La aciaga tarde del 7 de diciembre de 1896

Para muchos, el cruce de la Trocha de Mariel a Majana, coronó la gloria definitiva de Antonio Maceo. A menudo lo denominan el Aníbal cubano por el deslumbrante genio militar que aún discurre en el estudio de las academias del mundo.

El 7 de diciembre de 1896 radicaba el orden estratégico de una guerra psicológica a la cubana: en la noche sería el ataque a Marianao, para mostrarle a Weyler su presencia en La Habana. Pero la irrupción de la columna española del comandante Francisco Cirujeda en el campamento mambí de San Pedro, en Punta Brava, cambió las actancias de la historia.

El historiador, ensayista, profesor cubano Manuel Fernández Carcassés, admite la probabilidad de Maceo poseído por un rapto de orgullo herido, ante el colapso de las medidas de seguridad que evitaran un ataque sorpresivo, como ocurrió aquella aciaga tarde cuando el enemigo casi llega a la tienda donde descansaba el Lugarteniente General del Ejército Libertador.

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Fernández Carcassés recordó que entre los tantos factores adversos aparece precisamente ese acto postrero de cortar la cerca de púas con machetes, lo cual retrasó la acción de la tropa y restó la atención debida hacia los disparos del enemigo.

El autor del libro Antonio Maceo Grajales. Ensayo biográfico sucinto, publicado en 2019 por la colección Bronce de la Editorial Oriente, sostuvo que la página de San Pedro de Punta Brava pudo ser un choque intrascendente, como otras tantas acciones del Titán que pasaron inadvertidas en la historia de Cuba.

El renombrado historiador, escritor y pedagogo cubano, afirmó que hasta el momento se han documentado 32 heridas en el cuerpo del prócer, seis más de las que afirman las fuentes tradicionales, cifra que incluye los impactos de bala recibidos en la terrible tarde del lunes 7 de diciembre de 1896.

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