Al panorama que caracteriza la epidemiología cubana en los meses de verano con la proliferación de vectores, se le sumó este este año una nueva arbovirosis, la fiebre de oropouche.
Aunque esta patología se detectó por primera vez a nivel mundial en el año 1955 en un área cercana al río Oropouche, en Trinidad y Tobago y luego se extendió al área amazónica, fue en mayo de presente año que el sistema de vigilancia nacional detectó los primeros casos en Cuba.
Hasta la fecha en la Mayor de las Antillas se han reportado 12 mil casos entre confirmados y sospechosos. Ante el actual contexto la ciencia cubana se volcó a buscar evidencias para enfrentar este problema de salud.
A propósito, científicos y expertos en temas de salud presentaron al Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, la gestión científica relacionada con el enfrentamiento al oropouche en Cuba.
Tras el encuentro en un diálogo con la Dra. Iliana Morales, directora de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica del Ministerio de Salud Pública, la prensa conoció más detalles de lo que se ha propuesto la ciencia en salud cubana para enfrentar el oropouche.
La especialista informó que se realizan estudios entomológicos, porque se necesita conocer más el hábitat y los ciclos reproductivos del vector transmisor, el jején (Culicoides paraensis) y el mosquito Culex quinquefasciatus, estudios en los que el Instituto de Medicina Tropical (IPK) “tiene una alta preponderancia”.
Otras investigaciones se centran en la caracterización del comportamiento clínico de la enfermedad en Cuba, de hecho los primeros síntomas con que aparecía la patología han cambiado, puntualizó la doctora, quien también detalló que se realiza esta pormenorización por grupo de edades y de riesgos, como niños, adultos mayores y embarazadas.
La fiebre del Oropouche amenaza actualmente a América, según una alerta epidemiológica de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se han notificado casos en territorios en los que el virus no se considera autóctono, por lo que los expertos señalan los efectos del cambio climático en el comportamiento.
Al respecto la autoridad sanitaria mencionó que las investigaciones tendrán en cuenta el impacto del cambio climático en el vector, en el ambiente y en los brotes epidémicos.
En la carpeta de la ciencia cubana para hacerle frente a dicha arbovirosis está presente el aporte de la industria biofarmacéutica cubana, desde productos certificados hasta el desarrollo de nuevos medicamentos, incluyendo inmunógeno, destacó Morales.
De igual manera la Dra. Iliana Morales mencionó otros componentes de la gestión científica como la comunicación de riesgos y las investigaciones sociológicas.
En ese sentido argumentó que la experiencia de la COVID-19 demostró en Cuba la importancia de la comunicación. Tiene un alto valor que las personas conozcan formas de prevención de contagio, así como los síntomas y signos de alarma, porque “la población mientras más informada está es más proactiva”.
De manera puntual, enfatizó en el compromiso de la ciencia cubana con el mundo para conocer la fiebre del oropouche, de la cual hay pocas evidencias científicas.
El oropouche es una enfermedad de la década del 50 del siglo XX, pero no ha estado extendida, de ahí que se encuentren pocas evidencias publicadas.
En torno a ello, la Dra. Morales puntualizó que la comunidad científica internacional ve en Cuba, por sus potencialidades científicas, tecnológicas, la experiencia epidemiológica y la alta preparación de los recursos humanos, una nación que puede aportar al conocimiento de la enfermedad, “por tanto estamos llamados a ir publicando, en la medida que se realicen investigaciones y se obtengan resultados, con toda la ética, la seriedad y el rigor”.
La directora de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica del MINSAP dijo que a medida que se vayan alcanzando resultados, estos serán compartidos en el encuentro sistemático de los científicos cubanos con la dirección del país.
El enfrentamiento al oropouche constituye otra etapa en la que la ciencia cubana podrá mostrar su pertinencia, centrada en los problemas de salud del pueblo cubano, resumió la especialista.
El sistema de vigilancia en salud cubano reportó en mayo por primera vez casos de oropouche lo que conllevó a establecer protocolos de actuación clínica, de diagnóstico, la vigilancia entomológica.
La ciencia en salud se volcó al desarrollo de una carpeta de investigación desarrollo e innovación.
En una reciente visita de una misión técnica de la OPS fue reconocido como un plan integral.
Hay un componente del plan, dedicado a la comunicación de riesgos, justificada por la importancia de que las personas conozcan formas de prevención de contagio, así como los síntomas y signos de alarma, porque la población mientras más informada está más proactiva.
Otra etapa en que la ciencia cubana podrá mostrar su pertinencia, centrada en lo que hace falta, en los problemas de salud del pueblo cubano.
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