Porque los tiempos que corren son dinámicos, marcados por constantes intentos de colonización cultural, es imprescindible un sistema educativo cada vez más fuerte que incluya nuevas rutinas de enseñanza y reinventarse a sí mismo utilizando al máximo, pero para bien, el adelanto de las nuevas tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
El propósito último de cualquier proceso de enseñanza, sobre todo cuando se trata de los primeros años de vida, es depositar en el alumno conocimientos básicos, capacidades para pensar, habilidades para integrar conocimientos y poder apreciar la educación como algo holístico donde las materias se entrecruzan como lo es la vida misma.
En un mundo de tanta unipolaridad, el maestro en Cuba tiene una competencia muy fuerte. Primero contra la posibilidad del mayoritario acceso de los estudiantes a las redes sociales donde se depositan contenidos de todo tipo, buenos y muy malos; segundo, ante la constante avalancha de información distorsionada específicamente contra nuestro país; y tercero, por la dinámica de cómo ocurren los acontecimientos que se yuxtaponen unos a otros en tan breve tiempo, que conllevan explicación aún cuando no sean contenidos aprobados en la asignatura porque impactan directamente en la vida de los propios estudiantes.
Hoy más que nunca, el maestro en Cuba necesita ser un innovador, vencer rutinas, crear formas y métodos de impartir los contenidos atrayentes desde la cosmovisión de los adolescentes y jóvenes, impartir sus clases estimulando la participación de los estudiantes en intercambios que necesariamente deben generarse dentro del aula y conllevan polémica, acompañados de mucha argumentación y astucia por el educador para dejar ¨plantado¨ el ingrediente que se requiere.
Y cuando hablamos de un maestro innovador, también nos referimos a un educador con todas las de la ley. En la propia realidad cotidiana están los ejemplos donde un buen maestro puede asirse para motivar las clases y llevarlas por el camino en el que el estudiante logre pensar más allá de un mero contenido curricular establecido para el curso escolar.
La vida es más rica, hoy más compleja, sobrepasa el aula y los contenidos de cualquier asignatura, porque hacen que se crucen muchos caminos a la vez, y sin una guía, una buena guía educativa dentro del aula, el alumno se pierde, no logra discernir entre lo bueno o lo malo, o desmontar un fenómeno que en todos los casos, cuando se trata del acceso a las redes sociales, conlleva preparación.
Claro que es un enorme reto. Que necesita de un maestro creíble, no por los conocimientos que técnicamente logre atesorar, sino por la manera que los expone, los comunica, los interrelaciona, lo acerca al mundo del estudiante – en un período de vida complejo-, para que este lo digiera y saque sus propias conclusiones.
Educar es un arte, que también demanda un maestro informado, preparado, convencido de la materia que imparte y cómo, con autoridad ante sus alumnos que no implica ¨gritar¨ dentro del aula, sino enseñar con todas su letras y aprovechar las oportunidades que se presentan para unir la teórica con la práctica, eso que José Martí llamó ¨la utilidad de la virtud¨.