Para la historiografía cubana, la Constitución de Guáimaro fue el resultado principal de aquella reunión cumbre del independentismo entre los días 10 y 12 de abril de 1869 en la conocida comarca principeña. Fue redactada por los patriotas Ignacio Agramonte y Antonio Zambrana, y aprobada por los delegados en la primera jornada de la Asamblea.
El histórico documento reunió 29 artículos. Uno de ellos, el número 24, le confirió el contenido más hermoso a la epopeya: “Todos los habitantes de la República son enteramente libres”. Años después, en un artículo sobre la huella mozárabe en la península publicado en Patria, el Apóstol de Cuba apuntó: “La nación empieza en la justicia”.
El decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, el Doctor en Ciencias Jurídicas Andry Matilla Correa, sostuvo que la legalidad y la ley fueron desde el principio elementos fundamentales para anclar la validez de todo ese movimiento revolucionario que recién comenzaba.
El Académico Titular de la Academia de Ciencias de Cuba, Profesor Titular de Derecho Administrativo, Andry Matilla Correa, señaló que, aunque ciertamente muchos de los delegados a la Asamblea de Guáimaro provenían del mundo judicial, el suceso probado y más relevante fue que la conciencia jurídica estaba sembrada en todos los iniciadores de la gesta patriótica.
Aprobada en el pueblo libre de Guáimaro en abril de 1869, la primera carta magna mambisa rigió durante la Guerra Grande hasta el Pacto del Zanjón de febrero de 1878 y la gloriosa Protesta de Baraguá de marzo del propio año, donde se aprobó una brevísima constitución de seis artículos, de vigencia fugaz, pero que nunca fue derogada.
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