En el Día Internacional de la Enfermería, conversar con Tania Vilar Mendoza, es adentrarnos en un mundo de sensibilidad, consagración y amor en Cuba. La máster en Enfermería, graduada el 17 de julio de 1987, formó parte del Contingente encargado de iniciar el Programa de Medicina Familiar en el Cotorro, en La Habana.
«La Enfermería ha sido para mí, mi vida, ha representado desde el punto de vista profesional, el amor más grande; y ha cautivado mi crecimiento en todos los ámbitos», expresa, a la vez que subraya la alegría y felicidad que causa desempeñarse en tan relevante e imprescindible especialidad sanitaria, así como la satisfacción por ayudar al dolor y tristeza de otros».
Significó, a propósito de la fecha, la sencillez, empatía y empeño como valores indispensables en el personal de enfermería, enfatizando siempre en el enfoque humanista y los principios éticos y morales que inciden en la calidad de la labor asistencial, en pos de brindar servicios de excelencia al pueblo.
Actualmente, como asesora municipal de la especialidad en el capitalino territorio del Cotorro, su papel es decisivo para lograr la integralidad que demanda el cuidado de los pacientes a todos los niveles. Con cerca de cuatro décadas de experiencia, Tania tiene mucho que aportar al perfeccionamiento y consolidación de programas vitales impulsados desde el Ministerio de Salud Pública (Minsap).
Resalta con autoridad comprobada que la Enfermería, además de su devoción, es un eslabón cardinal en Cuba dentro de la atención especializada al individuo, la familia y la comunidad.
Precisamente, por este amor sin límites, su hija siguió muy de cerca sus pasos en la salvaguarda de la vida humana y se graduó como Médico. Ella, junto a su esposo, otro hijo y sus tres nietas, conforman esa familia maravillosa, como la define la entrevistada, que harán de este 12 de mayo un domingo doblemente especial: Día de las Madres y Día Internacional de la Enfermería.
Mucho tiene una enfermera de instinto maternal, explica Tania, que recuerda emocionada en esta jornada a sus padres, que aunque ya no están físicamente, continúan inspirándola siempre, al igual que sus profes Hildamara Montalvo Muñoz, y Maurenis Elejarde Calderón. «En especial, mi gratitud y felicitación para enfermeras y enfermeros del Cotorro, a los de Cuba y a todos los que en tierras lejanas construyen sueños y derriban barreras por amor, en aras de que la especialidad cada día se fortalezca más y avance en beneficio de la Salud».
La más noble y bella de las profesiones
Para el Licenciado en Enfermería Yunieski Escobar Zorrilla, con 22 años de trabajo de manera ininterrumpida en el sector, su profesión es pasión, entrega, amor.
Recuerda con emoción sus inicios en el bello y consagrado mundo de la Salud en el año 2002, en el Hospital Clínico Quirúrgico «Joaquín Albarrán», en la Habana, dónde laboró en la sala de Terapia Intermedia; luego en el «Enrique Cabreras» como jefe de sala y luego supervisor de Enfermería; como el subjefe asistencial del Hospital «William Soler» y posteriormente como jefe de la especialidad en el Centro Médico Psicopedagógico «La Edad de Oro». «Actualmente me encuentro en la Dirección General de Salud de la capital en la responsabilidad de Asesor Provincial de Hospitales, experiencia nueva que me ha aportado valiosos conocimientos en el ámbito administrativo, pues me ha obligado a ser un profesional mejor preparado ya que me corresponde asesorar a los jefes de enfermeros en los centros sanitarios de gran prestigio y reconocimiento».
Continúa explicando el también profesor asistente de la Facultad Manuel Fajardo, que cuando estaba en el preuniversitario estudiando nunca imaginó que sería enfermero, que pensaba que le gustaba el magisterio y ser maestro, pero que al adentrarse en este gremio descubrió su verdadera vocación.
«No me visualizo en otra actividad que no sea esta, afirma, pues sin temor a equivocarme la Enfermería es la más noble y encantadora de las carreras».
Orgulloso habla en el Día Internacional de la Enfermería sobre esas historias imborrables que han marcado su vida como integrante del Contingente Internacional Especializado en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias “Henry Reeve”, «pero la más hermosa de todas fue en el año 2020 cuando salí a cumplir misión en el extranjero, en Azerbaiyán exactamente, en los tiempos críticos de enfrentamiento a la Pandemia de Covid-19, al llegar a un país que para mí era nuevo, a luchar por lo más preciado para los seres humanos ante un terrible escenario de dolor e incertidumbre».
Añade que allí, en la institución donde permanecían largas jornadas de trabajo, los fallecidos diarios oscilaban entre 19 a 20 personas, y cómo, desde que llegaron los cubanos, las cifras comenzaron a descender «y de verdad eso fue algo gratificante y especial que marcó mi vida como profesional de la Salud».
«Ver las personas sanas y felices que se marchaban recuperadas a sus casas, y que por barreras idiomáticas no se comunicaban bien con nosotros, pero que agradecían con abrazos y besos, es un sentimiento inmenso e inexplicable para un profesional sanitario cuando le gana la batalla a la muerte», destacó.
«Para ser un buen enfermero hay que ser un mejor ser humano, asegura por último Yunieski, pues en nuestras manos está el arte de salvar muchas vidas y eso es gratificante, es hermoso. Hoy puedo decir con más de 2 décadas de graduado, que la enfermería lo es todo para mí».
Escuche además la versión sonora de este reporte…