Por: Yunel Hernández Batista.
Su sonido como un estruendo, grueso y armonioso, ha sido por décadas la pesadilla de aficionados y peloteros, se escucha estridente y al mismo tiempo musical.
Llegada hasta la parte más occidental de Cuba en un barco mercante procedente de Estados Unidos, hace medio siglo, una peculiar corneta se ha convertido por años en el símbolo sonoro que acompaña a los aficionados del beisbol en el estadio Capitán San Luís en Pinar del Río.
Esteban Prieto, además de llevar las riendas de la peña deportiva Capitán San Luís, ha sido el heredero de la corneta Pinareña, la que llevó al estadio Filingo en 1974 y desde entonces ocupa un puesto en la parte izquierda del graderío.
Primero era el sonido de un caracol el que animaba a los aficionados, pero cuando sonó por primera vez la corneta, decidieron que ese sería el llamado al combate de los Vegueros en cada juego de beisbol.

En las espectaculares jugadas de Giraldo González en el campo corto, en los jonrones de Luís Giraldo Casanova, en cada ponche de Pedro Luís Lazo o el mejor turno al bate de Omar Linares se ha escuchado el sonido auténtico de la corneta de Filingo.
Conservarla ha sido todo un reto a la ingeniosidad, sustituyendo las zapatillas originales por otras de cuero o de placas de aluminio, aplicando aceite o alcohol en el interior de la base de bronce para ayudar extender su vida útil.




La corneta de Filingo se hizo escuchar en el duelo Cuba vs Orioles de Baltimore en 1999 y su apoyo al deporte Pinareño ha ido más allá del beisbol, ha estado en las finales de los campeonatos nacionales de futbol, en los carteles de boxeo en la sala polivalente 19 de noviembre y en los partidos de la liga superior de baloncesto.
Y no podía ser de otra manera, la corneta adoptó también el color verde de las hojas del mejor tabaco del mundo, ha marcado por décadas la sinfonía particular de Vueltabajo.
