Reforma Constitucional de 2002

La Ley de Reforma Constitucional de 2002

Aquellas jornadas de junio de 2002 nos confirmaron el destino de encarar al vecino poderoso. Ante la amenaza imperial, siempre será útil la palabra del Apóstol: “¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas!” La Ley de Reforma Constitucional aprobada entonces, coronó otra epopeya de los hijos de Cuba.

En Sesión Extraordinaria celebrada el 26 de junio de 2002, la Asamblea Nacional del Poder Popular adoptó por unanimidad el Acuerdo V-74 que estableció que el socialismo y el sistema político y social revolucionario establecido por la Constitución de la República, es irrevocable, y que Cuba no volverá jamás al capitalismo.

Escuche y descargue la propuesta radial.

¿Cuál había sido el antecedente inmediato? Solo un mes antes, el 20 de mayo, el César de turno, el señor George W. Bush, anunciaba con bombo y platillo en la Casa Blanca un nuevo plan para derrocar a la Revolución Cubana. Lo rodeaba la turba anexionista y reaccionaria de La Florida que tanto lo ayudó a robarse las elecciones dos años antes frente al candidato demócrata.

El emperador de la Roma Americana no solamente amenazó. Mintió groseramente. Garabateó allí un alevoso cuadro de tergiversación histórica. Un ejemplo: habló de la independencia conquistada el 20 de mayo de 1902, y de la histórica amistad de los Estados Unidos hacia Cuba. El jefe del gobierno interventor, Leonard Wood, para nada amigo de la causa mambisa, dejó un criterio diametralmente distinto: “Por supuesto, que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt, y lo único indicado ahora es buscar la anexión”.

Para muchos, el peor presidente de la historia de los Estados Unidos, el Señor W., acusó a la Revolución Cubana de encarcelar y de torturar. Volvía a transitar de la mentira al cinismo. El mundo conocería luego de su red de vigilancia global, de su política de interrogatorios, de secuestros, de torturas y de asesinatos, como parte de su cruzada contra el terrorismo.

El Plan Bush contra Cuba apareció justamente cuando el señor Presidente de Norteamérica actualizaba la lista de países del eje del mal y proclamaba la pertinencia de guerras preventivas.  Solamente unos días después de su descabellada diatriba, habló en West Point, el primero de junio, de atacar preventiva y sorpresivamente a “60 o más oscuros rincones del mundo”.

Cuba entera se movilizó. Aquella histórica marcha del 12 de junio de unos nueve millones de compatriotas, pareció lavar la afrenta de la Enmienda Platt. Luego serían las más de ocho millones de firmas públicas y voluntarias. La historia demuestra que quien cedió en algo ante el chantaje, terminó perdiéndolo todo.

No fue únicamente la irrevocabilidad del socialismo, como fuente de la obra social y humana más grande. La Ley de Reforma Constitucional de aquel 26 de junio de 2002 consagró la honrosa costumbre de los cubanos de jamás negociar bajo presión, amenaza o coerción de nadie. La legalidad comparte el mismo latido de la identidad nacional. Perdura la advertencia del Apóstol de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.

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