz humana, del poeta y dramaturgo francés Jean Cocteau.

Sin embargo, la intérprete deja a un lado dicha presentación para contar, entre risas y lágrimas, diferentes anécdotas de su vida. Se trata del monólogo Las penas saben nadar, escrito por el Premio Nacional de Teatro y Literatura, Abelardo Estorino, que cuenta con la actriz cubana, Valia Valdés, como protagonista.

“Porque vivir es eso…hacer el ridículo nuestro de cada día”.

A través de una cuidadosa construcción del personaje y una gran expresividad, Valia nos sumerge en un mundo de dolor y esperanza, explorando las complejidades del ser humano y su capacidad para encontrar la luz en medio de la oscuridad.

Su historia nos lleva a cuestionar nuestras propias experiencias y nos invita a simpatizar con la actriz, reconociendo que todos enfrentamos batallas internas.

Dentro de la teatralidad de las acciones que hace el personaje como puesta en escena estoy tratando de buscar una mayor organicidad, una mayor sinceridad a partir de una expresividad que no deje de ser teatral, que no deje de ser más grande que lo que admite la pantalla de televisión, pero al mismo tiempo que conecte directamente con los espectadores que están tan cerca del escenario.

La narrativa atrapa al espectador desde el primer momento, al igual que la combinación de elementos simbólicos, como la interpretación de Romeo y Julieta, la música y una actuación magistral, que logra transmitir la complejidad de las emociones humanas de manera profunda y conmovedora.

La puesta en escena del teatro Pálpito, con dirección general de Ariel Bouza, ofrece una visión renovada del texto que se desarrolla en un pequeño escenario donde la actriz solo cuenta con una silla, una mesita, un mantón azul y la caneca de ron para ahogar las penas que no se hunden, sino que flotan como el corcho.

Valia Valdés Rivero es una actriz cubana, graduada del Instituto Superior de Arte y del Centro de Estudios del Instituto Cubano de Radio y Televisión, como asesora y asistente de dirección, quien conversó acerca de los aportes que trae esta versión.

En mi historia incluí el éxodo de Linda porque es una problemática que viven los jóvenes hoy en día que golpea a muchos padres que pierden a sus hijos por esa razón y considero que es un problema social importante en estos momentos. Además, al texto le incorporamos algunas vivencias mías, reacciones que llevan un poco más allá la emotividad del personaje y eso fue lo que le integramos al texto.

Las penas saben nadar se puede disfrutar de viernes a domingo, hasta el 28 de enero, a las cinco de la tarde, en la sala Café Brecht.

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