La responsabilidad para el consumo

La responsabilidad para el consumo

Dicen que mientras más informados estemos, mejor preparados. La información en los tiempos modernos nos lleva a estar un paso por delante, nos permite anticiparnos ante futuros acontecimientos y también a conformar estrategias para asumir lo que venga.

Lo digo porque hay personas, y no son pocas, que ni leen, ni escuchan radio o ven la televisión, solamente consumen novelas, seriales foráneos como si fuera lo único que existiera en este planeta. Y aunque cada cual es dueño de sus actos, con este proceder hay consecuencias a corto, mediano o largo plazos.

Y no se trata de leer sobre el mismo tema o ver o escuchar espacios de información solamente, incluso mejores o peores; lo más aconsejable sería consumir contenidos variados para documentarnos, conocer más, comparar, sacar conclusiones, realizar análisis, crecer.

Precisamente, un término que se sedimenta en la contemporaneidad es el de colonización cultural, que tiene como punto de partida inocular en las personas patrones identitarios y culturales diferentes a los suyos, y hacerlo de manera sistemática, constante, como la gota de agua que va horadando el piso hasta abrirle un boquete significativo en ocasiones irremediable, para siempre.

Eso hacen no pocos seriales o productos audiovisuales generados desde la maquinaria cultural capitalista: lograr enmascarar en un manto de supuesta belleza de recursos o visualidad más creativa, códigos que en la mayoría de las ocasiones están dirigidos a trabajar el subconsciente e imaginario de las personas, y si no estamos preparados para recibirlos, el camino para lograr transformar y modificar nuestros patrones del gusto, entonces resulta más expedito.

No quiere decir que todo lo que se produzca más allá de frontera sea de mala factura, sería un extremismo afirmarlo y también un sinsentido; se trata de estar preparados, tener herramientas suficientes para consumir cualquier producto comunicativo y desmontar sus códigos más perversos o, por el contrario, aprender de los mejores, identificar lo que nos puede dañar o está dirigido a modificar nuestro modo de ver el mundo, y desecharlo.

Es más dañino el hecho de que esos mismos productos, dirigidos al sector infantil, lo consuman nuestros niños por iniciativa de sus padres lo cual resulta una actitud irresponsable.

En innumerables ocasiones, los padres con tal de apaciguar o tener tranquilos a sus hijos en casa los proveen de muñequitos, videojuegos o películas donde la violencia es el factor principal ¿conclusión? De alguna manera, el niño termina reproduciendo los mismos patrones de violencia que consume y convierte a los personajes de esos seriales o videojuegos en sus propios héroes, por demás negativos.

Miren cuántas aristas tiene el hecho de consumir productos culturales sin tener la preparación necesaria. Esta última puede adquirirse con una buena lectura, apreciando una buena película, manteniéndonos informados de lo que sucede a nuestro alrededor, dejando a un lado las dosis de ingenuidad en un mundo que nada tiene de ingenuo comenzando por la industria cultural capitalista que produce bajo el pretexto de entretener, y lo hace con el propósito generalmente de evitar que las personas piensen en las esencias y, en consecuencia, se dejen llevar.

Nadie le impone un tipo de lectura a otro, o un programa de radio o de televisión. Debe tenerse en cuenta que usted es el dueño y responsable de lo que consume, para bien o para mal.

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